“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.
Lucas 4:16-21
El nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús es nuestro mayor ejemplo de vivir bajo la voluntad directa y expresada de Su Padre Dios.
Nada de lo que vivió o le ocurrió a Jesús sucedió al azar, no, todo fue anunciado por Jehová Su Padre desde tiempos antiguos a través de Sus profetas:
“Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes.
Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer”.
Hechos 3:17-18
Los estudiosos de la Biblia nos señalan que existen en el Antiguo Testamento 316 profecías específicas sobre el nacimiento de Cristo Jesús; de su vida en carne en la Tierra y de su muerte y resurrección triunfante.
Jesús nació, vivió, murió y resucitó en el “escenario profético” preparado por Dios Padre a través de la Palabra hablada por El mediante de Sus profetas:
“Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.
Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos”.
Hechos 2:29-32
Jesús nació, vivió, caminó, murió y resucitó sobre la Palabra hablada por Su Padre. El se movió sobre un “escenario” previamente preparado por la profecía de diversos hombres de Dios, quienes en diferente tiempo, época y lugar hablaron inspirados por el Espíritu Santo.
Con Jesús nada se improvisó, el siguió la Palabra hablada por el Padre y en el tiempo de Dios subió al “escenario profético” preparado desde antes de la fundación del mundo para hacer la voluntad de Jehová y libertar al mundo de sus pecados.
La gran obra de Jesucristo sobre la tierra fue el cumplimiento de profecías declaradas de antemano para El y Su tarea de salvación de la Humanidad.
“Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”.
Mateo 8:16-17
Jesús visitó lugares porque estaba escrito que a esas regiones Dios les visitaría causando gran asombro.
Los profetas hablaron de este poderoso mover de milagros:
“Y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció”.
Mateo 4:13-16
Dios es especialista en construir “escenarios proféticos” para Sus hijos y para Su Pueblo; El es un Poderoso Planificador que ha dado testimonio de Su amor al mundo a través de Sus Profetas para cada generación. El trabaja por ciclos de salvación, preparando una región o país para darle un Avivamiento y así dotarle de un gran impacto de salvación y milagros para testificarle a sus pobladores de Su amor en Cristo Jesús. Para que ese gran impacto venga, el Señor prepara con el “tiempo suficiente” un “escenario profético”para hablar a esa región. En la construcción de esa “plataforma” de avivamiento, El usa a Sus enviados y voceros proféticos. Dios va colocando con gran sabiduría de máximo constructor, los fundamentos y las piezas claves que soportarán el peso sobre esa plataforma.
Dios usa a Sus Profetas y Apóstoles como peritos arquitectos (maestros de obras) para construir el “escenario profético” para cada territorio y generación. El usará a sus hombres y mujeres escogidos y llamados para la edificación de Su Obra. El llamará en su tiempo profético perfecto (Su Kayros) a la generación que debe asumir la responsabilidad de subir a ese “escenario o plataforma profética” diseñada por Dios y cumplir el papel que le toca en el divino guión de Su Obra Maestra. Dios es un Dios de “escenarios proféticos”. Su deleite es pensarlos, diseñarlos, planearlos y construirlos. El hará uno para cada hombre y para cada familia. El usará a Sus voceros para declarar Su Plan para cada región y nación.
Por estas razones antes señaladas, es que todo ministro profético y apostólico de hoy, debe aprender sobre el tema.
Todo edificador (ministro) apostólico debe conocer los secretos de la construcción de los“escenarios proféticos” del Padre para las diversas generaciones. No podemos ser ignorantes a una verdad que es tan bíblica como la redención o la justificación por la fe a través de Jesús. El poder profético que nos ha sido dado como Iglesia debemos conocerlo ya con todos sus alcances; naciones enteras dependen y dependerán de esto. Nuestro Padre Dios es un edificador; nosotros Sus hijos somos también, Sus edificadores; debemos conocer el tema a profundidad.
La Biblia es muy amplia en el tema de la creación, diseño y construcción de “escenarios proféticos” para hombres de Dios, sus familias y sus naciones amigas y enemigas. Todos los registros bíblicos nos enseñan sobre cómo los hombres (patriarcas) de la antigüedad forjaron para sus generaciones la plataforma profética para establecer posteriormente sus tribus o reinos. Lo hizo Noé con sus hijos y descendientes. También lo hizo Abraham con Isaac y Jacob, descendientes suyos directos y padres del pueblo de Israel. Aquellos que se apegaron a patrones y diseños divinos de acción construyeron no sólo su presente sino el futuro de sus generaciones posteriores. Literalmente, los patriarcas y los profetas, le construyeron a sus descendientes el “escenario profético” para un destino de honra y victoria. Así lo hizo Moisés, Josué, lo hizo también David y el Profeta Elías.
Sí podemos planear el futuro de nuestras generaciones de la mano de Dios. ¡Aleluya!
Hay hombres que Dios ha levantado en diferentes épocas de la historia humana que han sabido entender la forma en que Jehová opera. Ellos han sido piezas vitales para su generación; asumieron su papel en el “escenario” preparado por Dios para su tiempo y han sabido usar la revelación y unción a ellos dada para preparar el camino y plataforma profética de lanzamiento de las nuevas generaciones. Moisés preparó el camino a Josué; Samuel lo preparó a David y éste a Salomón su hijo. Elías preparó con mucho esfuerzo y visión a Eliseo para que fuera el “carro de Israel” de su tiempo y el “padre” de nuevas generaciones. Jesús, nuestro ejemplo mayor, nos brindó el “escenario profético” de redención más extraordinario, iniciando con Sus doce Apóstoles y levantando hombres como ellos hasta nuestros días. Pablo el Apóstol, discípulo de Jesús, nos dio la pauta neotestamentaria preparando el “escenario profético” a Timoteo, su hijo en el Señor. Preparar “escenarios proféticos”, es la gran vía de Dios. Amén.
“Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a la gente… Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están.
Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.
Este es de quien está escrito:
He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti”.
Lucas 7:24 al 27