999 ( 9 de Septiembre de 2009)
Estamos en la hora novena del kairos de Dios (Tiempo). El primer 9, es un número de gobierno (del 1 al 12). Significa fluir en los dones y frutos del Espíritu. Es la temporada de adorar a Dios como un solo cuerpo en Cristo, en su orden (El diseño completo de la Casa del Señor), fluyendo en las 5 gracias ( 5 ministerios: Apóstoles, Profetas, Maestros, Evangelistas, Pastores), expresiones divinas, así como avivando a todo el cuerpo.
El segundo 9, involucra lo dones del Espíritu:
Ojos de Dios: Palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, discernimiento de espíritus.
Boca de Dios: Lenguas, interpretación de lenguas y profecía.
Manos de Dios: Fé, milagros y sanidades
El motivo de estos dones, es para equipar y perfeccionar a los santos en el cuerpo de Cristo, esto nos trae el Tercer 9, el cual representa los Frutos del Espíritu, que deben acompañar a los dones inobjetablemente, de no ser así, de nada sirve.
Frutos del Espíritu:
Amor, gozo, y paz – adoración, intimidad
Paciencia, benignidad y bondad – Relación hacia los demás
Fé, mansedumbre y templanza – Autoridad en espíritu, alma, y cuerpo.
Es el tiempo de mostrar la sabiduría de Dios a los principados y autoridades de este mundo, golpeando al enemigo en la cabeza, con la mano de Dios (poder, fortaleza, el diseño completo de Dios para su iglesia)
En libro de los Hechos 3, Dios revela a su iglesia a través de Pedro y Juan (ellos eran apóstoles y profetas) que fueron a la hora novena a adorar al Templo “La Hermosa”. La hermosa significa “beatitud”, señales y prodigios también.
PEDRO y Juan subían juntos al templo á la hora de oración, la novena. Y un hombre que era cojo desde el vientre de su madre, era traído; al cual ponían cada día á la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, como vió á Pedro y á Juan que iban á entrar en el templo, rogaba que le diesen limosna. Y Pedro, con Juan, fijando los ojos en él, dijo: Mira á nosotros. Entonces él estuvo atento á ellos, esperando recibir de ellos algo. Y Pedro dijo: Ni tengo plata ni oro; mas lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó: y luego fueron afirmados sus pies y tobillos; Y saltando, se puso en pie, y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando á Dios. Y todo el pueblo le vió andar y alabar á Dios. Y conocían que él era el que se sentaba á la limosna á la puerta del templo, la Hermosa: y fueron llenos de asombro y de espanto por lo que le había acontecido. Y teniendo á Pedro y á Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo concurrió á ellos al pórtico que se llama de Salomón, atónitos. (Hechos 3:1-11)
Pedro y Juan conocían acerca de aborrecer a los cojos así como David lo hizo.
Entonces el rey y los suyos fueron á Jerusalén, al Jebuseo que habitaba en la tierra; el cual habló á David, diciendo: Tú no entrarás acá, si no echares los ciegos y los cojos; diciendo: No entrará acá David. Empero David tomó la fortaleza de Sión, la cual es la ciudad de David. Y dijo David aquel día: ¿Quién llegará hasta las canales, y herirá al Jebuseo, y á los cojos y ciegos, á los cuales el alma de David aborrece? Por esto se dijo: Ciego ni cojo no entrará en casa (2 Samuel 5:6-8)
La palabra “cojo”, en estos versos significa, aquellos que no son aptos para estar en la presencia de Dios, tienen duda, que no entran en adoración, asimismo personas que no se mueven por el Espíritu, personas que no cuenta con revelación, sin rumbo, ni visión. Es por ello que los ciegos ni los cojos no entrarán en la casa. Es precisamente lo que estaba sucediendo con la persona coja que se encontraba a la puerta del templo. Pero vemos como Pedro y Juan ponen en práctica los ojos de Dios, cuando le dicen al cojo, “míranos”, esto habla de los ojos de Dios (palabra de de sabiduría, conocimiento, discernimiento). No tengo oro ni plata pero lo que tengo te doy (lenguas, interpreto y profetizó), boca de Dios. Le abrió los ojos, le enseñó la profecía, lo tomó de la mano y le dijo levántate y anda, ahí vemos la Fe (autoridad), señales, milagros, prodigios (Manos de Dios), porque Pedro golpeó la cojera de ese hombre y el entró alabando y adorando. Fue máxima expresión de gratitud, tuvo libre acceso antes la presencia de Dios.
Es necesario mover los dones del Espíritu, al igual que mostrar sus frutos, ya que uno sin el otro de nada sirve. Resulta esencial que todos los santos sean capacitados por los gobiernos locales de las iglesias, perfeccionándolos y equipándolos, haciéndoles saber que tienen autoridad, que son hijos de Dios, y que deben de tomar esa posición en el reino. Uno está en el cuerpo para servir y trabajar, no con el objetivo de calentar solamente los asientos domingo tras domingo en un molde religioso. Es el tiempo de dejar la zona de confort, el status quo, y ponernos en movimiento, activándonos en el Espíritu.
Somos llamados por Dios, ejercitar sus ojos, boca y manos. Hay un gran poder cuando lo hacemos.
Resumen
9 La hora novena de adoración
9 Adoración: fructificando
9 Adoración: moviéndose en los dones
Apostol Cesar Coronado