"... Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" Hechos 2.47
A nuestra manera de ver hoy las cosas, resulta casi paradójico que aquella iglesia a la que se añadía diariamente los que habían de de ser salvos, pero esta iglesia:
- No tenía templo.
- No tenía pastor.
- No tenía artículos de fe.
- No tenía como Biblia nada más que el Antiguo Testamento.
- No tenía instrumentos musicales.
- No tenía coro.
- No tenía dinero.
- No tenía escuela dominical.
- No tenía himnarios.
- No tenía sociedad de jovenes, de damas o de caballeros.
- No tenía nombre.
- No tenía metodos de evangelización.
- No tenía cultos establecidos
- No tenía reconocimiento legal.
- No tenía cultos especiales para los candidatos al bautismo.
- No tenía institutos bíblicos para preparar obreros.
¿Qué era entonces la iglesia y qué era lo que tenía?
La iglesia era Cristo mismo viviendo en ellos. Él dijo: "Os tomaré a mi mismo (que seréis vosotros) para que donde yo esté vosotros también estéis".
- Tenía el poder del Espíritu Santo.
- Tenía comunión unos con otros (Se amaban).
- Tenía oración diaria y partimiento del pan en común.
- Tenía un incomprensible desprecio por las cosas materiales. ("Vendían sus bienes y los repartían ...")
- Tenía alegría y sencillez de corazón entre sus miembros.
- Tenía alabanza sincera a Dios.
- Tenía el testimonio fresco y apasionado de la resurrección del Señor.
Han pasado dos mil años, y esto es, esencialmente lo que debe ser y lo que debe tener la iglesia para seguir creciendo.