Tienen una baja autoestima. Aunque aparentan ser fuertes y confiados, son todo lo contrario, débiles y sin confianza en sí mismos. Para poder sentirse fuertes y auto confiados, recurren a la manipulación y a la fuerza para “mantener el control”. Para esto utilizan la “doctri-na” para intimidar a sus seguidores.
Son exageradamente celosos. Creen que un signo de su amor por la obra es el celo. No permitirán a sus miembros desarrollar el ministerio al que fueron llama-dos. No querrán que salgan a predicar o cantar con regularidad, pues temen que quieran salir de su iglesia. Siempre alegan que tiene solo celo por la obra de Dios.
Muestran un comportamiento controlador. Con la excusa de proteger a sus miembros comenzarán a controlar todos los movimientos de estos. Van a querer controlar sus salidas, sus relaciones, sus lecturas. Algu-nos incluso querrán que solo escuchen, lean y vean los mensajes de ellos mismos, y de sus líderes más cerca-nos.
Utilizan el aislamiento para mantenerlo centrado en él. Con la finalidad de mantener a sus miembros enfocados solo en el líder, este procurará aislarlos de toda actividad externa para que no reciban otro tipo de mensaje, pues temen perder a los miembros de la iglesia. No le “darán permiso” para ir a un congreso u otra actividad porque “esa gente no está en nuestra visión”. Ellos mismos están aislados de los demás ministerios, y se han enemistado con muchos pastores, solo por miedo a ser descubiertos en sus prácticas.
Tienen pobres destrezas de comunicación. Los religiosos son predicadores hábiles, pero pobres comunicadores. Se les hace fácil hablar en público de forma general, pero no en privado con las personas. Evitan la confrontación, porque ellos mismos no quieren ser confrontados, y tiene siempre “gatilleros” que se encargan de hacer el trabajo “sucio” de hostigar a las personas, y llevar el mensaje de con quién y donde no deben estar. Estos siempre hablan a nombre el líder. En algunos casos el líder negará saber lo que estos “gatilleros” hacen, pero nunca les pedirá que cesen de hostigar a las personas.
Son personas hipersensitivas. Se ofenden y hieren con mucha facilidad. Tan pronto alguien muestra alguna señal de “infidelidad” al líder, este se ofenderá y recu-rrirá a acusar de falta de fidelidad a quien lo desobede-ce. Se enojarán y en ocasiones hasta se “deprimirán” con facilidad ante un comportamiento “infiel”, siempre son las víctimas de los demás, a pesar de lo buenos padres o madres espirituales que son.
Muestras una personalidad dual. Los religiosos pueden presentarse como las personas más rudas y en ocasiones crueles en cuanto a la “doctrina”, a la vez que muy “amorosos”. Estos cambios de personalidad se dan dependiendo del comportamiento de sus miembros. Pero siempre al final todo el maltrato religioso será justificado por el “amor que tiene por Dios y por los miembros”, y su afán por protegerlos a ambos.
Al igual que en el ciclo de violencia doméstica, la violencia religiosa tiene un mismo fin: control total de las personas.