LOS MENSAJES A LAS 7
IGLESIAS: EL MENSAJE A EFESO:
Apocalipsis 2:1-7:
2 »Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: »“El que tiene las siete
estrellas en su diestra, el que camina en medio de los siete candelabros de
oro, dice esto: 2 »”‘Yo conozco tus
obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los
malos, has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has
hallado mentirosos. 3 Has sufrido, has
sido perseverante, has trabajado arduamente por amor de mi nombre y no has
desmayado. 4 Pero tengo contra
ti que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por
tanto, de dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras, pues si no te
arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar. 6 Pero tienes esto:
que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.7 El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del
árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios.’”
Éfeso (griego Ephesos Έφεσος, turco: Efes, latín Ephesus)
fue en la antigüedad una localidad del Asia Menor, en la actual Turquía. Fue una de las doce ciudades
jónicas a orillas del mar Egeo, situada entre el extremo norte de
Panayr Dağ (el antiguo monte Pion) y la desembocadura del río Caístro y
tenía un puerto llamado Panormo. Al este se hallaban la colina de Ayasoluk, con
el valle a sus pies, y la población actual de Selçuk, cerca del mar, el monte Pion y el
monte Coreso (actual Bulbul Dagh), a cuyos pies se encontraba la ciudad
antigua.
Fue
un importante centro religioso, cultural y comercial. Actualmente sus ruinas
constituyen una atracción turística importante.
Hacia el año 96 d. C. la ciudad de Efeso era la
más importante de la provincia romana del Asia proconsular (Asia Menor); centro
postal y administrativo, y era casi tan importante como Antioquía. Para los
gentiles y paganos de la época, dicha ciudad era llamada "Guardiana
del Templo", el dedicado a la diosa
Artemisa (o Diana, en latín) (ver Hechos 19: 23-41).
No fue, si no hacia el año 52 de nuestra era,
que el cristianismo penetró en la ciudad por el ministerio de Priscila y Aquila
(Hechos 18:18,19), siendo Pablo el fundador de aquella iglesia. Pablo se afincó
en Efeso por espacio de dos años (ver Hechos 18 y 19). Posteriormente a Pablo,
fue Juan quien se afincó allí, teniendo bajo su cuidado tanto esta iglesia,
como las otras seis de Asia a las cuales se les dirigen las respectivas cartas
del Apocalipsis.
Acompañando a la exposición sencilla y auténtica
de la Palabra , "Dios hacía
milagros extraordinarios por mano de Pablo de tal manera que aun se llevaban a
los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de
ellos, y los espíritus malos salían" (Hechos 19:11-12).
Tanta fue la fama de todos esos actos divinos,
que algunos quisieron imitarle al intentar echar fuera demonios, pero éstos
vivían muy alejados de la vida del Señor, y por tanto, consiguieron algo muy
distinto a lo que esperaban (ver Hechos 19:13-16).
Decimos todo esto, haciendo hincapié en el hecho
de que los creyentes efesios, a raíz de todas estas cosas, fueron testigos sin
igual de las mismas, y conocieron de primera mano, no sólo el amor, sino
también el poder de Dios (Hechos 19: 17). Tanto fue así que, "muchos de
los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos";
todo ello en el contexto del verdadero arrepentimiento, haciendo obras dignas
del mismo, como podemos leer en Hechos 19: 19.
El relato del libro de Hechos nos enseña que
efectivamente, la Palabra del Señor crecía y prevalecía poderosamente (v. 20), de todo lo cual
muchos fueron testigos.
Es decir, para concluir esto, la iglesia de
Efeso fue una iglesia poderosa, en la cual los dones fluían. Se cuenta una
anécdota y fue que Juan entro una vez con algunos profetas y que en el espíritu
declararon que Diana de los Efesios caía y la anécdota cuenta que esta estatua
cayo y fue demolida.
El mensaje en el libro de Apocalipsis a esta
iglesia fue uno a la vez de alabanza por algunas cosas buenas que hacían, pero a
la vez se les dice algo que habían perdido.
Analicemos este mensaje:
2 “Yo conozco tus
obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los
malos, has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has
hallado mentirosos.
3 Has sufrido, has
sido perseverante, has trabajado arduamente por amor de mi nombre y no has
desmayado.
4 Pero tengo contra
ti que has dejado tu primer amor.
5 Recuerda, por
tanto, de dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras, pues si no te
arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar.
6 Pero tienes esto:
que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
7 El que tiene
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer
del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios”.
En el verso 2 vemos un halago a esta iglesia,
a la cual se le habla que ha sido una iglesia muy esforzada, una iglesia la
cual no soporta la maldad y hace las cosas como Dios les manda. Al menos eso es
lo que se deja ver. Inclusive, se ve que es una iglesia que descubre a
farsantes, y en el verso 3 se le habla de que ha trabajado arduamente por el
amor al nombre del Señor y no ha desmayado. Hasta aquí todo bien. Inclusive, en
el verso 6 se le vuelve a mencionar que no soporta la obra de los nicolaítas,
que se cree que o fue un grupo que seguía a un tal Nicolás que propulsaba el
gnosticismo (problema muy común en la iglesia primitiva) o que se llamaban así
por que se vendían al mejor postor, es decir, hoy creían como los judaizantes,
mañana como los de la gracia, y así por el estilo. También puede ser que sea El
nombre nicolaítas es simbólico y significa «conquistar a los laicos». Aparentemente este
grupo pretendía algún tipo de superioridad que permitía la idolatría y la
inmoralidad (véase 2.14, 15). No se sabe bien que quiere decir, pero algo no
bueno significa.
Pero en el verso 4 da el asunto y el meollo a
discutir:
Pero
tengo contra ti que has dejado tu primer amor.
Entendamos algo: El "primer amor", es
el amar a Dios: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma, y con toda tu mente" (Mateo 22: 37). Se puede pretender servir a Dios, pero no amarle, y eso de nada
sirve. Se deja de amarle cuando en la vida de uno, entra la amargura, y eso
puede ocurrir por varias razones:
Cuando uno - por ingenuidad o no - se ve
traicionado por ciertos llamados hermanos, especialmente, si esos hermanos se
supone que son siervos de Dios, ante el dolor que es inevitable y lógico, sólo
existen dos caminos, uno el bueno, y el otro el malo:
1) Perdonar y bendecir al adversario, y
apoyarse en el Señor y en Su gracia a pesar del dolor.
2) Amargarse.
La consecuencia de esto último es SIEMPRE la
pérdida del primer amor. Las raíces de amargura no son otra cosa que veneno, es
decir, algo que daña a la gente, algo que nos destruye. Es posible que Efeso,
al ser dañada por personas falsas, hayan perdido el primer amor y se hayan
hecho una iglesia mecánica, es decir, que hace las cosas por hacerlas, y no por
amor al Padre Celestial.
ES
DECIR, ESTA IGLESIA DEJO DE HACER LO QUE CRISTO LE MANDO, QUE ESTA ESTABLECIDO
EN MATEO 24:14 Y MATEO 28:19. ESO ES EL PRIMER AMOR.
Los últimos siglos:
Juan el Apóstol se trasladó a Éfeso hacia el año 62. Con la persecución de Domiciano, Juan es desterrado y sólo bajo el
imperio de Nerva pudo volver a Éfeso, donde falleció pocos años después a edad muy
avanzada. En su época no era conocido más que como "el loco seguidor de
Jesús". En el Apocalipsis se cita a Éfeso como la «iglesia que ha perdido su primer amor»
(Apocalipsis 2:4). De hecho, aquí San Pablo escribió muchas de las epístolas
para edificación de los cristianos de Efeso, además de que contradijo las
herejías gnósticas y a sus líderes y falsos maestros, debido a que los
gnósticos usaron las cartas escritas por san Pablo para deformar la fe
cristiana y formar según ellos el gnosticismo cristiano, cosa aberrante para
los cristianos de la
Iglesia Primitiva , dando los gnósticos una doctrina deforme
con mezcla de religiones paganas con el cristianismo, a las cuales el apóstol
San Juan condena y llama doctrina del Anticristo.
El 22 de junio de 431 se inició el tercer Concilio Ecuménico (Concilio de Éfeso)
convocado por el emperador Teodosio II e impulsado por el PATRIARCA Cirilo de Alejandría para combatir el nestorianismo, pero el interés principal
de los creyentes ahí fue luchar por ciertas doctrinas ortodoxas, en vez del
"primer amor".
Durante
los siglos VII y VIII,
Éfeso estuvo permanentemente hostigada por los árabes.
En el siglo XI fueron los turcos selyúcidas. Acabó desapareciendo en el siglo
XIII o con la llegada de Tamerlán (1400), quien acampó allí y
la menciona como Ayazlic. Un tiempo después que los musulmanes invadieron
Éfeso, destruyeron todas las iglesias cristianas, y construyeron mezquitas en
su lugar. Hoy dia espiritualmente de Efeso lo que queda son ruinas.
Quiera El Padre Celestial
que de nuestras congregaciones no se diga lo mismo en un futuro, amen.