Para que se dé
la restauración es necesario que la persona sea ministrada en liberación y
sanidad interior. Por lo tanto es necesario aclarar las diferencias de estos
ministerios y la necesidad dentro de la restauración. Dentro de la Iglesia Cristiana
se desarrollan estos ministerios, pero muchas veces por desconocimiento, se
cometen errores en la forma de ministración, y en lugar de traer paz y libertad
a la persona que busca a Dios, confunden y empeoran su situación espiritual y
emocional.
Por eso, es
importante conocer cuáles son las diferencias y las necesidades que hacen que
estos ministerios estén estrechamente relacionados y sean parte de la
restauración. Es necesario recordar y tener claro que el ser humano está
formado de cuerpo, alma y espíritu y las tres áreas trabajan en forma integral:
Si un área está dañada, afectará negativamente las otras áreas.
Desde el punto
de vista espiritual una persona poseída bajo el dominio de un espíritu maligno;
manifestará también un comportamiento emocional trastornado y sufrirá en su
cuerpo. Esta persona debe ser ministrada en oración de liberación de acuerdo al
poder que Jesucristo dio a su Iglesia (Lucas 10:19).
En esta acción
las fuerzas del mal dejan de operar ante el Poder del Espíritu Santo en la
oración y la palabra de Dios. El tiempo requerido para esto puede ser corto o
instantáneo según la necesidad que se establece en la lucha espiritual. Como la
persona está bajo el dominio total de la opresión demoníaca, está
imposibilitada a liberarse por sí solo; necesita de los siervos de Dios. Sin
embargo es consciente de su situación y en su área emocional (alma) siente
temor, angustia, vergüenza, ira. Los siervos deben ser discretos, sabios y
operar en amor; no hacer de la ministración un espectáculo público porque esto
afectará la imagen y concepto de la persona dentro de la congregación. Además,
debe tenerse en cuenta que toda persona liberada debe continuar en el
ministerio de sanidad interior para llevarlo a su restauración, pero, ¿qué es
sanidad interior?
Sanidad
interior es el resultado, en el alma de la persona, de un proceso de renovación
de su mente y corazón, que le trae paz interior, lo libera de los recuerdos
dolorosos y le permite restaurar su vida presente de acuerdo a la voluntad y
planes de Dios para su vida. La sanidad interior abarca la curación de las
emociones y sentimientos dañinos que traen depresión, ansiedad, angustia y
falta de paz, debido a recuerdos dolorosos no sanados que distorsionan también
los pensamientos y crea mentiras propias para justificar la experiencia o
reprimirla.
A diferencia
de la liberación demoníaca, en la sanidad interior la participación activa,
decisión y perseverancia de la persona son indispensables y se requiere de un
tiempo indefinido donde trabaja el Espíritu Santo, guiando, redarguyendo y
revelando la verdad que hace libre (Juan 8:32). Este es un proceso paulatino de
"quitar el espino" y sembrar, en los pensamientos la palabra de Dios
y en el corazón el amor perfecto de Dios. La palabra para la mente enferma y el
amor para el corazón herido lleno de odio y rencor a causa del dolor del
pasado.
Todas las
personas necesitamos sanidad interior porque todos estamos heridos, mas no
todos necesitamos liberación demoníaca. Sin embargo, en ambos casos se pueden
dar manifestaciones como ira, ansiedad, depresión, angustia pero no siempre son
por causas espirituales. La mayoría de veces se debe a los frutos de los
recuerdos dolorosos del pasado no resuelto, por tanto los siervos de Dios deben
tener cuidado en la forma de ministrar.
En este aspecto se cometen muchos errores que empeoran la situación de la persona.
En este aspecto se cometen muchos errores que empeoran la situación de la persona.
Veamos los siguientes ejemplos:
Una persona
que ha sufrido depresión por mucho tiempo, busca de Dios y es liberada de un
espíritu de depresión. La persona regresa a casa y la depresión empeora.
Entonces, siente que Dios la ha abandonado, que su última esperanza no existe,
o que es indigna y hay pecado en su vida. Esta situación la hace caer en una
depresión más profunda y pierde confianza en el poder de Dios. El problema es
que esta persona necesita ser ministrada en sanidad interior y no liberación y
guiarla hacia su restauración. Errores similares se producen cuando sé ministra
liberación demoníaca a una persona que sufre de la enfermedad epilepsia. Esta
enfermedad presenta manifestaciones similares a las del muchacho del espíritu
mudo (Marcos 9:17-22): Se apodera de él, lo derriba, echa espumarajos, cruje
los dientes y se va consumiendo. Se puede mencionar también el caso de personas
con trastornos hormonales que manifiestan ansiedad severa o depresión por
causas físicas. ¿Cuantos niños también no habrán sufrido traumas que en su edad
adulta les impedirá confiar en el "Padre", o temerán se ministrados
con la "sangre" de Cristo? Porque en los recuerdos dolorosos la
persona también crea imágenes que le causan temor y están distorsionadas de la
realidad. Es lógico que todas estas personas necesitan ministración; pero no
siempre se debe a que están poseídos por un espíritu inmundo. Por supuesto
Satanás usa estas situaciones para oprimir a la persona, pero no es lo mismo
opresión que posesión.
En conclusión
toda persona que necesita liberación deberá tener un seguimiento de sanidad
interior y restauración, pero no toda persona que necesita sanidad interior
necesita ser ministrada como una persona endemoniada. Cualquiera que sea la
situación, se debe recalcar en forma auténtica el amor de Dios, a través de los
actos de los siervos de Dios que necesitan comprensión, sabiduría y sobre todo
haber sido llamados por Dios a cada ministerio. Porque Dios al que llama,
prepara, a través de su propia experiencia (2 Corintios 1:4).
¿POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS NO SON RESTAURADAS AUNQUE ESTÁN EN CRISTO JESÚS?
Porque no se
atreven a reconocer su propia responsabilidad por el temor y sentimientos de
culpa. Prefieren achacar todo problema culpando a otros y cierran la puerta del
corazón. Dios demanda una condición: que le abramos la puerta (que es la
voluntad), creamos en El y le obedezcamos porque, El no obliga. El invita, El
llama... El pide que le entreguemos las cargas y le sigamos...
"He aquí
estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta yo entraré,
cenaré con él y él conmigo" (Apocalipsis 3:20).
Jesús quiere
entrar con su ministerio de salvación, liberación, sanidad interior,
restauración. Pero en cada área la persona debe abrirle la puerta por medio de
la honestidad, humildad y fe.