- Introduccion
- Surgimiento del Movimiento Pentecostal
- Ingreso del movimiento a América Latina
- Adhesión de los Movimientos Pentecostales a los lineamientos fundamentalistas
- Movimientos sociales de finales de los 60’s
- Tipologías
- Su liturgia
- Bibliografía
Un hombre cuenta sus historias tantas veces
que se convierten en nuestras historias.
Ellas viven para siempre y en cierta forma,
se vuelven inmortales
Tim Burton. Big Fish
La pentecostalidad como fruto de renovación del cristianismo moderno, avanza, se desarrolla, se transforma e infunde nuevos bríos a otros movimientos del cristianismo que se encontraban aletargados luego de varios siglos de minucias conceptuales que parecían volverse paulatinamente estériles.
Corrientes espirituales de vieja data parecen florecer nuevamente ante estos nuevos vientos que se perciben al de la iglesia, primero como un movimiento subversivo y de protesta religiosa y cada vez más como un dinamizador de nuevos cambios de las viejas estructuras políticas de la fe cristiana. Estos movimientos que resurgen suelen venir acompañados por el desorden y la confusión propios de aquello que nos es aunque -paradójicamente- conocido. Se percibe la manifestación de estos nuevos modelos de religiosidad como aquello que, por medio de la memoria colectiva -depositada en la tradición- se presenta renovado. Las nuevas generaciones les da precisamente ese sentimiento de algo nuevo ya vivido anteriormente cuando entran en contacto con esta realidad.
La confusión y lo nuevo conllevan siempre el fanatismo y el afincarse en posiciones diametralmente opuestas que en más de una ocasión terminan dañando el renuevo que empieza a nacer. Fue lo que sucedió al renacer del pietismo y de la reforma radical; así como también en el avivamiento del siglo XVIII con los hermanos Wesley y Withfield por un lado y la iglesia anglicana establecida por el otro; igualmente se pudo percibir estos angustiosos apasionamientos en el nacimiento del pentecostalismo en los brazos del movimiento de santidad. Insultos y vituperios salieron de ambos bandos para desacreditar a una y otra parte.
El presente trabajo tiene como finalidad indicar ciertos lineamientos que permitan ver el carácter del pentecostalismo y su relación con los diversos movimientos sociales que surgen desde el primer cuarto del siglo XX y que se intensifican luego de la década de los sesenta.
El movimiento pentecostal surge, al igual que estos movimientos sociales, a inicios de siglo, y es tan solo a de finales de la década de los sesenta que se hace sentir su presencia de manera fuerte, por medio del: 1) aporte teológico, 2) la presencia ecuménica y 3) una expansión explosiva que se manifiesta a lo largo del tercer mundo principalmente, y entre las clases marginales de la sociedad.
Es pues nuestro afán, presentar ciertos elementos del movimiento que permitan encontrar las similitudes con los mencionados grupos.
Es decir, el esfuerzo de este capítulo se centrará en demostrar que el pentecostalismo se engarza en esta repulsa contra la modernidad en el ámbito religioso, dando como resultado una nueva modalidad de religiosidad más acorde con las necesidades de la sociedad posmoderna.
Partiremos desde una historia del movimiento pentecostal en Estados Unidos y su expansión a América Latina. Posteriormente, revisaremos algunos de los factores de las iglesias fundamentalistas que surgen en la segunda mitad de siglo y la alianza que se fragua entre ambos. Haremos un somero esbozo del desarrollo de los movimientos sociales a nivel mundial y su fuerte crecimiento a partir de la década de los sesenta.
Estudiaremos el caso del movimiento pentecostal y los tipos de taxonomía en los que se ha intentado encasillar al movimiento pentecostal. Veremos, a partir de esto, que los movimientos pentecostales, por naturaleza, comparten ciertos lineamientos de los movimientos sociales en cuestión.
Por último, veremos que las luchas sociales que se desarrollan en Europa y Norteamérica, necesariamente tendrían que cobrar un tinte religioso en América Latina donde la religiosidad popular impera por encima de cualquier secularismo.
El avivamiento pentecostal se da ya a inicios del siglo XX en Los Ángeles. Sus raíces se remontan al movimiento de santidad con el cual guarda cierta continuidad y con las de Keswick. El movimiento se desarrolla como un medio de protesta ante el aburguesamiento de la iglesia metodista en Estados Unidos. Las clases bajas de la iglesia se sienten relegadas y su espiritualidad menospreciada por un acoplamiento a la cultura norteamericana. El movimiento pentecostal se desarrolla como un llevar hasta las últimas consecuencias las posturas teológicas del movimiento de santidad. En este sentido, el pentecostalismo inicia su recorrido como lucha social ya a inicios del siglo XX en Estados Unidos.
La inserción en América Latina, como ya ha quedado demostrado por una diversidad de estudios, se da, no por medio de las misiones norteamericanas, pues el movimiento pentecostal se desarrolla de manera desordenada en Estados Unidos en sus primeros años y no consigue una institucionalización lo suficientemente fuerte como para enviar y mantener misioneros a otros países. Quienes lo hacen, confían su provisión para la labor evangelizadora que pretenden realizar a la fe. En sí, todas estas misiones fracasaron, en cuanto a proclamación del mensaje en términos norteamericanos, aunque no en cuanto a la expansión del movimiento como "protesta religiosa".
Bonino habla de las misiones norteamericanas como el "disparador" que genera el propio desarrollo del movimiento pentecostal en América Latina. Tan solo aportan los misioneros con el ejemplo y el arrojo al predicar.
En América Latina, el pentecostalismo toma forma a partir del catolicismo popular: mezcla entre el catolicismo oficial y las tradiciones aborígenes o afro americanas en el caso del Brasil y las Antillas. Prien ve en los pueblos latinoamericanos una constante de inconformidad con la religiosidad católica y profundas raíces místicas entre sus pobladores. Es allí donde el movimiento pentecostal se enraíza, pues como dice Hollenweger, el pentecostalismo logra asumir al misticismo, si bien no intelectualmente, sí por medio de la intuición y la emoción.
En lo referente a los estratos sociales, la inserción del movimiento pentecostal se da con mucha fuerza entre las capas más bajas de la sociedad, precisamente, los mismos que habían sido dominados por la magia y el misticismo. De igual modo que en Estados Unidos, el movimiento se desarrolla como una protesta contra la racionalidad religiosa propia de las clases media (protestantes históricos) y alta (iglesia católica). Es un movimiento de clase, es una protesta y una lucha social que pretende defender lo propio y lo más preciado del pueblo latinoamericano: su religiosidad con la emotividad que esta conlleva.
El desarrollo posterior y el mayor impulso lo consiguen a partir de la década de los sesenta en conexión con el aumento de la fuerza de los movimientos fundamentalistas norteamericanos. El término "fundamentalismo" surge en los Estados Unidos, y se refiere a la exageración en el cuidado moral y al literalismo bíblico. Su afán es oponerse a la situación que las sociedades modernas empiezan a experimentar, respecto del progresivo abandono de los deberes y responsabilidades morales. En esto, de por sí el movimiento fundamentalista, tanto cristiano-norteamericano como islamita, son movimientos de protesta social. Surgen como rechazo ante la globalización generalizada que se avecina.
El movimiento pentecostal se engarza en esta arremetida de los grupos cristianos conservadores de los Estados Unidos y asimila mucho de su pensamiento. No obstante, frente a la propuesta liberal, los pentecostales se manifiestan como ruptura y contrapropuesta de este parecer.
Los diversos movimientos sociales se consolidan a partir de la gran protesta estudiantil de 1968. Cuyos principales ideólogos fueron, Marcuse y toda la escuela de Franckfurt, Marx y quienes planteaban al sistema capitalista como generador de la mayor alienación del hombre en la Historia. Así también concebían al matrimonio entre un hombre y una mujer como un afirmar el dominio patriarcal que ha sometido a las y demás corrientes sexuales por generaciones.
Estas diversas propuestas de pensamiento permiten que, asimismo un gran número de movimientos logren consolidarse y defender sus criterios. Así, por ejemplo, el movimiento feminista o el movimiento gay, se encuentran presentes a lo largo de la Historia, como lo señala Foucoult, no obstante, es en la década de los sesenta, que estos movimientos contestatarios logran fuerza, unidad y una articulación lógica capaz de defender su propuesta.
En todo esto, encontramos un punto central que es la afirmación de las pequeñas identidades y tradiciones, más allá de la uniformidad cultural que se pretende imponer a toda la raza humana.
En tal sentido, el pentecostalismo es un intento de afirmar la identidad religiosa de los pueblos marginales. Los movimientos pentecostales en su diversidad se deben a la multiplicidad religiosa y espiritual a la que pretenden representar. Así pues, movimientos, de lo más dispares, debido a su grito común, unen sus voces en un solo clamor por libertad interpretativa de los símbolos de su fe.
Al movimiento pentecostal, en cuanto movimiento religioso, se lo ha intentado tipificar de diversas formas, no obstante, cabe destacar la crítica que realiza Petersen a esta diversidad de taxonomías pretendidas. Estas se han desarrollado solamente a partir de el lugar de origen de las misiones, mientras el pretende desarrollar una taxonomía que parta del grado de indigenización de tales movimientos. Si bien es acertada esta propuesta, cabe señalar que es necesario, a su vez, identificar los movimientos desde los cuales cada iglesia parte, pues el movimiento se vuelve una protesta contra la iglesia de origen.
En este sentido podemos percibir que en los movimientos pentecostales más que un intento de indigenización, como pretende Petersen, se da una adhesión (y posterior absorción de algunos adeptos) a movimientos contestatarios a la iglesia oficial: la católica. Así, por ejemplo, lo plantea Bastian respecto de los toba argentinos y de los chamulas mexicanos.
Así, es comprensible la variedad de movimientos dentro del pentecostalismo y la dificultad que se tiene para agruparlos en una tipología aceptable. El pentecostalismo puede asumir igual al Yatiri como al Shamán andino y reconfigurarlo de acuerdo a ciertas pautas muy flexibles. Como señala Petersen, citando a Anderson, las creencias pentecostales "daban autorización para tener visiones, trances, sueños y arrebatos, para bailar y practicar diferentes rotaciones físicas, para gritar y cantar fuerte", para realizar largas oraciones y ayunos, así como también una gama de comportamientos creativos a modo de protesta simbólica contra el status quo.
Queremos entonces ver en el movimiento pentecostal la protesta social contra una religiosidad burguesa y poco interesada por las necesidades de la religiosidad popular. Pienso pues que este es un tema que debería ser estudiado de manera más específica.
Cabe destacar que el elemento en el cual se hace más evidente este tipo de caracterización del movimiento pentecostal es en el culto que realizan. A continución presentamos una breve descripción del mismo, partiendo de una premisa: El pentecostalismo es en esencia eucarístico.
Lo eucarístico de la Pentecostalidad.
Propio del movimiento pentecostal es la religiosidad popular, en la que nace y crece con fuerza, asumiendo los valores y significaciones simbólicas de la misma.
Esta religiosidad popular acentúa con gran fuerza el elemento comunitario, parte de una realidad de pobreza que lo hace identificable con una teología de la cruz, y finalmente encontramos que entiende la adoración como un momento de celebración. Así pues, podemos encontrar varios elementos que se relacionan con el sentido eucarístico en la praxis pentecostal criolla.
Lo comunitario (La comunión).
Lo comunitario en tanto aspecto característico del pentecostalismo, enlaza con la comunión como parte central de la eucaristía.
En la iglesia primitiva se percibe que la eucaristía como tal no tiene cabida, sino que las celebraciones se realizan en el seno de una comida común, alrededor de la cual se reúnen para compartir el pan "con alegría y sencillez de corazón". No existe culto propiamente dicho, tan solo la comunión de los hermanos para el convite escatológico. La posterior separación del convite eucarístico como elemento litúrgico, ajeno a la comida, se da debido a las confrontaciones de Pablo con la iglesia de Corintios.
Por su parte, Agustín, varios siglos después, retoma la pauta de Pablo y se rehúsa a aceptar el carácter transubstancial de la cena. Él ve en el pan y en el vino, el cuerpo místico de Cristo y por lo tanto desea que se entienda el alimento y la bebida como comunión. No obstante, para su tiempo, ya la iglesia había sido subsumida en el pensamiento de la iglesia de Corintio.
Es pues de notar que la comunidad primitiva participaba de lo divino partiendo de lo comunitario. Ahora, estos elementos son perceptibles en el pentecostalismo criollo lo cual da lugar al desarrollo de una eucaristía pentecostal.
Esta celebración es una celebración de la comunidad y es también una celebración del vínculo que nos une ahora como familia de Dios. Es el mismo sentido que la religiosidad popular puede asumir en toda participación comunitaria de los alimentos, y más si se trata de una participación religiosa. En el compartir, en el seno de la comunidad, la religiosidad popular, ve el poder hacerse partícipe de la alegría general y por medio de ella también hacerse partícipes de la comunidad misma, con todo lo que esta manifiesta.
Así pues, el carácter comunitario, presente en la eucaristía, así como también en la religiosidad pentecostal, nos permite ver ciertos rasgos fundamentales para la celebración de una eucaristía pentecostal.
La ausencia de lo sagrado en el culto o la sacralización de la creación.
Schweizer, analizando la forma del culto en el Nuevo Testamento, constata la ausencia de referencias que mencionen un culto como tal. Con dos escasa excepciones: Cuando Cristo es el sacerdote que propicia el culto, y cuando el culto es entendido como parte del diario vivir del creyente.
Más allá de estas excepciones, se percibe que un lugar cúltico como tal, o un espacio en la vida, en el cual lo sagrado se hace manifiesto y que sea este lugar geográfico o temporal segregado o contrapuesto al mundo, es inexistente o "sucede escasas veces y con carácter espiritualizante". Por el contrario, se percibe todo como profano "o mejor, todo ha sido santificado por Dios".
Este carácter "profano" de la eucaristía por medio de la santificación de toda la creación puede ser asumido por la cosmovisión del pentecostalismo criollo que han subsumido ante la religiosidad popular mezcla del catolicismo popular y de las religiones indígenas precolombinas. Así pues, es perceptible en los pueblos indígenas de la región andina con mucha fuerza el carácter sagrado de toda la creación, y fundamentalmente de la "Pachamama" (madre tierra). Como ejemplo, podemos percibir que todo conocimiento y toda ciencia que parta del indígena de los Andes, no lo hace en contraposición con la naturaleza, como sí sucede la ciencia de occidente. La ciencia indígena andina parte de la constatación de la integralidad de la creación y de saberse, el hombre, parte de esa integralidad.
Este carácter sagrado de toda la creación aporta al carácter universal de la redención de Dios en Cristo, esto es: La redención de todas las cosas, lo cual es parte fundamental del sentido de la eucaristía, en tanto "acto sacramental que celebra la redención de todas las cosas".
Lo mágico o el poder de la divinidad en los elementos.
Partamos del intento por comprender la religión que hace Malinowksi. Este distingue entre Ciencia, Magia y Religión, la primera da soluciones a los problemas de la vida diaria. La segunda "sirve como un medio para vencer la frustración, ante el fracaso de los medio racionales". La religión, da solución a los problemas fundamentales del ser humano.
Quizá la concepción de Malinowksi sea un tanto positivista respecto del cientismo, no obstante, nos sirve para diferenciar un aspecto primordial de la religiosidad popular: Su carácter escapista. La religiosidad popular, vive el mito y a partir de éste, vive lo mágico como parte integral de su espiritualidad. Este carácter mágico, le permite evadir el dolor propio de la realidad que debe vivir a diario.
J. Moltmann, por su parte, dirá respecto del cristianismo: "nuestra escatología es una forma de escapar de la mundanalidad, realidad que implica dolor". El carácter escapista de la religiosidad popular, se da a través del sentido mágico. Si bien, puede darse apertura a la apropiación de elementos mágicos por parte de la comunidad, también se puede aportar con elementos mágicos desde la propia pastoral. Así pues, los elementos de la cena, que por tradición han conservado un cierto sentido mágico en la transubstanciación y en la consubstanciación, podrían ser adoptados como elementos de lo mágico. La confianza de la gente se deposita en los elementos que se presentan como catalizadores del dolor. Aquí encontramos el espacio para una eucaristía que es consuelo de un pueblo que sufre.
Sacrificio.
El manejo de un carácter mágico en la celebración eucarística, en conexión con la necesidad por parte del pueblo de catalizadores para su dolor, nos lleva inmediatamente a un elemento central, tanto de la eucaristía como del pentecostalismo: el sacrificio.
El movimiento pentecostal parte como una lucha de reivindicación de las clases populares en lo referente a su religiosidad y al aspecto emocional de la misma. Las clases bajas no sienten que el marxismo o las comunidades eclesiales de base las representen, pues los primeros dicen representarlas, pero niegan su religiosidad como algo irracional e irrelevante en las luchas sociales, y las segundas, son un movimiento ideológico iniciado por la clase media y que, si bien permiten la libertad para la opinión de la gente, no permiten al pueblo la libertad de sentirse dueños de su culto. El pentecostalismo inicia y se desarrolla como movimiento de oposición a las clases media (iglesias históricas) y a la clase alta (iglesia católica).
En cuanto tal, podemos decir que la religiosidad pentecostal es una religiosidad de clase y contraria a aquellas que se le pretende imponer "desde arriba".
Ahora, en este sentido, el pentecostalismo representa las luchas y sufrimientos propios del pueblo latinoamericano empobrecido.
La religiosidad pentecostal puede entonces identificarse con el sufrimiento del crucificado y esperar con él su resurrección. Puede identificarse con el pueblo israelita, esclavizado por el imperio romano. Puede identificarse con el nazareno, quien es un esclavo que habla a otros esclavos, es decir un Dios en la periferia del mundo hablando a los desterrados de la pax romana y dándoles su shalom.
La teología de la cruz es propia de los movimientos pentecostales, si bien no ha encontrado la debida articulación teológica en vista de la distancia existente entre el pueblo pentecostal, de clase baja y sus intelectuales de clase media, desconocedores de su sufrimiento y más preocupados por la "domesticación" y supuesta "civilización" del movimiento que por la comprensión y debida articulación teológica de sus prácticas.
La eucaristía, es un momento adecuado para recordar la identidad entre la lucha del crucificado y las luchas diarias del pueblo pentecostal, nunca olvidando que esta lucha se da, en el pueblo pentecostal, a un nivel espiritual las más de las veces, pues –y esto nunca debe olvidarse– es una lucha por la reivindicación de su religiosidad y de su emocionalidad, desarraigados por las otras formas de cristianismo. Es en definitiva un intento por sentirse vivos.
- Celebración.
La gran ruptura que da el pentecostalismo y su gran aporte es devolver la festividad propia del culto. Fiesta y culto van de la mano en los pueblos primitivos, la unificación religiosa de occidente bajo la batuta cristiana se da a la sombra de una sacralización del elemento cúltico, que conlleva la ausencia absoluta de todo elemento festivo en el mismo. El pentecostalismo devuelve al culto el carácter festivo: el culto es celebración "porque la divinidad se ha acordado de nosotros y nos ha bendecido". Es acción de Gracias ( por tanto la alegría indescriptible () por la de Dios en su pueblo ().
Como habíamos visto, la iglesia primitiva sacraliza toda la tierra y des-abstrae al culto del mundo. En tal sentido, no puede quedar exento el elemento festivo en la eucaristía pentecostal, pues por encima de todas las cosas, la eucaristía es celebración.
Los elementos presentados en este trabajo, desde los fundamentos históricos, teológicos y paxeológicos del movimiento pentecostal nos hacen constatar el evidente enlace entre su planteamiento básico y los movientos de protesta social que surgen a lo largo del siglo XX, pero principalmente en la segunda mitad del mismo.
El pentecostalismo surge entonces como un protesta popular en el ámbito religioso, es decir como un medio de reapropiación del símbolo religioso, substraído por las iglesias de clase media y alta.
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Trabajo realizado en el 2005
Pablo Morales Arias
Licenciado en Teología
Quito - Ecuador
Co-Pastor Iglesia Alianza Cristiana y Misionera Carcelén
http://www.monografias.com/trabajos35/pentecostalismo/pentecostalismo.shtml