Como introducción a esta serie, hay que decir que
falta mucho en la vida familiar de los cristianos de hoy. El hogar debe
ser un refugio ante las tentaciones del mundo y los pecados. Debe ser
un lugar donde reine el amor de Dios; lleno de paz y gozo. Pero,
tristemente, no son así la mayoría de los hogares cristianos. Los
padres discuten entre sí, casi nunca se sientan juntos todos de la
familia para comer a la misma mesa, faltan miembros de la familia en
muchos de los cultos públicos de la iglesia y un tiempo diario de culto
familiar falta en muchos hogares.
Pero, Dios quiere cambiar todo esto. Y para animar a los padres en el
quehacer ante esta falta, se les da estas "Historias del Hogar" de
cristianos muy conocidos. Tengo que decir que tal vez no fueran buenas
todas las doctrinas y prácticas de las personas quienes se escriben. De
igual modo, las denominaciones mencionadas no fueran siempre rectas en
cuanto a sus doctrinas y prácticas. Sin embargo, podemos aprender de
los puntos correctos y desechar lo demás.
Juan y Carlos Wesley
¿Qué cristiano no conoce estos nombres?
Aunque la mayoría de los lectores de este libro no fueran metodistas,
pienso que una gran parte ha oído hablar de ellos. Durante un vuelo en
avión, hablaba con un metodista, y le dije: "Bueno, no soy metodista,
pero quiero amar y servir a Dios cómo Juan Wesley lo hizo; él es uno de
mis personajes ejemplares".
Durante las primeras décadas del siglo XVIII, Inglaterra estaba muy
abatida espiritualmente. De hecho, estaba en uno de sus estadios más
bajos. Pecado del tipo más feo abundaba en cada nivel de la sociedad, y
parecía que no había esperanza que la Iglesia pudiera despertar y parar
su deslizamiento hacia la iniquidad. Sin embargo, igual como Dios
proveyó a Ana en los días de Israel, así hubo una "señora elegida" en
Epworth, Inglaterra, llamada Susana Wesley, quien se preocupó por sus
hijos. Sin saberlo ella, Dios le guió a criar a un profeta y a un
salmista, los que juntos despertarían a la nación, y además, al mundo
entero.
Eso sucedió hace trescientos años y todavía sus voces claman en el
cristianismo del siglo XXI. ¿Qué predicador no ha usado un dicho o un
ejemplo de la vida de Juan Wesley? ¿Qué asamblea de cristianos no ha
cantado uno de los himnos de Carlos? El impacto de las vidas de estos
dos hombres es inmedible. Es claro que Dios en su previo conocimiento
iba guiando y velando sobre el entrenamiento de ellos. En este estudio
se quiere indagar sobre la vida hogareña de Samuel y Susana Wesley,
padres de Juan y Carlos.
Meditando sobre la herencia de estos dos hombres, mi corazón se afierra
a una de las promesas de Dios, tocante a nuestros hijos. Se encuentra
la misma en Isaías 59:21, y fue escrita en el contexto del adversario,
el que ataca la piedad. Es una promesa a los que dejaran atrás al
pecado.
El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca,
no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de
los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre."
¡Qué hermoso modo de pelear contra los enemigos de nuestro Dios! Tres
generaciones de gente que no pondrían a un lado las verdades de Dios.
¡Qué nosotros también nos aferremos al poder de esta estrategia! Queda
claro que el diablo lo entiende, y que pelea con todas sus fuerzas para
detenerlo.
Estudiando las genealogías de las dos ascendencias, de Juan y Carlos,
encontramos un carácter noble en las dos. Ambos linajes tuvieron
personas que trabajaron en la obra de Dios, en la Inglaterra de
aquellos tiempos. Y cada generación siguiente fue impactada en esto.
Las controversias acerca de las prácticas de la "alta" iglesia, la
no-conformidad y el estado espantoso de la iglesia en general fueron
candentes. En el comedor tuvieron charlas extendidas acerca de los
mismos temas. El abuelo de Samuel, cuando murió estaba muy triste a
razón de las persecuciones que él y otras personas de su familia habían
sufrido. Un tío de Samuel, llamado Juan, fue cazado como un zorro, fue
echado a la cárcel varias veces y al fin murió de una enfermedad que
las mismas persecuciones le provocaron; a los 34 años de edad. Se dijo
que Juan el hijo de Samuel fue imagen de Juan, el tío de su padre, por
su fogoso celo y energía.
En el linaje del lado de la madre, encontramos el mismo caso. El padre
de Susana, el Sr. Annesley, fue muy conocido como predicador puritano.
Sirvió en varias iglesias anglicanas hasta que las controversias acerca
de la no-conformidad se levantaron. Luego, se retiró de la
iglesia-estado y se hizo puritano. Esto le costó mucho y tuvo que
luchar constantemente durante sus 30 años siguientes. Muchos
consideraron a este hombre igual al apóstol Pablo, y su forma de vida
muestra claramente que era un puritano de mucha influencia. Por todo
esto los padres de Juan y Carlos heredaron una gran carga acerca del
avivamiento. La misma carga fue heredada a los hijos. Y, una vez
entendido que Dios quería un avivamiento y una reforma en la iglesia,
Juan y Carlos se pusieron a la obra de todo corazón.
El padre de Juan y Carlos
Samuel Wesley fue predicador en el pueblecito de Epworth, en
la iglesia anglicana. Anteriormente había vivido en diferentes lugares;
pero, en Epworth fue dónde Juan y Carlos se criaron. Samuel fue un
hombre de disciplina y celo, regularmente estuvo bien firme en sus
propias opiniones. Esta situación le provocó persecuciones y problemas
que bien pudieron ser evitados, si se hubiere ocupado en la humildad.
Con todo, las persecuciones que sufrió la familia prepararon a los
hijos para las mismas, pues las sufrieron en el futuro. Y, el ejemplo
paciente de su padre en los sufrimientos fortaleció a los hijos también.
Un rasgo que él y su esposa tenían en común fue la tenacidad en cuanto
a no echar por tierra sus convicciones; y parece ser que los hijos
heredaron lo mismo. Los dos valoraron el orden en su forma de vida; y
así mismo fueron conocidos los hijos, por sus vidas ordenadas.
Estudiando el hogar de los Wesley, se nota que la tenacidad de los
padres a veces les causó problemas, pues cualquier pareja dogmática que
viva junta tendrá diferencias entre sí. Pero, a pesar de esto, no
desistiendo en nada, la madre se dio a la tarea de criar a sus hijos y
a manejar la casa de Samuel.
Samuel fue autor y pastor, y a consecuencia de las frecuentes visitas
que hacía, estuvo muy ocupado. Pues fue compasivo, se dio a conocer por
sus numerosas visitas a las cárceles. Pagó los costos de su educación
universitaria, viviendo felizmente en la pobreza a razón de esto.
También, fue poeta, escribió poesía y prosa en el transcurso de su
vida. Ninguna de sus obras perduró, pero algunos de sus hijos
recibieron el mismo don; y Carlos sobresalió en éste, escribiendo miles
de canciones. Sin duda el talento de Carlos fue inspirado al ver a su
papá trabajando hora tras hora en sus propias obras. Oh, ¡la sabiduría
de Dios, es inescrutable!
Parece ser que Samuel tuvo sueños y visiones que quería llevar a cabo,
pero no pudo realizarlos. Concibió el plan de mandar misioneros a
China, India y a todos los territorios británicos, ofreciendo que él y
su familia se irían para guiar la obra.
Quizás debe considerarse a Samuel como un profeta en cierto sentido. En
sus últimos días profetizó acerca del surgimiento de un avivamiento,
diciéndoles a sus hijos: —Ustedes lo verán, pero yo no.
Para concluir, debo añadir lo siguiente: Samuel no era un padre de
primera clase. Sin embargo, su hogar fue conocido por doquier como uno
de los más piadosos de su tiempo. Sin duda que él ayudó a tal
reputación.
La madre de Juan y Carlos
Susana se crió en un ambiente piadoso. Su papá, por ser muy
usado por Dios, les trajo muchas bendiciones a sus hijos. Según los
registros, el hogar Annesley tuvo 22 hijos. Los tiempos fueron serios,
y Susana maduró temprano, escuchando conversaciones sobre asuntos
espirituales. Fue una apasionada estudiante, y aprendió el griego,
latín y francés cuando aún era joven. Sus libros de estudio fueron la
Biblia, teología y los escritos de la iglesia primitiva. A razón de los
tempestuosos tiempos en que creció, luchaba en sí misma con profundos
asuntos espirituales, mientras que muchas de sus compañeras jugaban con
muñecas. Sin duda que Susana fue una muchacha distinguida" devota,
pensativa y llena de virtudes cristianas. Muchos historiadores la
llaman "la madre del metodismo" a razón de sus definidos métodos en
cuanto a la crianza de niños.
"La balanza" describe bien su carácter, una mezcla de benignidad,
disciplina, sobriedad y gozo. Consagró una hora cada mañana y tarde
para estar a solas con Dios, orando y meditando.
Como madre, le dio 18 hijos a su marido, Samuel. De esos, ocho murieron
infantes. Es difícil imaginarse la agonía de enterrar a ocho preciosos
pequeñitos.
Los métodos de Susana
Hay muchas biografías acerca del hogar de los Wesley. Estos,
en su mayoría, pintan la vida hogareña de Samuel y Susana como casi
perfecta. Pero, las biografías pueden ser incompletas, especialmente si
se refieren a una persona tan conocido como Juan Wesley. Aunque el
respeto humano tiene tendencias hacia esto, "la sabiduría es
justificada por sus hijos."(Mt. 11:19)
La prueba del hogar Wesley son los beneficios que el mundo recibió por
medio de Juan y Carlos. Resulta patente que hubo algo en su niñez que
les ayudó. Todos los registros demuestran que Susana era la figura
prominente en la crianza de los hijos en el hogar de los Wesley. Su
educación, dones de organizar y firme personalidad, junto con el hecho
que Samuel era un hombre muy ocupado en otras cosas, pusieron a Susana
al frente de las cosas hogareñas. Vemos una mujer que derramó su vida
en la crianza de sus hijos, con un firme propósito. Estudiemos cómo
este propósito se manifestó en métodos prácticos sobre la crianza de
niños.
* Una vida ordenada y programada.
Susana razonó sobre el provecho que tiene una vida disciplinada. Por
esto, poco tiempo después de nacer, cada hijo empezó un bien
sistematizado programa de crianza. Había un tiempo para dormir, un
tiempo para comer, un tiempo para despertar, etc. Se esforzaba para
desarrollar tales hábitos en la vida y memoria de cada hijo. Se aplicó
esto aun hasta para los tiempos de descanso de un bebecito. Ella dedicó
tal esfuerzo en esto que el bebé se dormía a la hora deseada: sin
llorar o pelear. Igualmente, se aplicó este principio al tiempo para
alimentar al bebé.
Tales disciplinas fueron empleadas para poder tener más orden hasta en
el tiempo ocupado en los quehaceres del hogar. Ella pensaba que era
necesario que cada hijo estuviera en su lugar. Todo fue puntual: las
oraciones, el desayuno, la escuela, tiempos de quietud, el descansar,
el culto familiar, etc.; todo según el reloj. Claro, había tiempos
cuando las providencias trastornaban todo, pero siempre volvió a su
familia al orden. La estabilidad y seguridad que este principio produce
en la vida y desarrollo de un niño son tremendas. Susana prosiguió
estas metas sin desviarse, porque vio la sabiduría escondida y los
efectos que aprovecharían de esto sus hijos.
* Guió los apetitos de los hijos.
Susana sabía que si un hijo no aprendía a controlar sus apetitos, los
mismos lo controlarían a él, posiblemente para el resto de su vida. A
razón de esto, hizo estrictas reglas en cuanto al comer. Asimismo,
entrenó a sus hijos a comer comidas que no les gustaban y a tomar
bebidas de sabor feo. El tomar medicina tenía dos razones— ayudar a la
salud del niño, y a enseñarles a soportar lo indeseable. No permitió
comer entre los tiempos establecidos para las comidas, pues consideraba
esto como mal hábito. Sí, comieron dulces, pero tales cosas como esas,
consideradas lujo, fueron vigiladas cuidadosamente.
* El hogar se mantuvo quieto.
Los hijos no deben controlar el ambiente de un hogar. Hay tantos
quehaceres que cumplir diariamente, y para el provecho de todos, el
hogar tiene que estar calmado y quieto. Susana creyó y puso en práctica
esto, entendiendo los beneficios que cada hijo ganaría si la misma
cualidad se llegara a poner en práctica en ellos. Hay un refrán que
dice; "Siempre hablando, nunca aprendiendo." A la edad de un año, los
hijos de los Wesley habían aprendido a llorar quietamente. Lo mismo fue
enseñado usando medidas positivas y negativas. Así, la casa no tuvo
mucha bulla de un niño llorón; algunas personas dieron testimonio que
era un hogar donde no se sabía si había niños en casa, a razón del
ambiente calmado. De igual modo, los niños fueron enseñados a estar
quietos durante las oraciones familiares, y así dar una señal de
bendición al final de éstas, en vez de estar hablando.
* Hay que conquistar la voluntad del niño.
Éstas eran las palabras de Susana y están colmadas de poderosa
sabiduría. Dijo ella también: "Me esfuerzo por capturar la voluntad de
un hijo desde su temprana edad y trato de cuidarla hasta que el niño la
entregue a Dios. Este es el único, fuerte y razonable cimiento de una
educación, sin la cual, ni precepto ni ejemplo tendrá efectos."
La voluntad del hombre es el centro de su vida religiosa. Si no la
rinde a sus padres, le será mucho más difícil rendirla a Dios, y, todo
entrenamiento en cuanto a la vida doméstica y a la vida espiritual será
frustrado. Entonces, este principio es de suma importancia; hay que
adquirirlo lo antes posible. Una relación amorosa, junto a la apropiada
aplicación de la vara y la persistencia, te dará los deseados
resultados en tu propio hogar.
Una escuela bien ordenada en el hogar
Así describió Susana su método sobre el educar a los hijos.
Durante veinte años invirtió seis horas diarias a esta tarea santa. En
sus últimos años, escribió a su hijo Juan sobre la intención de enseñar
en el hogar, en términos bien definidos: "Hay muy pocas personas que
dedicarían los mejores veinte años de su vida para salvar las almas de
sus hijos." Por medio de estas palabras y por la manera en que dirigió
la escuela, podemos saber que formuló más que una mera educación
académica.
Por medio de su influencia, cada hijo recibió una pasión de aprender y
de vivir en la justicia. El tiempo de la escuela empezó y terminó cada
día con cantos, y cada hijo aprendió a leer con la Biblia como único
libro de texto. A las cinco de la tarde, Susana dividió a la familia en
pares, un hijo que podía leer con otro que no podía. Luego, se leyó el
Salmo del día y un capítulo del Nuevo Testamento. Además, Susana
escribió tres libros para ocuparlos en su escuela: A Manual of Natural
Theory (Un manual de teoría natural), An Exposition of the Apostles'
Creed (Una explicación del credo apostólico) y An Exposition of the Ten
Commandments (Una explicación de los diez mandamientos).
Cada tarde escogió a uno de sus hijos e invirtió tiempo charlando con
él sobre temas espirituales. Hermanos: ESTO es el supremo secreto del
porqué del fruto de Juan y Carlos. ¡Qué ejemplo de una madre dedicada!
Se negó a sí misma de una vida social “normal” para invertirla en la
crianza de sus hijos. Diez de los 18 hijos sobrevivieron hasta ser
adultos, y todos ellos se entregaron al Señor. Y, al momento de sus
muertes, todos estaban “en el Señor”. Hay mucho que aprovechar en todo
esto.
Es verdad que Susana tenía unas empleadas para ayudarla en la casa,
pero recordemos que ellos vivieron antes de la invención de las
comodidades modernas.
Moldear un carácter piadoso
Edificar el carácter (la fuerza moral y ética), fue una de las
razones de la enseñanza en el hogar. Cada hijo necesita fe que produzca
obras prácticas. Observando este hogar, se hace patente que Susana
planeaba y llevaba a cabo muchas actividades que edificarían tal virtud
en la vida de sus hijos. ¿Cuáles fueron las herramientas que ocupaba
para realizar esto? Bueno, la respuesta es fácil. Pues vivían en un
pueblecito con cultivos alrededor, había muchos quehaceres. Cuidar los
animales, ordeñar las vacas, sembrar las huertas y otros trabajos
semejantes proveían buenas oportunidades para enseñar a los hijos sobre
el carácter. La constante pobreza del hogar igualmente proveyó muchas
ocasiones para entrenarles. En cuanto a la moralidad, a los niños se
les enseñó que la mentira es un vicio, y debemos cuidar nuestros
compromisos. Susana enseñó a sus hijos que no recibirían castigo con la
vara si confesaban sus errores a tiempo.
Se ha estudiado la vida ordenada del hogar anteriormente. Sin embargo,
vale la pena mirarla otra vez en cuanto al carácter. La repetición de
buenas acciones crea buenos hábitos. Así, tener tales acciones
programadas en buen orden, diariamente, es de tremenda ayuda. Según el
libro de Eclesiastés (capítulo 3), todo tiene su tiempo. En una vida
hogareña bien ordenada, hay tiempo para que cada hijo lea la Biblia,
limpie su cuarto, ordeñe la vaca, etc. Así, un niño crecerá cumpliendo
tales quehaceres, sin pensar que lo mismo es anormal. ¿Ves el valor de
esto?
Un ambiente de amor en el hogar
Todo lo escrito anteriormente puede parecer como algo grave y
difícil, si lo miramos como un solo evento. Pero hay que considerar al
lubricante que hace que toda esta maquinaría corra bien: el amor. Este
amor es el amor "ágape", el amor sacrificado, y en el hogar de los
Wesley el mismo prevaleció como el primer espíritu. Susana fue una
madre muy afectuosa. No era como un sargento del ejército, que demanda
la obediencia sin amor. Muchas personas de su tiempo testificaron que
su hogar era el más cariñoso de todos. De hecho, los niños de Susana,
al ver los sacrificios de ella, casi la hacían un ídolo. La disciplina
mezclada con el amor, creó un vínculo entre la madre y los hijos que
fue muy hermoso ver. El carácter benévolo y amable, mezclado con las
muchas horas que les invirtió, hizo que los corazones de los hijos
estuvieran llenos de honor y respeto para ella.
Susana permitió tiempos para que los hijos pudieran jugar, sonreír y
hacer bulla, como es normal para los niños. Y esto es de igual
importancia en los demás puntos de un hogar, porque no se puede tener
sólo la estricta disciplina, sin el amor. Tienen que fluir del uno al
otro, y volverse otra vez. Esto se llama "balance". De igual modo, no
se puede tener sólo amor, sin la disciplina. Los resultados de esto son
bien graves también.
El fruto de Susana Wesley
Según muchos historiadores, "Susana Wesley es la madre de la
iglesia metodista." Empezando la búsqueda de materiales para este
estudio, se encuentra una y otra vez tales palabras. Y, tengo que decir
que reaccioné un poco al leerlas, pensando que los biógrafos no decían
la verdad. Pero después de invertir muchas horas estudiando a esta
mujer extraordinaria, me he arrepentido. Hay abundante verdad en las
mismas palabras.
¿Por qué? Porque si se estudia el movimiento metodista, se aclara que
ella tuvo varias características que hicieron que el mismo movimiento
tuviera una fuerza potente en Inglaterra y Norteamérica. A continuación
se dan algunas de esas características:
* Una vida personal santificada
* Un vida personal con devocionales
* Un odio al pecado y a la injusticia
* Una vida ordenada
* Un avivamiento en las disciplina cristianas (la oración, el ayuno, etc.)
* Un vida personal con devocionales
* Un odio al pecado y a la injusticia
* Una vida ordenada
* Un avivamiento en las disciplina cristianas (la oración, el ayuno, etc.)
Bien se puede aumentar la lista con varios puntos más, pero estos
bastan para este objetivo, que es el mismo objetivo al que hacen
referencia los historiadores acerca de Susana. Observando la lista,
vemos el objetivo: los puntos anotados son los mismos, los que Susana
ocupaba en la enseñanza de sus hijos. Los primeros metodistas
recibieron este nombre de parte de sus críticos, al pensar que había
muchos métodos en la forma de vida de Juan, Carlos y sus compañeros.
Así fue como los llamaron metodistas, burlándose de ellos. Pero Juan y
Carlos simplemente pusieron en obra los principios que recibieron de su
mamá, acerca del hogar, y se las enseñaron a sus feligreses.
Juan sobresalió en la organización y administración de las sociedades
metodistas. ¿De dónde le provino esto? Aunque Carlos también predicaba,
él sobresalió escribiendo himnos. ¿De dónde le provino tal habilidad?
Entonces, leyendo todo esto, ¿qué piensas tú? ¿Fue Susana una madre que
pasó sus días enseñando a sus hijos algo que no valdría la pena? Por
supuesto, la respuesta es "no". Ella fue guiada por Dios a criar una
familia piadosa, en un tiempo de mucha impiedad. Dios la usó para que
formara dos vasijas escogidas, preparadas para el uso del Maestro. Ella
se entregó en las manos de Dios y sacrificó veinte años en el entrenar,
castigar, leer, orar y amar.
Los resultados todavía se muestran por todos lados, y en muchos lugares
la voz de ella y de sus hijos se escucha; aún hoy en día.