viernes, 7 de mayo de 2010

! ESPERE VER LA GLORIA DE DIOS !: Francis Frangipane

LA LUZ BRILLA EN LAS TINIEBLAS

No es suficiente saber que Dios existe. Si vamos a vivir en la consciencia de lo celestial, debemos ser libres de los límites de lo terrenal. Para despertar la fe, el Espíritu Santo nos conducirá por tiempos donde la presencia de Dios no puede ser claramente discernida. El objetivo del Señor es hacer madurar nuestros sentidos espirituales.

Por lo tanto, no acepte que Dios se haya escondido de usted para siempre, aunque durante épocas de pruebas pueda parecerlo. Él nos está enseñando a ver en la oscuridad y a escuchar en el silencio. El se esta haciendo conocer a nuestro ser interior de forma tal que, independientemente de nuestras circunstancias externas, podemos continuamente ser guiados por Su Espíritu.

Para ver a Dios, amado, es imperativo que nuestra visión se torne espiritual y no simplemente sensorial. Para escuchar a Dios, debemos aprender a enmudecer el clamor de nuestros temores y deseos terrenales. El resultado de esta obra espiritual interior es una creciente percepción de que nada es imposible para Dios. El tiempo de tinieblas, viene como un enemigo, en realidad nos impulsa a buscar a Dios con más ahínco; aprendemos a reverenciar aun más la luz de Dios. Nunca confunda la oscuridad temporaria con la ceguera permanente, porque la formación de hoy es el proceso mismo que nos establece para ver la gloria de Dios. Mas allá de todo, descubriremos la verdad de lo que Isaías escribió, que "toda la tierra está llena de Su gloria" (Isa. 6:3).

SEÑOR, ¡ABRE NUESTROS OJOS!

¿No se sostuvo Moisés como "viendo al invisible" (Heb. 11:27 RV60)? Ciertamente, la Biblia fue escrita por individuos quienes realmente contemplaron la gloria de Dios. Y ver la gloria de Dios es también nuestro llamado. Nuestra visión espiritual no es un dispositivo imaginario de la mente, sino aquello que procede de la unión viva del Espíritu Santo con nuestros corazones. ¿No prometió nuestro Señor que los "de limpio corazón… verán a Dios" (Mat. 5:8)? ¿Y no es razonable esperar que, si verdaderamente Cristo habita en nosotros, deberíamos percibir la vida con mentes sin velo? Tal como está escrito:
"Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu" (2 Cor. 3:18).

Sí, si removemos los velos del pecado, la vergüenza y el ensimismamiento, si persistimos en buscar a Dios, permaneciendo enfocados en Su Espíritu y Palabra, deberíamos esperar ver la gloria del Señor. Tal desvelada percepción es bíblica y ¡debemos ir en pos de ella! Todavía, hay quienes dicen que acceder a realidades espirituales mayores es una esperanza falsa y una herejía. Yo digo, cuidado con la levadura de los cristianos incrédulos. Porque tales podrían hacerle aceptar una religión sin visión como si ver la Gloria de Dios fuera un pecado.

Considere cuantos en la Biblia realmente vieron la gloria del Señor: Abraham vio la gloria de Cristo mientras estaba en Mesopotamia. Isaías Le contempló en el año que el Rey Uzías murió. Ezequiel cayó rostro en tierra delante de Aquel que Vive junto al río Quebar. David, Habacuc, Salomón, y Zacarías todos vieron la gloria del Señor (Hechos 7:2, Isaías 6:1, Ezequiel 3:23; Samuel 6:2; Habacuc 3:3; 2 Crónicas 7:1; Zacarías 1:8). Moisés Lo contempló, luego Aarón, Nadab, Abiú, y asimismo los setenta ancianos de Israel. El libro de Éxodo nos dice que estos hombres realmente "vieron al Dios de Israel". La Biblia describe este increíble escenario diciendo que "había debajo de Sus [de Dios] pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo" (Éxodo. 24:10). El pensamiento concluyente es abrumador; dice: "y ellos vieron a Dios y comieron y bebieron" (Éxodo. 24:11).

Piense en ello: ¡Ellos vieron a Dios! ¿Puede algo ser más maravilloso? ¿No hay en usted un celo por esa experiencia – de realmente contemplar al Dios de Israel?

Esté seguro, contemplar la gloria del Señor no solamente es bíblico sino típico, especialmente durante cruciales décadas entre eras (que es donde estamos hoy en día). El hecho es, más de seis millones de israelitas vieron la gloria de Dios en el Monte Sinaí. Jóvenes, ancianos, niños – gente de toda edad y condición física – todos vieron "la gloria del Señor [cuando ella] reposó en el Monte Sinaí." ¡Y luego estas mismas personas realmente escucharon la voz audible de Dios hablándoles! (Ver Deut. 4:33.)

Aun así, esa revelación de gloria no se detuvo en el Sinaí. La nación hebrea por entero siguió una nube de gloria de día y fue iluminada por un pilar de fuego de noche. Esto ocurrió no una o dos veces sino ¡cada día durante cuarenta años! ¿Cuánto más se manifestara el Señor de gloria a nosotros al final de los tiempos?

Si usted es un buscador de Dios, exceptuando los tiempos de oscuridad cuando el Espíritu refina sus sentidos espirituales, usted ¡debe esperar ver la gloria de Dios! Debe haber una expectativa de que, cualquiera de estos días – al ingresar a su cuarto de oración o salir a caminar, o en un sueño – el Espíritu de Dios se le va a aparecer en alguna maravillosa y transformadora manera. Amen Aleluya !


Pr. Francis Frangipane
The Eliajh List
Escuelas Ministeriales del Espiritu
Colombia- New York

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