Yo también soy víctima de la religión:
Se me enseñó todo lo que no podía hacer y se les olvidó enseñarme que nací con un propósito divino.
Se me enseñó todo lo que no podía hacer y se les olvidó enseñarme que nací con un propósito divino.
En un país que amo y donde sembré tres años de mi vida como misionero, varios religiosos me enviaron al infierno en repetidas ocasiones y me negaron sus púlpitos por el simple hecho de que yo tuviera una barba. Yo no puedo pasar navajas en mi cara porque se me brota la piel. Me recorto la barba bajita y aún así, se me entierran los vellos formando granos en mi cara. Los hermanos religiosos, intransigentes y recalcitrantes no entienden esto y por eso me rechazan, porque tengo una barba que ni a Dios, ni a mi esposa ni a mí nos molesta. Aquí mismo en Puerto Rico un pastor me llamó para decirme que estaba cancelando el compromiso que tenía con ellos porque vio que yo tenía una pequeña barba. Yo le dije que si la barba fuera un pecado, Dios no dejaría que creciera en mi cara. Ésta y muchas barbaridades más ocurren en las iglesias que han decido enfocarse en la ley en vez de reconocer las capacidades que tenemos cada cual para hacer avanzar el Reino de Dios en la tierra. Por eso es que estamos tan atrasados en nuestra agenda generacional y seguimos perdiendo grandes talentos que no pueden resistir más una opresión religiosa que por cierto no viene de Dios.
Ni siquiera sé si deba tocar el tema de los títulos, como por ejemplo "apóstol". No se cuál es el problema que tienen algunos religiosos con los apóstoles. En el mismo versículo donde se menciona a los pastores y evangelistas, también se menciona a los maestros, los profetas y los apóstoles (Efésios 4:11). O aceptamos el versículo completo o mejor no aceptamos nada. Los que me atacan por esto, si hablaran conmigo antes sabrían que para mí la palabra "apóstol" no es un título jerárquico, sino una función. Sabrían que para mí un apóstol es un misionero, y eso es lo que he sido durante los últimos treinta y dos años de mi vida. El detalle es que la Biblia no usa la palabra "misionero" sino "apóstol". Además, no hay ningún lugar en la Biblia que indique que los apóstoles dejarían de existir. Cuando Jesús se fue de la tierra, dejó once apóstoles del Cordero (de los cuales conocemos sus nombres) porque Judas se ahorcó. Matías fue consagrado apóstol por los once que dejó Jesús. Pablo, quien tampoco fue uno de los que Jesús dejó establecido como apóstol, fue reconocido por la iglesia como uno. Además de éstos, hubo varios apóstoles más a quienes se les menciona como colaboradores.
Si queremos ser categóricos, podemos decir que:
Jesús es el apóstol del Padre, porque fue enviado por el Padre.
Los once discípulos que dejó Jesús son los apóstoles del Cordero (Jesús) porque fueron enviados por el mismo Jesús.
Pablo y todos los demás apóstoles establecidos después son apóstoles del Espíritu Santo, basado en lo ocurrido en Hechos 13:2-3: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”. Noten bien que Bernabé fue separado y enviado a la misma misión a la que fue Pablo. ¿Por qué entonces algunos reconocen a Pablo como apóstol y a Bernabé no? ¿Será porque no escribió alguna epístola, o porque él no salió en defensa de su apostolado como lo hizo Pablo, o porque no aparece la palabra "apóstol delante de su nombre? Aquí lo importante no son los títulos, sino la función de cada cual.
Dejen ya de atacar a los que se quieran dejarse llamar “apóstol” y que el Espíritu Santo los juzgue si no lo son. El título que realmente no aparece en la Biblia es el de “reverendo”, pero nadie los está atacando y no insto a que lo hagan; respetémonos.
¿Qué les puedo decir en cuanto al tema de la ropa?:
Si un pantalón fue diseñado y creado para mí que soy un hombre, no es correcto que mi esposa lo use porque es ropa de hombre. Si un pantalón fue creado para mi esposa y yo me lo pongo, no sería correcto porque es ropa de mujer; y la Biblia es clara en cuanto a esto. Cualquier persona inteligente puede entender esto. Lo que no puedo entender es que en pleno siglo XXI todavía haya líderes religiosos que no lo entiendan y que tengan a nuestras hermanas en la fe vistiéndose en desacuerdo a su edad y que ni siquiera se les permita arreglarse el cabello. Dejen que las hermanas se arreglen y denle espacio al Espíritu Santo para que obre en ellas en cuanto a qué ponerse y qué no. Algunas de las mujeres más ungidas del mundo han sabido mantenerse libre de la esclavitud religiosa. Una de ellas fue Daisy W. Osborn (la que fue esposa del fallecido T. L. Osborn), para quien tuve el privilegio de traducir en varias ocasiones en los años 80. Fue una mujer llena del Espíritu Santo y que caminó en un nivel de autoridad que he visto en muy pocas mujeres. De ella aprendí mucho.
Siento un rugir bien fuerte en mi espíritu que grita LIBEREN AL PUEBLO DE DIOS DE LA ESCLAVITUD DE LA RELIGIÓN Y HÁGANLO YA. Hemos perdido por lo menos dos generaciones de jóvenes por imponerles leyes que nadie puede cumplir. ¡No! ¡No soy un predicador moderno que sólo predica “gracia”! También predico que sin santidad nadie verá al Señor, pero no enfatizo una santidad externa. Los que sólo son "santos" por fuera, nuestro Señor Jesús lo llama SEPULCROS BLANQUEADOS (Mateo 23:27).
Y qué me dicen de los pastores que optan por no participar en una campaña evangelística que viene a su ciudad, sólo porque el evangelista no es de su denominación o concilio, o porque su "estilo" es diferente. ¿Por qué nos cuesta tanto trabajar unidos a favor del Reino de Dios?
Sé que algunos me escribirán expresando su disgusto por este artículo. Sólo les pido que sean objetivos en lo que exponen. Yo amo a mis hermanos en la fe y me causa mucha tristeza verles oprimidos bajo las influencias de la religión.
El apóstol Pablo exhortó a la Iglesia en su carta a los Gálatas diciendo: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” y “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:1 y 13).
Nuestro Rey y Señor Jesús dijo: “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que cierran la puerta del reino de los cielos para que otros no entren. Y ni ustedes mismos entran, ni dejan entrar a los que quieren hacerlo” (Mateo 23:13 DHH).