Quisiera dar el sitio de donde lo saque, pero no puedo debido a que no me permite acceso directo a la direccion y no puedo poner la direccion, pero esta muy bueno.
Mucho se ha escrito y hablado con relación a esta palabra indescriptible llamada fe. Sin embargo, llegamos a la conclusión de que en realidad sabemos muy poco con respecto a este tema.La fe es aquella cualidad o poder por el cual las cosas deseadas vienen a ser posesión nuestra. Esta es la más cercana de las definiciones de la fe sugerida por la inspirada Palabra de Dios.Usted no puede pesar la fe, ni confinarla a un recipiente: No es algo que se puede sacar, mirar y analizar. No puede poner su dedo sobre ella y decir positivamente aquí está. Tratar de dar una explicación precisa es como tratar de definir la energía por medio de una declaración específica.
En el terreno de la física se nos dice que el átomo es un mundo dentro de sí mismo, y que la energía potencial contenida dentro de este átomo desconcierta la mente de toda persona. Trate de definirla y tropezará con dificultades. Esto mismo ocurre en el terreno espiritual, con la fe. Pero aunque no es fácil definir exactamente lo que es, nosotros sabemos lo que la fe no es.Uno de los errores más comunes es confundir la fe con presunción. Debemos estar constantemente alerta ante semejante peligro, porque hay una gran diferencia entre ambas.
Hay muchos que mezclan los ingredientes de su propia actitud mental con un poco de confianza, una brizna de credulidad y un buen puñado de egoísmo religioso. Luego le añaden un poco de esperanza junto con otros ingredientes, mezclándolos en un crisol espiritual, y al resultado le ponen el nombre de fe.La fe es mucho más que creer, es mucho más que confiar, es mucho más que esperar, y sobre todo la fe nunca es jactanciosa. Si es una fe pura, la fe del Espíritu Santo, nunca actuará de modo contrario a la palabra de Dios, ni en oposición a Su sabiduría y voluntad.Ha habido veces cuando he sentido que la fe ha penetrado de tal manera en todo mi ser, que me he atrevido a decir y hacer cosas que de haber estado apoyada en mi propio entendimiento y razón, jamás las hubiera hecho. No obstante fluyó a través de cada palabra y acción con un poder irresistible que literalmente me quedé pasmada, viendo las poderosas obras del Señor. Una cosa sé: Ni en usted ni en mi hay ingredientes o cualidades que puedan crear fe Bíblica del tamaño de un grano de mostaza.Razonemos juntos de una manera comprensible y muy simple: Si yo quisiera cruzar un gran lago y no hubiera otro medio para hacerlo excepto una embarcación, lo más lógico es que intentará conseguirla. Sería necio de mi parte, procurar alcanzar nadando la otra orilla situada a centenares de kilómetros, cuando lo que necesito es el medio de transporte que me lleve.
Obtenida la embarcación llegaré allá de modo más fácil.Ahora bien ¿de dónde obtenemos la fe que nos lleve a través del lago? La respuesta a esta pregunta es la siguiente: La fe es un don de Dios y un fruto del Espíritu Santo. Sea esto don o fruto, la fuente y el origen de la fe es siempre el mismo. Viene de Dios y es un don de Dios.Si la fe carece de poder, no es fe. No puede usted ejercer la fe sin obtener resultados, de la misma manera que no se puede tener moción sin movimiento. Lo que tantas veces llamamos fe, es solamente confianza, pero aunque confiemos en el Señor, es la fe la que tiene acción y poder.
Un hombre podrá perfectamente confiar en el Señor y Sus promesas de que un día será salvo porque acepte a Cristo, recibiendo el perdón de sus pecados. Podrá confiar en el Señor lo suficiente hasta el punto de creer que Dios tiene la habilidad para perdonarles sus pecados. Pero únicamente si este hombre posee una fe activa, podrá nacer de nuevo.“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.
La gracia y la fe están tan estrechamente relacionadas que no pueden separarse una de la otra. Lo maravilloso de todo esto, es que muchas veces se nos imparte la fe cuando nos sentimos más indignos. Pero la fe no es un producto de mérito propio, porque ningún ser humano merece la salvación. Del mismo modo que ningún ser viviente merece la más pequeña de las bendiciones de Dios. Por esto es que ambas, la gracia y la fe, están estrechamente relacionadas.La fe impartida al pecador para salvación, es tan sólo el resultado de la misericordia y la gracia de Dios. Es un regalo. La fe que es impartida la individuo para la sanidad de su cuerpo físico es también el resultado de la misericordia de Dios; el derramamiento de su gran caudal de compasión y gracia. Es un don. Usted no necesita orar pidiendo fe; busque al Señor y la fe vendrá.Los discípulos y el maestro estaban en las aguas del mar de Galilea. Era un hermoso día; el lago estaba en calma y el cielo era limpio, cuando de pronto una gran tormenta se desató. Los pobre discípulos se llenaron de terror. El viento soplaba con toda su furia, la pequeña embarcación estaba a punto de naufragar, y ellos veían que estaban a punto de perecer.Finalmente en su desesperación, despertaron a Cristo que dormía. El Señor con toda calma solamente les hizo una pregunta. ¿Dónde está vuestra fe? ¿Dónde estaba? ¿La dejarían en la playa antes de entrar en la embarcación? ¿Se habría caído al fondo del mar? ¿Habría sido arrebatada por la tormenta?.Su fe había estado con ellos todo el tiempo, no les había dejado ni por un segundo. Eso es exactamente lo que Jesús quiso decir al declarar: “Sin mi nada podéis hacer”.
Nos sentimos derrotados cuando fijamos nuestra vista en las circunstancias, en nuestros problemas debilidades, en nuestras enfermedades físicas. El camino más seguro hacia la derrota, es enfocar nuestra mente en nosotros mismos. La tormenta puede causar el naufragio de nuestra embarcación, pero el hecho real es que la fe que trae la victoria está más cerca de nosotros que nuestras manos y pies.Ninguna persona necesita por tanto ser derrotada, a nadie debe faltarle la fe.Mire hacia arriba y verá a Jesús: El es nuestra fe. No es la fe lo que debe buscar sino a Jesús.El dador de toda buena dádiva y todo don perfecto. El es el autor y consumador de nuestra fe.
Exegesis de Kathryn Kuhlman.
Exegesis de Kathryn Kuhlman.