http://www.cashluna.org/index.cfm?get=estudio&id_estudio=110
Existen personas que desean tener unción, pero no desean o no mantienen una relación con el Espíritu Santo, que es quien nos unge.
Por lo regular, la gente presta atención a los dones que el Espíritu de Dios puede darnos y desean tenerlos; pero no le dan la importancia al Espíritu Santo como la persona divina que es en realidad.
La Palabra del Señor nos muestra a través de diferentes pasajes la importancia que tiene y debe de tener en nuestras vidas el Espíritu Santo.
Cuado el ángel Gabriel anunció a María que daría a luz un hijo, ella se sorprendió, y preguntó al ángel cómo sería, ya que ella no conocía varón. El ángel le respondió diciendo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra...” (Lucas 1:26-35).
El Espíritu Santo es tan importante, que fue Él quien engendró a Jesús en el vientre de María con su poder.
Otro pasaje que nos muestra la importancia que el Espíritu Santo tiene está en Lucas 1:39-42 donde dice: “En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elizabeth. Y aconteció que cuando oyó Elizabeth la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elizabeth fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”.
Como podemos ver, la primera cosa que Jesús le dio a Juan el Bautista, desde el vientre de María, al vientre de Elizabeth, fue la presencia del Espíritu Santo.
Después de que Jesús recibió la llenura del Espíritu Santo, fue guiado por Él al desierto por 40 días. Durante todo este tiempo, el Espíritu Santo estuvo con Jesús, y le dio su unción y poder (Mateo 4:1-11, Lucas 4:1-12, Marcos 1:12-13). El Espíritu Santo fue quien le dio el poder y la unción a Jesús.
Todos estos pasajes nos muestran la importancia que Dios le ha dado al Espíritu Santo. Él es quien nos unge y nos da poder; pero para recibir esa unción y ese poder debes de ser obediente a los mandamientos que Dios nos ha dado.
La Palabra del Señor en Hechos 5:32 dice: “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen”.
Esto nos muestra que Dios da la presencia de su Espíritu a las personas que obedecen sus mandamientos. El Espíritu Santo es un regalo que Dios nos ha dado, no es un premio, y su presencia está siempre con nosotros. Ahora bien, el caminar en el poder y la unción del Espíritu Santo depende de nosotros; porque para poder tener esa unción y ese poder, debes ser obediente con Dios en todo momento.
La presencia del Espíritu Santo es un regalo que Dios nos dio para que sepamos que Él siempre está con nosotros y nunca nos ha dejado solos. El Señor siempre está con nosotros, aunque muchas veces no lo sintamos.
Ahora bien, la unción es diferente, es el poder de Dios que cubre a una persona y la sigue por donde quiera que va. La unción viene sobre nosotros por la obediencia que le tenemos al Señor cuando le creemos.
Cuando crees en Dios, obedeces su Palabra. Si tú eres de las personas que dicen que han creído en Dios, pero no has obedecido su Palabra, estás equivocado; porque lo que crees se refleja en la obediencia que demuestras.
Por lo regular, la mayoría de nosotros pensamos que los discípulos obedecían a Jesús como Dios. Pero en realidad, ellos estaban obedeciendo a un hombre a quien podían ver y tocar, a una persona con quien podían hablar y que no sabían si en verdad era cierto todo lo que les decía.
El lo personal, yo pienso que para ellos era más difícil creer y obedecer a Jesús, porque no contaban con toda la historia que nosotros conocemos. Ellos estaban siguiendo a Jesús sin saber si en realidad todo lo que Él decía era cierto.
En cambio, hoy en día nosotros creemos en un Dios que no vemos ni tocamos, pero tenemos toda la historia que está escrita en la Biblia como base tangible de lo que profesamos.
En algunos casos, los cristianos tratamos de volvernos tan espirituales, al punto de creer que caminamos en la nube de Dios todo el tiempo. Y al hacer esto, parece que se nos olvida que la nube no se mueve desde hace mucho tiempo.
Existen personas que se cambian de iglesia diciendo que buscan una donde esté la presencia de Dios. En algunos casos dicen que se van de una congregación a otra porque la nube de Dios se movió. No trate de presumir de espiritual, hablando de algo que en la actualidad ya no ocurre.
Un claro ejemplo de esto es cuando Josué guió al pueblo de Israel hacia la tierra prometida, la nube de Dios no se movió para mostrarle el camino de un lugar a otro. Para inscribir a tus hijos en un colegio para que estudiaran, no le preguntaste a Dios si debías hacerlo o no, simplemente lo hiciste porque sabías que eso debía de ser así.
No te vayas a los extremos de querer escuchar la voz de Dios para todo lo que hagas, si tú eres de ese tipo de personas, estás equivocado, ya que hay decisiones que debes tomar tú.
Si bien es cierto, Dios habla. Pero no debes esperar que te diga todo lo que debes hacer. Si quieres que el Señor te diga todo lo que debes hacer por temor a equivocarte, no te preocupes, todos nos equivocamos. Hasta Samuel se estaba equivocando al escoger al joven que ungiría como rey. Pero cuando Dios vio que se estaba equivocando, le dijo que ese joven que estaba eligiendo no era.
Cuando Dios ve que las decisiones que tomas están mal, te habla y te guía para que hagas lo correcto.
También sucede otra cosa, y es que muchas veces las personas por el mismo miedo que tienen de equivocarse no escuchan la voz de Dios. A pesar del miedo que tengas, no debes olvidarte que Dios está contigo para escucharte y decirte qué debes hacer. Pero, para escuchar la voz del Señor debes ser paciente. No creas que Él va hablar en el momento que tú quieres, lo va hacer cuando lo considere necesario. Dios siempre responde a lo que sus hijos le piden. Pero no debes olvidar que Dios también puede decirte que no; y eso no se llama que Dios no responda, simplemente te dijo que no. En otras ocasiones puede decirte que sí, pero que aún no es el tiempo y que seas paciente.Muchas veces Dios nos manda a hacer cosas inusuales, y aunque para nosotros sea imposible que el Señor nos esté pidiendo algo así, Él lo hace porque es un Dios sobrenatural que nos pide cosas ilógicas para la mente humana en algunas ocasiones.
La Palabra de Dios nos muestra una de esas cosas en Lucas 19:29-34, donde dice: “Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? Le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.”
Imagínate por un momento la orden que les dieron a aquellos discípulos y la reacción que tuvieron al recibirla. Jesús les dijo que fueran a la aldea de enfrente, que ahí encontrarían un pollino, el cual debían desatar y llevárselo a Él. Y además que si alguien les preguntaba para qué lo querían, le respondieran que el Señor lo necesitaba.
Yo me imagino que durante el camino, los dos discípulos iban platicando mientras se percataban de la orden tan extraña que les dieron. Y creo que iban diciéndose el uno al otro: “Te diste cuenta de lo que nos pidió el maestro, “no sería más fácil que juntáramos el dinero entre nosotros y le compráramos uno nuevo”. “¿Quién va a desatar el pollino?” y el otro le respondía: “Ah... yo lo desato, pero si preguntan para qué nos lo estamos llevando, tú respondes” “¿Será que los dueños van a pensar que nos lo queremos robar?” Pero, a pesar de todos los cuestionamientos que se hicieron, obedecieron la orden que recibieron de Jesús.
Creo que para los apóstoles muchas veces era muy difícil cumplir las órdenes que Dios les daba. La mayoría de ellos eran empresarios. Pienso que algunas de las cosas que les mandaba hacer Jesús eran humillantes para ellos.
En la actualidad es muy fácil para nosotros decir que haríamos algo así por Jesús, ya que sabemos que es verdad que Jesús iba a resucitar. Pero ellos no sabían si era verdad todo lo que Él les decía.
Ellos seguían a Jesús, y lo veían como un hombre en quien creían y admiraban. No lo veían como Dios. De haber sido así, Pedro nunca se hubiera regresado a pescar y nunca hubiera negado a Jesús.
En los momentos en que Dios nos pide que hagamos cosas inusuales e ilógicas para nosotros, es cuando debemos morir a nuestro ego, a nuestra carne y a nuestro orgullo; porque es en esos momentos cuando Dios educa nuestra carne para que podamos ser ungidos.
Todos los humanos tenemos un problema acerca de la unción. Pero, el problema no es la unción como tal, es la carne que Dios unge. El transporte de la unción, que es nuestra carne, es el problema; porque a la mayoría de personas les cuesta caminar en santidad.
Me temo por algunos de ustedes que la unción ha estado caminando sobre desobedientes, sobre gente que no quiere obedecer a sus padres, ni a las autoridades que Dios nos pone en la tierra.
La obediencia es lo que hace que uno muera a sí mismo, la creatividad, los deseos y las aspiraciones que uno tenga, nunca van hacer que uno muera a sí mismo. La obediencia que uno muestra hacia el Señor es lo que mata la carne en las personas.
El Señor Jesús estaba educando discípulos para caminar bajo la unción que Él tenía, por esa razón les pedía cosas inusuales.
Jesús estaba educándolos para que obedecieran al que miraban, para que después pudieran obedecer al que no miraban. Cuando ellos aprendieron a obedecer, fue Jesús mismo quien entregó a los discípulos el Espíritu Santo.
Yo creo que existía mejor gente que la que Jesús llamó para que le sirviera, pero lo única cosa que hizo la diferencia es la solicitud que ellos mostraron para servirles y seguirle.
Hay gente que tiene un mejor carácter que el que tenía Pedro, él era impulsivo. Cuando caminó por el agua se hundió, su carácter aguerrido salió a flote cuando llegaron a buscar a Jesús y le cortó la oreja al guardia romano. Era apóstol y estaba armado. Juan y Jacobo querían incendiar una ciudad completa, ellos se atrevieron a sugerirle a Jesucristo que quemara Samaria. Pero a pesar de todos los defectos que ellos tenían, eran obedientes, y eso era lo que buscaba Jesús.
El problema con el que contamos la mayoría de personas es que queremos obedecer a un Dios que no vemos, y no obedecemos a las personas que sí vemos.
Cuando caminamos en obediencia, el poder de Dios se manifiesta en nuestras vidas. Si tú quieres caminar bajo la unción y el poder de Dios y que éste se manifieste en tu vida, debes de ser obediente con los mandamientos y órdenes que el Señor nos ha dado, además de obedecer las órdenes que recibes de parte de tus padres y demás autoridades terrenales.
Si tú eres obediente en todo lo que haces, no sólo veras el poder de Dios manifestarse en tu vida, sino que éste irá contigo.
Por lo regular, la gente presta atención a los dones que el Espíritu de Dios puede darnos y desean tenerlos; pero no le dan la importancia al Espíritu Santo como la persona divina que es en realidad.
La Palabra del Señor nos muestra a través de diferentes pasajes la importancia que tiene y debe de tener en nuestras vidas el Espíritu Santo.
Cuado el ángel Gabriel anunció a María que daría a luz un hijo, ella se sorprendió, y preguntó al ángel cómo sería, ya que ella no conocía varón. El ángel le respondió diciendo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra...” (Lucas 1:26-35).
El Espíritu Santo es tan importante, que fue Él quien engendró a Jesús en el vientre de María con su poder.
Otro pasaje que nos muestra la importancia que el Espíritu Santo tiene está en Lucas 1:39-42 donde dice: “En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elizabeth. Y aconteció que cuando oyó Elizabeth la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elizabeth fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”.
Como podemos ver, la primera cosa que Jesús le dio a Juan el Bautista, desde el vientre de María, al vientre de Elizabeth, fue la presencia del Espíritu Santo.
Después de que Jesús recibió la llenura del Espíritu Santo, fue guiado por Él al desierto por 40 días. Durante todo este tiempo, el Espíritu Santo estuvo con Jesús, y le dio su unción y poder (Mateo 4:1-11, Lucas 4:1-12, Marcos 1:12-13). El Espíritu Santo fue quien le dio el poder y la unción a Jesús.
Todos estos pasajes nos muestran la importancia que Dios le ha dado al Espíritu Santo. Él es quien nos unge y nos da poder; pero para recibir esa unción y ese poder debes de ser obediente a los mandamientos que Dios nos ha dado.
La Palabra del Señor en Hechos 5:32 dice: “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen”.
Esto nos muestra que Dios da la presencia de su Espíritu a las personas que obedecen sus mandamientos. El Espíritu Santo es un regalo que Dios nos ha dado, no es un premio, y su presencia está siempre con nosotros. Ahora bien, el caminar en el poder y la unción del Espíritu Santo depende de nosotros; porque para poder tener esa unción y ese poder, debes ser obediente con Dios en todo momento.
La presencia del Espíritu Santo es un regalo que Dios nos dio para que sepamos que Él siempre está con nosotros y nunca nos ha dejado solos. El Señor siempre está con nosotros, aunque muchas veces no lo sintamos.
Ahora bien, la unción es diferente, es el poder de Dios que cubre a una persona y la sigue por donde quiera que va. La unción viene sobre nosotros por la obediencia que le tenemos al Señor cuando le creemos.
Cuando crees en Dios, obedeces su Palabra. Si tú eres de las personas que dicen que han creído en Dios, pero no has obedecido su Palabra, estás equivocado; porque lo que crees se refleja en la obediencia que demuestras.
Por lo regular, la mayoría de nosotros pensamos que los discípulos obedecían a Jesús como Dios. Pero en realidad, ellos estaban obedeciendo a un hombre a quien podían ver y tocar, a una persona con quien podían hablar y que no sabían si en verdad era cierto todo lo que les decía.
El lo personal, yo pienso que para ellos era más difícil creer y obedecer a Jesús, porque no contaban con toda la historia que nosotros conocemos. Ellos estaban siguiendo a Jesús sin saber si en realidad todo lo que Él decía era cierto.
En cambio, hoy en día nosotros creemos en un Dios que no vemos ni tocamos, pero tenemos toda la historia que está escrita en la Biblia como base tangible de lo que profesamos.
En algunos casos, los cristianos tratamos de volvernos tan espirituales, al punto de creer que caminamos en la nube de Dios todo el tiempo. Y al hacer esto, parece que se nos olvida que la nube no se mueve desde hace mucho tiempo.
Existen personas que se cambian de iglesia diciendo que buscan una donde esté la presencia de Dios. En algunos casos dicen que se van de una congregación a otra porque la nube de Dios se movió. No trate de presumir de espiritual, hablando de algo que en la actualidad ya no ocurre.
Un claro ejemplo de esto es cuando Josué guió al pueblo de Israel hacia la tierra prometida, la nube de Dios no se movió para mostrarle el camino de un lugar a otro. Para inscribir a tus hijos en un colegio para que estudiaran, no le preguntaste a Dios si debías hacerlo o no, simplemente lo hiciste porque sabías que eso debía de ser así.
No te vayas a los extremos de querer escuchar la voz de Dios para todo lo que hagas, si tú eres de ese tipo de personas, estás equivocado, ya que hay decisiones que debes tomar tú.
Si bien es cierto, Dios habla. Pero no debes esperar que te diga todo lo que debes hacer. Si quieres que el Señor te diga todo lo que debes hacer por temor a equivocarte, no te preocupes, todos nos equivocamos. Hasta Samuel se estaba equivocando al escoger al joven que ungiría como rey. Pero cuando Dios vio que se estaba equivocando, le dijo que ese joven que estaba eligiendo no era.
Cuando Dios ve que las decisiones que tomas están mal, te habla y te guía para que hagas lo correcto.
También sucede otra cosa, y es que muchas veces las personas por el mismo miedo que tienen de equivocarse no escuchan la voz de Dios. A pesar del miedo que tengas, no debes olvidarte que Dios está contigo para escucharte y decirte qué debes hacer. Pero, para escuchar la voz del Señor debes ser paciente. No creas que Él va hablar en el momento que tú quieres, lo va hacer cuando lo considere necesario. Dios siempre responde a lo que sus hijos le piden. Pero no debes olvidar que Dios también puede decirte que no; y eso no se llama que Dios no responda, simplemente te dijo que no. En otras ocasiones puede decirte que sí, pero que aún no es el tiempo y que seas paciente.Muchas veces Dios nos manda a hacer cosas inusuales, y aunque para nosotros sea imposible que el Señor nos esté pidiendo algo así, Él lo hace porque es un Dios sobrenatural que nos pide cosas ilógicas para la mente humana en algunas ocasiones.
La Palabra de Dios nos muestra una de esas cosas en Lucas 19:29-34, donde dice: “Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? Le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.”
Imagínate por un momento la orden que les dieron a aquellos discípulos y la reacción que tuvieron al recibirla. Jesús les dijo que fueran a la aldea de enfrente, que ahí encontrarían un pollino, el cual debían desatar y llevárselo a Él. Y además que si alguien les preguntaba para qué lo querían, le respondieran que el Señor lo necesitaba.
Yo me imagino que durante el camino, los dos discípulos iban platicando mientras se percataban de la orden tan extraña que les dieron. Y creo que iban diciéndose el uno al otro: “Te diste cuenta de lo que nos pidió el maestro, “no sería más fácil que juntáramos el dinero entre nosotros y le compráramos uno nuevo”. “¿Quién va a desatar el pollino?” y el otro le respondía: “Ah... yo lo desato, pero si preguntan para qué nos lo estamos llevando, tú respondes” “¿Será que los dueños van a pensar que nos lo queremos robar?” Pero, a pesar de todos los cuestionamientos que se hicieron, obedecieron la orden que recibieron de Jesús.
Creo que para los apóstoles muchas veces era muy difícil cumplir las órdenes que Dios les daba. La mayoría de ellos eran empresarios. Pienso que algunas de las cosas que les mandaba hacer Jesús eran humillantes para ellos.
En la actualidad es muy fácil para nosotros decir que haríamos algo así por Jesús, ya que sabemos que es verdad que Jesús iba a resucitar. Pero ellos no sabían si era verdad todo lo que Él les decía.
Ellos seguían a Jesús, y lo veían como un hombre en quien creían y admiraban. No lo veían como Dios. De haber sido así, Pedro nunca se hubiera regresado a pescar y nunca hubiera negado a Jesús.
En los momentos en que Dios nos pide que hagamos cosas inusuales e ilógicas para nosotros, es cuando debemos morir a nuestro ego, a nuestra carne y a nuestro orgullo; porque es en esos momentos cuando Dios educa nuestra carne para que podamos ser ungidos.
Todos los humanos tenemos un problema acerca de la unción. Pero, el problema no es la unción como tal, es la carne que Dios unge. El transporte de la unción, que es nuestra carne, es el problema; porque a la mayoría de personas les cuesta caminar en santidad.
Me temo por algunos de ustedes que la unción ha estado caminando sobre desobedientes, sobre gente que no quiere obedecer a sus padres, ni a las autoridades que Dios nos pone en la tierra.
La obediencia es lo que hace que uno muera a sí mismo, la creatividad, los deseos y las aspiraciones que uno tenga, nunca van hacer que uno muera a sí mismo. La obediencia que uno muestra hacia el Señor es lo que mata la carne en las personas.
El Señor Jesús estaba educando discípulos para caminar bajo la unción que Él tenía, por esa razón les pedía cosas inusuales.
Jesús estaba educándolos para que obedecieran al que miraban, para que después pudieran obedecer al que no miraban. Cuando ellos aprendieron a obedecer, fue Jesús mismo quien entregó a los discípulos el Espíritu Santo.
Yo creo que existía mejor gente que la que Jesús llamó para que le sirviera, pero lo única cosa que hizo la diferencia es la solicitud que ellos mostraron para servirles y seguirle.
Hay gente que tiene un mejor carácter que el que tenía Pedro, él era impulsivo. Cuando caminó por el agua se hundió, su carácter aguerrido salió a flote cuando llegaron a buscar a Jesús y le cortó la oreja al guardia romano. Era apóstol y estaba armado. Juan y Jacobo querían incendiar una ciudad completa, ellos se atrevieron a sugerirle a Jesucristo que quemara Samaria. Pero a pesar de todos los defectos que ellos tenían, eran obedientes, y eso era lo que buscaba Jesús.
El problema con el que contamos la mayoría de personas es que queremos obedecer a un Dios que no vemos, y no obedecemos a las personas que sí vemos.
Cuando caminamos en obediencia, el poder de Dios se manifiesta en nuestras vidas. Si tú quieres caminar bajo la unción y el poder de Dios y que éste se manifieste en tu vida, debes de ser obediente con los mandamientos y órdenes que el Señor nos ha dado, además de obedecer las órdenes que recibes de parte de tus padres y demás autoridades terrenales.
Si tú eres obediente en todo lo que haces, no sólo veras el poder de Dios manifestarse en tu vida, sino que éste irá contigo.
Parte 2:
Los israelitas estaban haciendo ladrillos en Egipto, y no es que eso tenga algo malo, es un trabajo digno, pero está mal cuando podrías hacer algo más. Dios quería levantarlos a ellos como conquistadores.
No está mal que seas un profesional universitario, pero estaría mal si podrías ser más. No está mal si eres un líder de célula, lo que está mal es que puedes ser líder de muchas células. Tienes que avanzar y apresurarte para alcanzar el éxito.No está mal que seas enfermera, lo malo es que podrías ser doctora. No es nada malo que ganes un millón, lo malo es que puedes ganar otros cinco y te estás conformando con uno. Llenar tres servicios en la iglesia no es malo, pero ¿por qué no llenar cuatro? Salir en un programa en la televisión una vez a la semana no estaba mal para nuestro ministerio, pero lo que sí estaba mal era acomodarnos porque podíamos salir tres veces al día, todos los días de la semana.
A lo que quiero llegar con esto es que no estaba mal que los israelitas fueran ladrilleros en Egipto, lo malo era que ellos podían ser dueños de su propia tierra, pero la mente no los dejaba. Entre Egipto y la tierra prometida sólo estaba el desierto. Lo que estaba mal era seguir pensando como un ladrillero, porque pensando de esa manera, jamás serían millonarios en la tierra prometida.
¿Quién es la persona que te debe dar permiso para triunfar? Tú mismo. El primero que se tiene que dar permiso de triunfar eres tú. Si tu conciencia no es ministrada, te dice que no puedes hacerlo. No eres millonario porque crees que no puedes, y si piensas así, tienes razón, porque si no lo puedes creer, no lo vas a lograr. ¿Por qué no le dices a tu conciencia que te deje salir a delante? Es la conciencia la que te dice: “No puedes, no naciste para eso, mira el apellido que llevas, el barrio en que naciste, y el poco estudio que tienes.” Saca eso de ti. Ponle el nombre que quieras a ese triunfo o sueño que llevas dentro: puede ser buena familia, empresa o ministerio. El que se da un mejor grado de vida, ministerio y empresa eres tú mismo. Pero si no te sientes bien siéndolo, tú mismo tienes que ministrar tu conciencia para merecerlo. Cuando empezamos a hacer este templo en el cual nos congregamos, yo mismo me decía: “¿Yo aquí?” Ahora me pregunto: ¡¿Yo aquí?!, pero para hacer otro mejor.
Tú eres quien se da permiso para lograr el éxito. Pablo dijo: “Todo lo tengo por pérdida, por basura, por estiércol, para ganar”. Pero Pablo no pensaba en ganar sin perder. El problema que tienes es que quieres que tu empresa crezca más, pero no quieres invertir más, ni contratar más personas. Corre y esfuérzate por tener una empresa grande, que te dé ingresos y tiempo para tu familia y tu servicio a Dios. El período de transición entre pequeño a grande es difícil, pero debes seguir adelante, porque si avanzas, vas a obtener lo mejor. Pero si te acomodas a ser pequeño, nunca lo vas a obtener.
¿Quién tiene más tiempo para su familia, el que tiene una tienda en la esquina del barrio, o el que tiene una cadena de supermercados? Por supuesto que el dueño de la cadena de supermercados, él puede viajar con su familia 15 días a Estados Unidos, porque tiene el tiempo y el dinero, él no debe ocuparse de todo. Mientras que el pequeño no puede hacer lo mismo, porque si no abre ese día, no tiene ingresos para comer.
La Biblia en Números 11:4-5 dice: “Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos”.
¡Mira el recuerdo que los israelitas tenían de Egipto!, añoran los ajos y las cebollas. ¡Para bueno dijeran la langosta o el caviar!, en lugar de los ajos y pepinos. Dios no los quería más así, Él les decía: “Piensen en la leche y la miel que fluye en la tierra prometida”. Eran ellos los que decidían si volvían atrás, a los ajos, o seguían adelante hacia la leche y miel. Tú decides para dónde miras. Vas a tener que dejar tu comodidad, tu seguridad por avanzar a la tierra de las promesas. Tu seguridad es un gran riesgo. Mientras te estés arriesgando a avanzar, te vas a mantener seguro. Mientras quieras estar seguro, vas a correr grandes riesgos.
Y en el verso 6 dice: “Y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos”.
¿Qué tiene que ver el alma con los pepinos, los ajos y los puerros? Tú no dices que sientes bien tu alma por un ajo que te comiste, ni dices que sientes florecer tu alma por comerte un pepino. El maná no era el destino, sólo la provisión para llegar al destino. Cuando luchas por algo que Dios te ha dicho, pero en el camino encuentras muy poco, puedes decir: “Mi ingreso apenas me alcanza para un día”. Pero esa provisión, en lo que Dios está formando tu carácter, es lo que recibes mientras llegas a la tierra prometida. Es decir, come del maná y avanza un día más, porque allá adelante hay algo mejor. Una cosa es lo que comes y lo que miras, y otra lo que vives y esperas.
Aquellos tenían su alma aferrada a los ajos. ¿A qué se aferra tu alma? ¿Al salario mínimo? Déjalo ya, haz algo más productivo que eso, ¡avanza! El salario mínimo fue destinado para el que cree que no puede. La tierra de las promesas es para aquellos que sí creen. Haz algo mejor que eso, estudia, prepárate y avanza.Si tu empresa te absorbe mucho tiempo, es porque todavía no eres grande. La única manera de salir de allí es expendiéndote a lo que está adelante. ¿Por qué ganas eso, si puedes ganar más? No es pecado tratar de ser mejor, no es pecado rechazar la miseria. Los israelitas estaban aferrados a Egipto, a su comodidad, a lo poco que tenían. Decían: “¿Para qué intentarlo? Muchos se han muerto en el desierto”. Por qué pensar así, si se puede ser mejor.
Hay muchos millonarios de tu edad, y aun menores que tú. Hay gente millonaria que probablemente nació más pobre que tú. ¿Te has preguntado por qué tú no eres uno de ellos? Averígualo y cambia.En Filipenses 2: 5 dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. ¿Quieres tener la actitud de Jesucristo? En el verso 6 dice: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”.
Jesús lo logró porque no se aferró nunca a nada. ¿Sabes por qué no has logrado algo mejor? Porque estás aferrado a lo que tienes, quieres ganar sin perder. La Biblia dice que Jesús no estimó el ser igual a Dios para hacerse hombre y tener éxito.¿Estás aferrado a muchas cosas? ¿Estás aferrado a la casa que te heredó tu abuelita y por eso no pones un negocio? Si tu abuelita viviera, ya te hubiera regañado por no hacerlo.¿Cuánta gente se ha aferrado a lo que tiene y cuando lo quiere vender, ya no lo puede hacer? Mientras tengamos cosas a qué aferrarnos, no vamos a tener más éxito. La gente aferrada a sus creencias, piensa que las cosas no cambian, y el mundo ha dado vueltas más de lo que creen. Unos hombres tenían un negocio de venta de máquinas de escribir eléctricas, y pensaban que jamás se iban a dejar de vender. Cuando salieron al mercado las computadoras, les dijeron: “Dejen de vender máquinas eléctricas y vendan computadoras”. Ellos se dijeron que ese era el negocio que sabían hacer y en el cual habían entrenado a sus empleados. Ahora su personal no tiene trabajo porque toda la gente compra computadoras. Si tienes cosas que un día fueron ganancia y te aferras a ellas, puedes llegar a perder el éxito.
No te aferres a tu cultura, educación o profesión, eso no te va a llevar al cielo. De lo único que tienes que aferrarte es de nuestro Señor Jesús. ¿A qué te estás aferrando para no seguir a Jesús? No te aferres a nada, agárrate de Jesús. Si tú quieres recibir a Jesús en tu corazón y obtener la salvación como un regalo del cielo, rompe con el miedo ahora, atrévete a orar. Haz esta oración: “Señor Jesús, en este momento te abro mi corazón, perdona mis pecados y dame la vida eterna. Yo creo que eres mi Señor y mi Salvador y que desde hoy soy salvo por ti Señor Jesús”.