lunes, 3 de febrero de 2014

El Arrebatamiento de la Iglesia: Cristo Viene - Suplemento Octubre 2013 - Por: Maestro Gordon Lindsay

“He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, más
todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojos, 
a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y losmuertos serán 
levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es 
menester que estocorruptible sea vestido de incorrupción, y esto 
mortal sea vestido deinmortalidad” 
Iª Corintios 15:51-53

Pablo nos cuenta, en estas palabras, de la traslación de la Iglesia. Un tipo de Cristo raptando a sus Santos se encuentra en la historia de Elías y Eliseo (2ª Reyes 2). Estos dos hombres cruzaron el río Jordán y luego continuaron su viaje hacia los montes en la distancia. Dios le había dado a Elías una promesa de que Él lo alzaría ese día “en un torbellino del cielo” (2ª Reyes 2:1) y los dos hombres caminaban conversando el uno con el otro, cuando sucedió esa cosa maravillosa. Repentinamente “he aquí, un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos: y Elías subió al cielo en un torbellino (2ª Reyes 2:11)

Ahora, este caso notable es el tipo del rapto de la Iglesia que tendrá lugar cuando venga Cristo. El Apóstol Pablo nos habla de esto en 1ª Tesalonicenses 4:13-17:

“Tampoco hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, 
que no os entristezcáis, como los otros que no tienen esperanza. Porque 
si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Él a 
los que durmieron en Jesús. Por lo cual, os decimos esto en palabras 
del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida 
del Señor, no seremos delanteros de los que durmieron. Porque el mismo 
Señor con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, 
descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero; 
luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con 
ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y 
así estaremos siempre con el Señor”

La gran diferencia entre el cristianismo y todas las demás religiones es la esperanza de la resurrección de los muertos. Otros grandes líderes religiosos han muerto, pero sus cuerpos todavía están en la tumba. Solo la tumba de Cristo está vacía. Él no está allí ¡ha resucitado! ¡Y porque ÉL vive, nosotros también vivimos!

Arpas y Copas - El Arrebatamiento de la Iglesia - Octubre 2013
La muerte es el enemigo más grande del hombre. Que triste es ver a un padre afligido por un hijo perdido, o una esposa o marido agobiado por un ser amado que se ha ido. A veces la pena es tan fuerte que parte el mismo corazón de una persona. La vida parece que ya no vale vivirse. Pero Pablo previene a los cristianos que no se entristezcan como aquellos que no tienen esperanza, porque ellos verán a sus seres queridos nuevamente.

Las escrituras enseñan, “partir del cuerpo, y estar presentes al Señor” (2ª Corintios 5:8). Cuando el mendigo Lázaro murió, fue al seno de Abraham (el nombre judío del paraíso). Allí estaba en paz y consuelo (Lucas 16). Nuestros seres queridos que han muerto en Cristo están en el paraíso, un lugar en donde están esperando hasta la venida de Cristo. No sabemos todo respecto del paraíso. Pablo, que visitó ese lugar, declaró que era tan maravilloso que no se le permitía revelar todo lo que vio o escuchó.

Ahora, cuando Cristo regrese en las nubes del cielo, dos cosas acontecerán casi simultáneamente. Primeramente los muertos en Cristo resucitarán. Que pueda haber una resurrección las ha parecido a las gentes ser una imposibilidad. “¿Cómo puede Dios levantar a los muertos?” preguntan. Pablo utilizó una ilustración sencilla para contestar esta pregunta. (Véase 1ª Corintios 15:35-50). Dice, miren cómo un grano de trigo es plantado en la tierra fría oscura. Allí yace y muere. No obstante, sucede una cosa extraña. ¡Al morir brota a nueva vida! Así, dice Pablo, es la resurrección. Si Dios podía hacer que el grano de trigo brotará de muerte a vida, cuanto más podrá y hará ÉL que los hombres cuando mueran sean levantados a una nueva vida. ¡De cuanto más valor es un hombre que un grano de trigo!

¿Qué clase de cuerpo será el cuerpo resucitado? Pablo dice que será un cuerpo espiritual. Será un cuerpo semejante al cuerpo glorificado de Cristo. Después de la resurrección, Cristo podía manifestarse físicamente a sus discípulos. Ellos lo podían tocar, y conversar con Él igual que antes. Aun cuando Él era de otro mundo, el Señor podía adaptarse plenamente a las leyes de esta tierra. Podía hablar y andar y tener comunión con sus discípulos, o, si así lo deseaba, podía viajar instantáneamente de un lugar a otro. Más importante, Él nunca podría morir nuevamente y aquellos que creen en Él resucitarán y nunca más morirán.

La segunda cosa que tendrá lugar cuando Jesús venga será la traslación de los vivos, en la misma forma que Elías fue llevado al cielo. Aquellos que estén vivos a la venida de Cristo nunca morirán, sino que será arrebatados y llevados a recibir al Señor en el aire.

Ay, no todos los que profesan ser cristianos estarán listos cuando venga Jesús. El Señor dijo, “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado: Dos mujeres en un molinillo; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir nuestro Señor” (Mateo 24:40-42)

Para fijar en el ánimo de sus oidores la necesidad de estar listos para su venida, el Señor contó una parábola de cinco vírgenes prudentes y cinco vírgenes fatuas que salieron a recibir al esposo. Leamos cuidadosamente esa parábola:

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes, que tomando
sus lámparas, salieron a recibir al Esposo. Y las cinco de ellas que eran 
prudentes, y las cinco fatuas. Las que eran fatuas, tomando sus lámparas, no 
tomaron consigo aceite; más las prudentes tomaron aceite en sus vasos 
juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se 
durmieron. Y a la media noche fue oído un clamor: He aquí, el esposo viene: 
salid a recibirle. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y aderezaron 
sus lámparas. Y las fatuas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; 
porque nuestras lámparas se apagan. Más las prudentes respondieron, 
diciendo: Porque no nos falte a nosotras y a vosotras, id antes a los que venden 
y comprad para vosotras. Y mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las 
que estaban apercibidas, entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Y 
después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, ábrenos. Mas 
respondiendo él, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, 
porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre a de venir” 
Mateo 25:1-13

La parábola enseña claramente que cuando Cristo venga, algunos de sus seguidores estarán listos para encontrarle, pero otros no. Solamente aquellos que tienen el aceite del Espíritu Santo en sus vasos con sus lámparas estarán listos cuando venga el Esposo. Después de que la puerta se haya cerrado, ninguno podrá entrar.

Y ahora preguntáis, ¿qué sucederá en la tierra después de que Cristo venga por sus santos y los arrebate al cielo? Como ya hemos dicho, las Escrituras enseñan que en este tiempo surgirá un hombre de pecado, un anticristo que extenderá su reino sobre gran parte de la tierra. Su reino maligno resultará en el descenso de las naciones del mundo en las angustias de la Gran Tribulación.

La Gran Tribulación

“Porque habrá entonces grande aflicción, cual no fue desde el principio del 
mundo hasta ahora y será. Y si aquellos días no fueran acortados, ninguna carne 
sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” 
Mateo 24:21-22

Hemos notado que el capítulo 13 de Apocalipsis nos cuenta acerca del surgimiento de la “bestia” o anticristo. El espíritu de ese poder bestial está en el mundo ahora en la forma del comunismo. De este espíritu saldrá un rey malvado que ejercerá dominio sobre mucha parte de la tierra durante los días terminales de esta época. Pablo habla de él como el hombre de pecado o hijo de perdición, en 2ª Tesalonicenses 2:3-4:

“No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes 
la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 
oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; 
tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios.”

Aunque han aparecido falsos profetas y falsos Cristos en diferentes tiempos durante la era de la Iglesia; no obstante, se levantará en este tiempo un hombre de una perversidad sin precedente, cuyas blasfemias y odio a Cristo excederán todo lo que haya ocurrido en la historia del mundo. El será un hombre que se exaltará a sí mismo sobre todo lo que es llamado Dios y en verdad se mostrará a sí mismo como Dios.

Este anticristo también es llamado el hijo de perdición porque, como Judas Iscariote (que también fue llamado hijo de perdición), Satanás entrará en él (Juan 13:27, 17:12). Este reino del anticristo comprenderá en total 10 sub-reinos; esto es, los líderes de estas naciones se unirán y le darán su poder al anticristo (Apocalipsis 17:12)

Puede surgir esta cuestión acerca de por qué Dios permite que este malvado anticristo ejerza potestad sobre el mundo. La contestación es que Dios en un tiempo envió al Cristo verdadero al mundo para que fuera su Rey. Fue desechado; por tanto, Dios permitirá a Satán que levante su propio cristo falso a quien el mundo aceptará. Como dijo Jesús: “Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a aquel recibiréis” (Juan 5:43)

Cuando Cristo estaba sobre la tierra, Satanás le ofreció todo el mundo si Él se postraba y le adoraba (Lucas 4:5-8). El Señor con indignación rechazó la oferta del diablo. El anticristo, por el contrario, aceptará la proposición del diablo. Como un premio, el diablo dará al anticristo autoridad sobre las naciones. A su vez, a través de él, el diablo recibirá adoración de todos aquellos “cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 3:8).

El anticristo logrará poder por la impostura y el engaño. El libro de Daniel cuenta cómo usa él la adulación para obtener sus fines (Daniel 11:21). También hay un elemento de misterio que lo rodea. Mostrará un poder sobrenatural más allá de cualquier cosa que se haya visto antes en el mundo. Recibirá ese poder de Satán. Por este medio él engañará a las masas y obtendrá su admiración y su lealtad (Apocalipsis 13:2-3).

Al principio de su reinado esconderá su identidad verdadera y se presentará como el benefactor de la raza humana. Multitudes serán engañadas, pero al serlo creerán a una mentira (2ª Tesalonicenses 2:10-11). Posteriormente, dejará caer su máscara y se mostrará a sí mismo como la obra maestra de Satanás totalmente en contra de Dios y en contra de Cristo.

Hay un paralelo entre el malvado y el refinado Adolfo Hitler. El anticristo, así como Hitler peleó contra los judíos, tendrá guerra contra los santos. Así como Hitler trató de destruir los descendientes naturales de Abraham, así el anticristo intentará subvertir o destruir a sus descendientes espirituales. En realidad, él tratará de borrar totalmente al cristianismo.

“Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar Su nombre, y 
Su tabernáculo, y a los que moran en el cielo. Y le fue dado hacer guerra 
contra los santos, y vencerlos. También le fue dada potencia sobre 
toda tribu y pueblo y lengua y gente” 
Apocalipsis 13:6-7

Conforme las gentes del mundo vean al anticristo conquistar nación tras nación, dirán, “¿Quién es semejante a la bestia, y quién podrá lidiar con ella? - Apocalipsis 13:4