jueves, 12 de abril de 2018

LA PORCIÓN DEL SIERVO DE DIOS



“No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la verg:uenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado.


Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré. Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.

Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré. Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda tu muralla de piedras preciosas.

Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos.

Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti. Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá.

He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir.

Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.”

Isaías 54:4-5, 9-17 


       La expresión que leerás a continuación, quizá parezca un poco burda, o tosca, pero es real. Cuando sirves al Reino de los Cielos, y ESPIRITUALMENTE hablando, Dios te “paga” por tu obediencia. Y te da “prestaciones” también. Una de ellas es la protección para ti y tu familia, cuando haces las cosas EN EL CENTRO DE SU VOLUNTAD.  A continuación hablaré un poco sobre algunas leyes bíblicas que contienen promesas de Dios para los que le sirven. 
  


       1. Bendición.

       Hay tres áreas en el camino en las cuales puedes estar de acuerdo a las decisiones que tomes: Una de ellas, es el centro de la voluntad de Dios (donde todo sale de maravillas); otra es la voluntad PERMISIVA de Dios (donde Él permite que hagas algo, pero no era su plan perfecto y no recibirás la bendición total que Él te tenía) y la tercer zona es la más peligrosa: estar FUERA de la voluntad de Dios (donde probablemente tendrás consecuencias, que también Él usará para tu bien, pero te costará dolor, llanto a ti y a quienes más amas.) Cuando le sirves, estás caminando dentro de la voluntad del Padre, y en esta área, Dios te comienza a proveer más de lo que recibías antes económicamente, llegan a tu vida bendiciones inesperadas, ves milagros, el Espíritu Santo hasta te despierta por las mañanas justo a la hora que tú necesitas (y como ejemplo me pongo, cuando me quedé sin despertador y Dios me levantaba exactamente a las 6 a.m. para llevar a mi hijo a la escuela); sales a la calle y pareciera que ¡hasta los coches frenan para que tú pases! El sol brilla más hermoso para ti, el viento es agradable… en fin, Dios te bendice EN SERIO. Hasta te concede pequeños gustos y caprichos; en mi caso muchas veces tuve deseos de salir a cenar ciertas cosas, y mi aún esposo -separado- llegaba por la tarde y nos invitaba exactamente a donde yo tenía ganas de ir. ¡Así es Dios!

       2. Provisión.

      Otra ley o “prestación” que el Señor da es, que cuando Dios te envía a alguna misión, Él te provee lo necesario. En una ocasión, Papá me envió a Cd. Victoria, ni más ni menos que a la casa de mis suegros, eso lo sentí en mi corazón mientras oraba, y al otro día, mi esposo llegó pidiéndome que fuéramos a casa de sus padres. En el camino yo iba casi temblando, porque mi suegra siempre me odió CON TODO su ser, pero al llegar al destino, me topé con la sorpresa de que ella se encontraba de viaje, estaba en Chiapas visitando a su hermana. “Con razón Juan me trajo” pensé. Sólo estaba en casa su papá, pero él no me maltrataba, así que no sólo no iba a sufrir a mi suegra en esa estancia, sino que muy probablemente la furiosa debió ser ella, al enterarse de que yo estaba ahí en su casa, durmiendo, comiendo y descansando tranquilamente... Cuando Dios envía, Él provee y abre las puertas que tenga que abrir para que cumplas con lo que te pide.

     Ya estando ahí, recuerdo que la primera noche no podía yo dormir, sentía como cuando te encuentras en un mercado, o en una calle muy transitada, había demasiado movimiento espiritual en ese lugar; así que me puse a orar y cantar alabanzas en voz baja y entonces, pude descansar. 

      Dios me dijo “Te traje para que rompas ataduras aquí, en el lugar en que han sido hechas. Tu suegra tiene todo lo que tiene, por medio de artes de magia; ella ha atado a mucha gente, y te traje aquí para que clames por liberación de esas personas y almas.” Bueno, después de eso, por fin pude dormir, y muy temprano, como a las cuatro de la mañana, el Señor me despertó. Me dijo “párate en el centro de la casa”; en ese momento todos dormían. Y luego comencé a orar, a declarar libertad, a romper ataduras, maldiciones, cancelar palabras lanzadas, y que se devolviera todo a su lugar original del diseño de Dios. Tres días después, me sorprendió la noticia de que ese día exactamente, había temblado en Chiapas, donde estaba mi suegra de viaje. ¡Dios es poderoso, amados!


3. Protección y celo por ti.


       La Biblia dice “No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” (1Cr 16:22) y ésa es precisamente otra promesa de Abba para sus hijos y siervos. Por ejemplo, en una ocasión cierta persona me humilló fuertemente, delante de todas las hermanas de la congregación. Una semana después, esa persona estaba en el hospital, con un diagnóstico de diabetes juvenil. Después, esa misma persona volvió a ofenderme, otra vez delante de todas las hermanas de la congregación; esta vez me hizo hasta llorar y salir casi corriendo de la reunión de damas, diciendo en mi corazón "nunca más volveré aquí”. Por la mañana, oré por esa hermana, le dije a Dios que ella era su ungida, que yo no quería llevar pecado por enfurecerme contra ella, pues sabía que lo que había dicho no sólo me afectaba a mí, sino a la enseñanza de todas las hermanas que estaban presentes. Clamé delante de Dios, le supliqué que la perdonara a ella y a mí, y la bendije; dos semanas después, cerraron su ministerio. 

       Cuando eres vocero del Señor, Él te respalda, es una de las señales que habrá sobre tu vida, es promesa de Yhwh; siendo un ministro legítimo de Dios, Él habla por ti, te defiende, se manifiesta siempre para limpiar tu nombre, tu testimonio, te pone en alto como dice el Salmo 27:1-6:

“El Señor es mi luz y mi salvación;
¿a quién podría yo temer?
El Señor es la fortaleza de mi vida;
¿quién podría infundirme miedo?
Mis malvados enemigos me ponen en aprietos;
se juntan y hacen planes de acabar conmigo,
pero son ellos los que tropiezan y caen.
Aunque un ejército acampe contra mí,
mi corazón no se amedrentará;
aunque me ataquen y me declaren la guerra,
en esto fincaré mi confianza:
Le he pedido al Señor, y sólo esto busco:
habitar en su casa todos los días de mi vida,
para contemplar su hermosura y solazarme en su templo.
Cuando vengan los días malos,
él me esconderá en su santuario;
me ocultará en lo más recóndito de su templo,
me pondrá en lo alto de una roca.
Ante los enemigos que me rodean
me hará levantar la cabeza,
y llevaré a su templo mis ofrendas de alegría
y allí cantaré salmos al Señor.”

       4. Confirmación.

        Otra marca de la Palabra de Dios, es que es confirmada por más personas, lo cual puedo testificar en mi congregación cuando el Señor comenzó a usarme; bendito Cristo, eso me ayudó a sentirme más segura de que Él estaba conmigo. Varias veces, al llevar los escritos con la palabra que Dios me daba, llegaban en ese momento otros hermanos, ya fuera de la misma congregación, o de otras congregaciones del mismo ministerio, trayendo la misma palabra, o sueños, o simplemente lo que llamamos “corazonadas”, que cuando se tiene al Espíritu Santo avivado en tu ser, no es otra cosa que la voz de Dios en tu corazón. La Biblia dice 

“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.” 
1Corintios 14:29

       5. Crecimiento.

       Recuerdo la primera vez que llevé una palabra de Dios a mis pastores. Decía en resumen, que Dios tenía una bendición para la congregación, que pidieran purificación de esa iglesia, y luego pidieran más unción del Señor. El pastor creyó la palabra, pero… lo pensó mucho al pedir la purificación, pues esto implica pruebas, o eso pensó él, supongo. ¿Qué sucedió? Que las pruebas llegaron de todas formas, y un domingo por la mañana en el culto, el pastor pidió en oración al Señor, que purificara la congregación. Al siguiente domingo, nos pidió a todos que pidiéramos la unción del Señor. Esto fue como en octubre del 2012. El siguiente mes de noviembre y diciembre, surgieron muchos ministerios dentro de la congregación, crecieron los que había, se dio una nueva organización, se acercaron muchos hermanos que se habían distanciado, en fin, la iglesia recibió su bendición. Esa vivencia fue inolvidable, fue hermoso. Imagínate, una persona que hasta ese momento, toda su vida sólo había escuchado “No sirves”, “Eres mala”, “Eres tonta”, etc., etc., ahora estaba siendo un instrumento de bien, y no de cualquier persona, sino directamente del Señor: pues esa persona era yo. 

       Por supuesto, no tardaron en levantarse opositores, diciendo que esa palabra que llegaba era falsa, poniendo en duda mi reputación, incluso contando cosas que yo les había confiado en privado, para usarlas en contra mía. Pero como mi mente en ese momento estaba muy enfocada en lo nuevo que Dios hacía conmigo y después en mi problema familiar, pues la verdad no le di mayor importancia a esas situaciones. 

       Un día tuve una crisis nerviosa secundaria a una liberación que Dios estaba haciendo en mí, en la célula donde estudiábamos; al ver mi estado, la hermana que dirigía dicha célula, en lugar de darme apoyo emocional o espiritual, muy enojada me reclamó delante de todas, “¿Quién te está dando esa palabra que traes? ¿Es de Dios, es de ti o es del diablo?” Yo en ese momento estaba, no sentada ni de pie, sino hincada, llorando sin poder controlarme. Pero la ‘hermana’ lejos de edificarme, aprovechó mi debilidad para tratar de exhibirme -lo cual, obviamente no puede provenir de un corazón donde habita Cristo-. Ante esto, el Espíritu Santo me dijo “no te defiendas, yo lo haré”, así que le respondí a la mujer, llorando “¡No lo sé, no lo sé!” y ella me presionó más todavía, que si no sabía de quién era, entonces por qué la estaba pasando al pastor. Ella estaba muy enojada, pero creo que las hermanas que lo presenciaron, discernieron lo que en realidad sucedía, y Dios habló a cada una la verdad; bueno, a las que quisieron escucharla, que realmente fueron casi todas. Poco a poco esos detalles y problemas se fueron aclarando solos, porque NO LES DÍ IMPORTANCIA y lo puse en manos de Dios.

       En mi caso, ese tiempo fue -obviamente- muy especial porque descubrí muchas leyes espirituales, las cuales estoy compartiendo ahora. En ese trance en que mi vida se encontraba, Dios hizo conmigo tantas maravillas que jamás podré agradecerle lo suficiente, lo que Él merece. Fue hasta entonces, hasta ese momento, cuando comencé a ser feliz por primera vez en mi vida, a pesar de la tristeza. Tenía esperanzas, tenía fe; y cuando hay fe, hay victoria. Había que madurar mucho todavía, pero ya estaba preparándose todo dentro de mí, para lo que seguiría después, la siguiente etapa de mi vida con Cristo.

       Por esto es que podemos llamar al Padre de muchas formas, porque Él ES muchas cosas en nuestras vidas, pequeñas y desvalidas. Para que la idea que intento transmitir en esta entrada quede un poco más clara, comparto a continuación una lista con veintiún nombres de Dios.
Jehová: Yo Soy El que soy (no cambio)
Jah: Yo Soy
Yhwh: El Autoexistente (no creado)
El: El fuerte
Adonai: Mi gran Señor
El-Eyón: El Altísimo
Elohim: El Creador Todopoderoso
El Olam: El Dios Eterno
El-Roi: El Dios que me ve
El-Shaddai: El Suficiente
Emanuel: Dios con nosotros
Jehová Jireh: Yo soy tu Proveedor
Jehová Mekaddesh: Yo soy El Santísimo
Jehová-Nissi: Yo tu Bandera
Jehová-Rafá: Yo tu Sanador
Jehová-Rohí: Yo tu Pastor
Jehová-Sabaot: Señor de los Ejércitos
Jehová-Shalom: Yo tu Paz
Jehová-Shammah: Yo estoy presente
Jehová-Tsidkenú: Yo soy tu justicia

       Así que cuando lo invoques, invócalo desde la percepción que en ese momento necesites: Ayudador, juez, defensor, proveedor, sanador, poderoso, dador de paz, etc. Glorifica su Nombre de corazón, y verás que Él, amoroso y dispuesto, abrirá los cielos y responderá tu llamado.

La Guia Profetica 2025-Pei Hey: Apostol Dr. Rony Chaves

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