A mediados de los ochenta fui invitado a ministrar la Palabra de Dios a una reunión distrital para Pastores y Ministros en mi país. Minutos antes de darme lugar para predicar, uno de los Obispos principales ocupó la plataforma para saludar y hacer un comentario.
En un momento determinado dijo algo que me sorprendió: – Amados ministros, tengo que darles con dolor una mala noticia: El Rev. “XX” ha caído en pecado y dejado el ministerio -. Ese comentario trajo un murmullo general entre los presentes, pero lo que iba a decir a continuación seria aun más sorprendente, al menos para mí en ese tiempo: – Además, debo decirles con profundo dolor y vergüenza que esa mala noticia era esperada y deseada por mucha gente –
En ese instante ya no pensé más en el siervo que había caído sino en la frase “esa mala noticia era esperada y deseada por mucha gente”. Me aseguré de haber escuchado bien y me hice la pregunta que me llevó posteriormente a investigar en la Palabra de Dios: ¿Cómo es posible que hermanos en Cristo y ministros del Señor estuvieran deseando y esperando la caída de otro hermano en la fe y siervo del Dios Altísimo? Más adelante me entere que el hermano “caído” en realidad había sido falsamente acusado, y removido injustamente de su posición en la fraternidad. Todos esos falsos comentarios hicieron que luego de mas de treinta años intachables, tuviera que irse de la denominación por la puerta trasera, como escapando. Existieron falsos comentarios, acusaciones falsas y calumnias que fueron esparcidas y tomadas como verdaderas, perjudicando a este santo varón de Dios. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Acaso no era un hombre honesto, santo e irreprensible? ¿Cómo Dios permite que eso le suceda a un hombre de integridad?
Los años han pasado y la experiencia ministerial, sumada a la sabiduría de Dios, me ha llevado a entender que esto sucede muchas veces. La mayoría de los que estamos en el ministerio generalmente hemos sido alertados para cuidarnos de la tres “F” (faldas, fama, finanzas) pero no le hemos dado importancia, para cuidarnos y protegernos, de lo que yo he llamado las tres “D” destructoras que operan contra los santos de Dios.
Antes de compartir las “tres D”, debemos decir que no es la primera vez (y lamentablemente no será la ultima) en la que los siervos de Dios, fieles y santos, son falsamente acusados por personas utilizadas por el diablo, para eliminarlos de su carrera espiritual e imposibilitar que causen daño al reino de las tinieblas y cumplan su destino en Dios. La Biblia nos enseña a que no debemos estar ciegos a las maquinaciones del enemigo, por eso, preste atención a lo que sigue.
Difamar, entonces significa hablar mal, blasfemar (o maldecir) y crearle mala fama a un siervo irreprensible del Señor, a través de comentarios mentirosos y falsas acusaciones.
Descrédito, entonces significa hablar mal de un santo siervo de Dios, para injuriarle a fin de que pierda su buen testimonio ministerial.
En 3 Juan vv. 9-10 leemos acerca de esto: “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros…” ¿Qué hacia Diótrefes? Defenestraba malignamente con calumnias a Juan, fiel siervo de Dios. Es por eso que en el v.11 el Apóstol Juan le da un consejo a Gayo, el amado, diciéndole: “Amado, no imitéis lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios.” En este contexto, lo malo es defenestrar a los siervos de Dios. Por cierto, jamás Dios aprueba tal comportamiento.
Alguien dijo en verdad que hay que ser una verdadera amenaza para la obra de satanás para que él se moleste en señalarnos y ser victima de sus infames ataques. Por eso usted verá a muchos que “sirven” y nunca les pasó ni pasará nada de lo que estamos hablando, pero usted verá a alguien seriamente comprometido con la causa de Dios, ungido y equipado contra las fuerzas de maldad, y verá a alguien severamente atacado por el enemigo en diversas etapas ministeriales. (Importante: Si quiere saber en detalle cuáles son otras formas de ataque satánico, vaya a mi página enhttp://www.rmpministries.com y entre donde dice “Artículos” y lea “6 Formas de Ataque Satánico”)
En 1 Timoteo 4:10 leemos: “Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios.”; en Hebreos 10:32-33 leemos: “Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos, por una parte, y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante”. Note las palabras del escritor, habla de un “gran combate” que es familiar para todos los que hacen la obra de Dios. Bajo el punto de vista bíblico, lo normal es el ser atacado por el enemigo para descalificarnos de la batalla espiritual. Usted debe vivir cada día armado de ese pensamiento y tomar las precauciones necesarias.
La voluntad de Dios es que todos sus ministros tengan buen testimonio dentro y fuera de la iglesia, para no caer en descrédito y en lazo del diablo (1 Timoteo 3:7). El enemigo, conocedor de ésta Palabra, lanza sus ataques para lograr el descrédito y enlazar a los siervos del Señor.
A través de los años, muchos santos varones y mujeres de Dios han sido falsamente acusados por comentarios que llegaron a oídos de la gente, en forma de chisme, originando una infección espiritual, que hizo levantar a la gente con un dedo acusador, para desprestigiar la integridad ministerial de los siervos del Señor y rechazar su ministerio. Muchas iglesias se han dividido y cerrado por esta causa; muchos ministros han tenido que dejar ministerios, ciudades y huir como si hubieran sido realmente culpables.
Santiago 4:1 dice: “¿De donde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? En el v.2 dice cuales son las pasiones: “codicia y envidia”. En Gálatas 5:20-21, también se habla de las obras de la carne que fluyen en el creyente no quebrantado ni lleno del Espíritu Santo: “enemistades, pleitos, celos, contiendas, envidias”. En 1 Corintios 3:1-3 Pablo le dice a los Corintos que nos les puede hablar como a personas maduras en la fe sino como a carnales, como a niños en Cristo. ¿Por qué les dijo así? “porque aun sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y divisiones; ¿no sois carnales, y andáis como hombres (que no tienen a Cristo)? Santiago 3:6 dice acerca de la lengua: “la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua esta puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” Aquí claramente la Palabra dice que el diablo utiliza la lengua del creyente carnal para lanzar su feroz ataque contra los santos siervos del Señor.
Existe gente que frecuenta nuestras iglesias y luego de un tiempo se van desparramando veneno contra los pastores o autoridades espirituales, haciendo que muchos otros dejen esa congregación; a otros quizás el pastor les ha dado lugar para desarrollarse y comienzan a sentirse celosos y a envidiarle, por eso hablan detrás de él para dividir la iglesia. Otros, aún luego de haberse ido a otra congregación siguen hablando y calumniando injustamente originando un descrédito sobre la vida y ministerio de ese ministro.
1. La crítica, calumnia, etc., vienen por ser una autoridad espiritual de parte de Dios. Es parte del ministerio público. A Jesucristo le sucedió, a los apóstoles de la iglesia primitiva también. Recuerde que el estar al frente de una congregación, ministerio, lo hace estar más expuesto al ataque difamador del diablo. Usted será criticado haga lo bueno o lo malo.
2. Tome lo que el enemigo envió para destruirlo, para ser usted mismo edificado. Tome todo ese espíritu de falsa acusación para mantenerse siempre en el sendero de la humildad y dependencia de Dios. La crítica nos mantiene humildes o nos hace levantar con soberbia. Elija lo primero y Dios le va a exaltar.
3. Aprendamos a reconocer nuestros errores cuando fallamos. Examine la crítica que recibe para examinar su corazón ante Dios. Pregúntese: – Señor, ¿Yo he hecho algo que dio lugar para ser criticado? – Recuerde que el único infalible es el Señor y muchas veces podemos ser nosotros los causantes de las críticas.
4. Trabaje espiritualmente para que esos ataques no le hagan retroceder en su llamado ni lastimen su corazón. Decida perdonar a aquellos que, sin saberlo o premeditadamente, son utilizados por el enemigo. Bendígales en Nombre del Señor. No tome represalias humanas. La venganza le corresponde al Señor.
5. Pida al Señor que sane sus heridas interiores y deje que el Espíritu Santo produzca el fruto de Gálatas 5:22-23.
6. Ante los ataques difamatorios, no se defienda ante los hombres sino reprenda al diablo, causante central del problema. Tenga un grupo de fieles intercesores que puedan batallar junto a usted para atar, reprender y cancelar todo espíritu de calumnia y difamación contra su vida y ministerio.
7. Aférrese a la Palabra que Dios le ha dado a sus siervos en Isaías 54:17 “Ninguna arma forjada (del diablo) contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mi vendrá, dijo Jehová.”
8. Siga haciendo lo que estaba haciendo, es decir, servir a Dios con integridad y fidelidad.
9. Si por causa de la difamación o algún ataque espiritual usted ha perdido alguna posición espiritual, ministerio, recuerde que Dios es justo y fiel para restaurar lo que el enemigo intentó devorar. Créale a Dios que El le va a levantar y colocar en una nueva y mejor posición espiritual. ¡Dios es fiel y justo con los fieles!