Hebreos 10:25
“No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
El día que se acerca es “El día del Señor”, que se puede interpretar como el retorno de Cristo, el arrebatamiento de la iglesia, “el llamado día del Señor” que se encuentra en Judas 1:6: “para el juicio del gran día”; refiriéndose al juicio de Dios.
Lo notable es que la Biblia nos exhorta a estar atentos o listos para “El día del Señor”. Esto es algo que se predicaba y se enseñaba y en este verso en particular, se les exhorta a los hermanos a congregarse, teniendo en cuenta que ese momento se acerca. A medida que el tiempo avanza vamos rumbo a ese día del Señor.
Si no nos congregamos tomamos el riesgo de descarriarnos, perder nuestra salvación y entonces ser juzgados en el día del Señor.
Teniendo nosotros este entendimiento no podemos dejar de congregarnos, de reunirnos como iglesia, de venir los miercoles a la iglesia, que todos los que están en el discipulado no dejen de asistir a sus discipulados, a sus escuelas de lideres, a sus celulas o reuniones familares.
En el antiguo testamento, el pueblo de Israel se conocía como la congregación de Dios, ellos estaban continuamente en la presencia del Señor.
La nube estaba durante el día y la columna de fuego durante la noche. El tabernáculo estaba en el centro y las doce tribus acampaban alrededor; por esa razón la palabra declara que: Él estaría en medio nuestro; “Enmanuel”, Dios con nosotros.
La congregación somos nosotros, los lavados por la sangre del Cordero, Cristo morando en medio nuestro y nosotros teniendo comunión con Dios bajo la dirección del Señor.
Por esa razón la iglesia primitiva se reunía todos los días, en el templo y por las casas, había reuniones de oración, de ministración, todos los días la iglesia estaba bajo el ambiente de alabanza y adoración.
Ahora no es posible porque la gente trabaja, las personas tienen sus responsabilidades, compromisos familiares, el tiempo no les da, el hombre anda en una ansiedad continua, pero en este ritmo de vida que llevamos necesitamos encontrar un equilibrio, buscar a Dios, tener comunión con él. Eso es lo que nos permite ser más productivos, saludables y que estemos llenos de su gracia, viendo a Dios en el escenario de nuestra vida. Hacer las cosas por nuestro esfuerzo no tiene sentido.
El sábado de reposo que estaba instituido, ahora es Cristo para nosotros. Pero no estamos acudiendo a él, a Cristo como nuestro descanso, nuestro reposo.
Vemos que existía también el año del jubileo en el que la gente tenía cuidado del descanso. El pueblo de Israel estaba acostumbrado a reposar, a dejar descansar la tierra para dirigirse a Dios.
Hoy en día muchos van a la iglesia un domingo y les parece demasiado por el afán y la ansiedad en el que anda la gente, esto está provocando que algunos tomen la costumbre de no congregarse, porque no saben como desintoxicarse y oxigenar su vida buscando la presencia de Dios.
Es bueno buscar a Dios cuando las cosas están difíciles, cuando viene un huracán, cuando las circunstancias aprietan, que lindo clamar a Dios y que él esté presente ante el diagnóstico. En esos momentos la gente bloquea y detiene todo lo que tenga que detener porque no hay otra opción que buscar la ayuda de Dios en todo momento.
No esperemos el momento difícil, tengamos la costumbre de buscar a Dios, de congregarnos y más en un tiempo como este, en el que el afán, la presión social que nos rodea y los espíritus infernales ministran a la humanidad.
Muchos se envuelven en las fiestas del verano “las cataratas del infierno se abren decia un pastor que yo tenia”, con los amigos que vienen del exterior del país con ánimo de disfrutar el país y de ese modo toman a todos sus familiares para vacacionar. El problema con esto es solo que muchos se desenfocan, comienzan a rodar y a involucrarse en algo que no es bueno, mirando lo que no deben ver, tomando lo que no deben tomar, etc.
Por esta razón nos dice la palabra: “No dejando de congregarse como algunos tienen por costumbre”.
Les estoy hablando realidades, muchos toman estas fechas y se despiden de la iglesia hasta el final del verano; con esto no les digo que no vivan la vida en abundancia que Cristo les dio, pero el sentido del verano y del tiempo de vacacionar.
Nosotros que somos cristianos, qué haremos? Está bien que disfrutes con tus hijos, con tu esposa, con tus seres queridos. Pero que no sea en un desenfreno y dejando de congregarte y mucho menos permitir descarriarte.
Muchos se contaminan y vuelven atrás, que son dañados siendo cristianos y si vuelven al reino de Dios, lo hacen destruidos por el golpe que les dio el diablo en los días del verano de congregarse.
La dirección es que nos enfoquemos en las cosas del Señor, que disfrutemos el verano,y no nos dejemos de congregar como algunos tienen por costumbre.
Te imaginas que en el mundo entero la gente adorara a Dios y le glorificara en las Iglesias. Sería maravilloso, pero muchos convierten estas fechas en otra cosa.El Verano es para disfrutar pero no dejar de congregarse.
Que el verano no sea playa, fiesta y comida.
No podemos descuidar las iglesias, que nadie se desenfoque durante este tiempo. Lo que nos une es el Espíritu Santo, que seamos avivados en oración con el propósito de que las familias, la gente no se pierda y que nadie sea distraído, que se haga la obra de Dios.