¿Nunca te ha sucedido que tratando de prender el televisor, radio, la computadora u otros equipos eléctricos, por más que has tratado, no has podido? Al final, después de tanto esfuerzo y mal rato, te das cuenta, ¡que estás desconectado…! ¡Esa es la palabra…! Estamos desconectados de la presencia de Dios. Sí, asistimos al culto regularmente. Cumplimos con nuestros diezmos y ofrendas. Cantamos coritos y cánticos, “danzamos”, bailamos al son de la música. Decimos: “¡Gloria a Dios y aleluya!”, pero la verdad es que estamos desconectados de la Fuente del avivamiento, el Dios de Gloria. Tenemos al Espíritu Santo contristado (entristecido) en un rinconcito de nuestro corazón. “Hno. Jordán, ¿Cómo es posible que usted diga un disparate como ese, si yo siento a Dios en mi vida? ¿No ve que siento la presencia del Espíritu santo en mí, qué nueva doctrina es esa?” Mi amantísimo hermano, no estoy trayendo una falsa o nueva doctrina. Estoy presentando el sentir de Dios. Estoy presentando las razones del por qué no hay, ni puede haber un avivamiento genuino en la Iglesia del Señor. Contestaré a la luz de las Escrituras: “Príncipes de Sodoma, ¡oigan la palabra del Señor! Pueblo de Gomorra, ¡escuchen la enseñanza de nuestro Dios! El Señor dice: “¿Para qué me sirven sus muchos sacrificios? Estoy harto de holocaustos de carneros y de la grasa de animales gordos; no me agrada la sangre de bueyes, ni de ovejas y machos cabríos. “Cuando ustedes vienen a presentarse ante mí, (para pisar)… mis atrios? No me traigan más ofrendas inútiles. El incienso me repugna; no soporto la luna nueva ni el día de reposo, NI LAS REUNIONES QUE CONVOCAN; sus fiestas solemnes son inicuas. Mi alma aborrece sus lunas nuevas y sus fiestas solemnes; ¡son para mí una carga insoportable!, Isaías 1:10-15 (RV Contemporánea). ¿Acaso esta casa, donde se invoca mi nombre, es para ustedes una cueva de ladrones? Tomen en cuenta que yo también veo esto, Jeremías 7:11.
El pueblo de Israel pensaba que estaba agradando a Dios, con sus sacrificios y el servicio que le daban, pero, Dios ni siquiera ponía atención a sus oraciones. ¡Estaban desconectados de Dios! El Señor aún les reclamó que usaban el templo como cueva de ladrones. “Pero esto sucedía con el pueblo de Israel, no con la Iglesia”, dirás. “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”, Romanos 15:4. La Iglesia es el Israel espiritual (la rama injertada a la higuera). Muchas veces actuamos como aquel pueblo. En una ocasión fui a predicar a una iglesia en Newark NJ. Sentado en el altar, pude notar por medio de un cristal que había cerca de la entrada, una vitrina llena de pastelillos y alcapurrias. Los hermanos se movían desde adentro a aquel lugar, parecía un friquitín. ¡Qué desorden…! Entiendo que a veces las congregaciones pobres se ven obligadas a hacer actividades, pero para eso deben de tener un salón aparte. ¿Quién resiste el olor a pollo frito dentro del templo, principalmente mientras se está en ayuno? A veces se ven creyentes mascando chicles, como si estuvieran en el cine. He visto como los padres les dan el celular a sus hijos durante el servicio, para que se entretengan jugando. ¿Cómo es posible…? ¡Esto demuestra que asistimos a los cultos como una rutina, y que verdaderamente estamos desconectados! Nosotros nos desconectamos de Dios cuando no le damos el primado en nuestras vidas y lo ponemos en segundo lugar. Estamos desconectados cuando le ponemos más atención a las cosas materiales antes que a nuestros Salvador. Estamos desconectados cuando el deporte toma nuestras mentes. Estamos tan desconectados que lo único que hablamos es de nuestro equipo, de nuestro ídolo, el campeón de boxeo, las estadísticas deportivas, etc. Lo menos que hacemos es tener a Dios en nuestras bocas. Nuestras conversaciones giran alrededor de las cosas de la vida, pero al Señor sólo lo mencionamos para decir: “¡Oh, may gad…!” “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque Jehová no dará por inocente al que tome su nombre en vano”, Deuteronomio 5:11.
¡TENEMOS QUE RECONECTARNOS…!
“También os he enviado a todos mis siervos los profetas, enviándolos repetidas veces, a deciros: “Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, enmendad vuestras obras y no vayáis tras otros dioses para adorarlos…, pero no inclinasteis vuestro oído, ni me escuchasteis”, Jeremías 35:15.
Cuando realizamos que nuestros equipos electrónicos no funcionaban porque estaban desconectados, inmediatamente los conectamos, ¡y ya, muerto el pollo…!, resolvemos el supuesto problema. Nosotros, de la misma forma, tenemos que reconocer que estamos desconectados de Dios y tenemos que reconectarnos. Si logramos entender esto y lo ponemos en práctica, entonces veremos el avivamiento más grande de la historia, de que hablo el profeta Joel: “Ahora, pues, dice Jehová,
CONVERTIOS A MI CON TODO VUESTRO CORAZON, CON AYUNO, LLANTO Y LAMENTO. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos, y CONVERTIOS A JEHOVA, VUESTRO DIOS; porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y se duele del castigo. ¡Quién sabe si volverá, se arrepentirá y dejará bendición tras sí; esto es, ofrenda y libación para Jehová, vuestro Dios!”, Joel 2:12-14. “DESPUES DE ESTO DERRAMARE MI ESPIRITU SOBRE TODO SER HUMANO, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. También sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días. Haré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día, grande y espantoso, de Jehová. Y todo aquel que invoque el nombre de Jehová, será salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el resto al cual él habrá llamado”, Joel 2:28-32.