miércoles, 23 de enero de 2008

El perdón: Haciendo con los demás como queremos hagan con nosotros

Por: Pastor Jose A. Quintero

Mateo 18:21-22:
 21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?  22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

Recomendación al lector: Lee La Parábola de Los 2 Deudores en Mateo 18:23-35 antes de comenzar la lección.

Una palabra fácil de decir y pronunciar, pero difícil de practicar. Cuantas personas a veces nos ofenden, nos obran mal y guardamos rencor contra ellos. Y seguimos así toda nuestra vida, y a veces muchos mueren sin perdonar ni aun a sus propios hermanos de sangre, hijos y otros familiares por demás. Cuantos casos a lo mejor hemos conocido de personas así, que sus familias son divididas por alguna decisión de seguir cierta religión, de hacer tal o cual cosa en su vida y la otra parte no puede perdonar al que falló. Familias divididas, homicidios, asesinatos, infidelidades, enfermedades emocionales y cuantas cosas han surgido por la falta de perdón hacia otros. Uno de los mayores problemas en el cuerpo de Cristo es la falta de perdón. La falta de este es una puerta abierta al enemigo para destruir toda nuestra vida integral, es decir, espíritu, alma y cuerpo, o dicho de otra manera, nuestra vida espiritual, emocional y física.
Las personas que faltan de perdonar enferman, viven amargadas, nunca nada les sale bien y se ven en las calles con las caras largas, con tristeza en sus ojos y de muchas otras maneras, se ven amargadas, es decir, como si la vida les apestara. Caminan sin energía, sus vistas desviadas, como si algo malo pasara en sus vidas. Y lo triste, que la falta de perdón lleva a algo mas profundo, que es la amargura. Pero ahora veamos que es el perdón, que es la amargura, y como ser libres de ambas para así tener una buena sanidad interior.

A. Definición de perdonar:
Perdonar es liberar o dejar ir a una persona que nos ha ofendido. Aphiēmi ἀφίημι significa llorar, abandonar, dejar a un lado, olvidar, dejar atrás, dejar en el olvido, botar, remitir, restituir. Es soltar a la persona que nos causo daño. Perdonar no es negar la ofensa recibida, pretender que el tiempo borre lo ocurrido, ignorar lo que paso y tratar de olvidar, o simplemente disculpando al ofensor. Este no es una alternativa, sino un mandato directo del Señor Jesucristo (Mateo 6:14).

En el verso 21 Pedro se esta refiriendo a una antigua costumbre de restituir 3 veces y que el era lo suficiente generoso para esto (Amós 1:4) . Es por eso que dijo esto, que hasta 7 veces, por que al parecer estaba entendiendo que este camino era más exigente que el de los fariseos y a la vez más misericordioso con el prójimo. Pero Pedro no entendía que era perdón, ya que si lo entendiera, ni hubiera hecho la pregunta. La doctrina bíblica del perdón implica que el hombre admite que ha pecado y que ha cometido faltas, por ende, el entiende que es necesario que algo pase en su vida para el poder ser restituido (Marcos 1:6) . Por eso es que el perdón es tan necesario, puesto si nosotros no perdonamos, nuestros pecados no nos serán perdonados.
La falta de perdón es como tirar un pollo lleno de sangre a los tiburones, es decir, es una carnada del enemigo. La palabra ofensa en griego es de donde sacamos la palabra escándalo, que significa trampa o carnada. Es decir, cada vez que escandalizamos a alguien u ofendimos, le tiramos una carnada del enemigo para que la persona se amargue y pierda su bendición. Y si hacemos esto, es mejor que pidamos nosotros perdón a la persona de inmediato o la pasaremos mal, muy mal (Lucas 17:1-4).

B. Consecuencias de no perdonar:
Es desobediencia a Dios (Colosenses 2:13-14).
El enemigo toma ventaja en nuestra vida (1ª Corintios 2:11).
La oración es estorbada (Mateo 11:25).
Dios no recibe nuestros diezmos y ofrendas (Mateo 5:23). Por ende, esto se torna en una oposición a nuestra prosperidad.
Dios nos entrega a los demonios (Mateo 18:35). La palabra verdugo es atormentador, que no es otra cosa que un demonio.
La fe, la esperanza y el amor son anulados.
Dios no nos perdona (Mateo 11:25).
Puede nacer una raíz de amargura (Hebreos 12:14).

C. Las raíces de amargura:
Esta es una de las mayores causas por la cual los cristianos nacidos de nuevo no andan en prosperidad, es decir, están enfermos, andan en miseria, no prosperan económicamente, e incluso, al final de cuentas, se descarrían del evangelio. Pero es mas fuerte que la falta de perdón, ya que como dice la palabra, es una raíz, y la raíz es algo que ha entrado y se ha arraigado de algo, en este caso, del corazón. Trae otras consecuencias, como la ira, el enojo, la maledicencia, y otras semejantes a estas. Y también contrista al Espíritu Santo (Efesios 4:30-32).
La palabra amargura en griego pikria πικρία es veneno, y el veneno es definido como una sustancia dañina para nuestros cuerpos y nuestras personas. Es una angustia de alma, un estado de tristeza más profundo que la misma palabra, por que lleva al desespero, a la decepción. Pero a la vez mezclado todo esto con hostilidad y resentimiento. Este, como una raíz, se puede tornar en un árbol, es decir, crece, se acumula y madura, y da fruto, ya que cada vez mas se va metiendo más de lleno y adentro del corazón del hombre, y sus frutos son el odio, el resentimiento, la ira, los celos, las malacrianzas, las maledicencias, y otros pecados de esta manera.

1. Causas de la amargura:
a. Cuando se nos quita algo o perdemos algo (Noemí en Rut 1:13 y Esaú en Génesis 27:34-40).
b. Cuando pasan cosas que no podemos cambiar- casi siempre que esto pasa, la persona dice me doy por vencido.
c. Cuando alguien nos ha herido emocionalmente: Esto es un ciclo, que comienza con una ofensa y sigue por la falta de perdón, el resentimiento y causa la raíz de amargura.

2. Indicaciones que muestra la raíz de amargura en una persona:
a. La queja y murmuración contínua a las circunstancias de la vida.
b. Una constante maldición e ira.
c. La persona amargada no olvida nada; toma los más mínimos detalles, cosas, palabras y circunstancias que fueron hechas y dichas.
d. El aislamiento.

3. Sus consecuencias:
a. Nos puede llevar a descarriarnos, puesto apagamos al Espíritu Santo.
b. Causa muchas enfermedades físicas.
c. Nos encierra en una prisión (Hechos 8:23).
Aprendiendo a perdonar y a deshacernos de las raíces de amargura:
Primero que nada, Dios perdona y olvida (Miqueas 7:19). Ahora bien, hay que tomar unas decisiones fuertes y firmes para perdonar:

D. Pasos para perdonar:
a. Tome una decisión para perdonar de todo corazón (Mateo 18:35).
b. Arrepiéntase por guardar esta falta de perdón en su corazón.
c. Exprese su perdón de forma verbal (Santiago 5:16).
d. Renuncie a todo espíritu de resentimiento, amargura, odio y falta de perdón: Puede hacerlo repitiendo esta oración:
Señor, yo perdono a ____, _____ y _____. Los perdono por ____, ____, ____ y ____ y por todo el dolor que me causaron y por como esto me hizo sentir (detalle como lo hizo sentir). Los entrego a ti y entrego mi derecho a buscar venganza contra ellos. Opto por rechazar la amargura y el enojo. Te pido, Espíritu Santo, que sanes mis emociones dañadas, en el nombre de Jesús, amén y amén.

E. Deshaciéndonos de las raíces de amargura:
a. Sacando algo bueno de todo lo malo que ha pasado (Romanos 8:28, y el ejemplo de Jeremías 15:18-19).
b. Tome la decisión de perdonar y pedir perdón a Dios y a las personas que sabe que ha ofendido.
c. Arrepiéntase por el pecado de juicio contra la persona que le hirió y contra Dios: Puede decir la siguiente oración:
Padre, en el nombre de Jesús, yo renuncio a toda raíz de amargura en mi vida, y cancelo las consecuencias por haberla guardado en mi corazón. Yo perdono a ______ por ______. Señor, te entrego todo mi dolor y la herida que fue abierta por esa causa. Renuncio al derecho de vengarme, y, por el contrario, bendigo a todos aquellos que me hirieron. Yo renuncia a toda raíz de amargura, ira, odio, rencor, maledicencia, celos y me declaro libre, en el nombre de Jesús, amén y amén.
Tanto la amargura como la falta de perdón pueden ser algo terrible para nuestras vidas. Aprender a perdonar y ser un perdonador es algo que cambiará nuestra relación con Dios de mediocre a buena y a excelente. Hay cosas que no podemos cambiar y estas las tenemos que entregar a El. Y lo que perdimos y no puede ser restituido, El lo restituirá de una manera u otra.