“Y busqué entre ellos un hombre que hiciese Vallado (cerco para defensa de un sitio e impedir la entrada), Y que se pusiese en la brecha (hueco o abertura en la pared o muralla) delante de mí, a favor de la tierra, para que no la destruyese…” Ezequiel 22:30.
El Señor busca un hombre y si leemos como nos enseña el Apóstol Pablo nos dice que ya no hay hombre, ni mujer, ya no hay distingo de género o de raza, el Señor busca un hombre, una mujer, un niño, una muchacha o un muchacho, que haga vallado, esto es hacer una cerca, como Nehemías, él se dolió, al ver los muros de la ciudad destruidos, es como no tener protección en tu casa, es como no tener paredes o puertas en tu casa.
¿Cómo te sentirías al no tener puertas en tu casa? ¿Cómo te sentirías al no tener paredes en tu casa? ¿Y tener que dormir en tu casa así? Te sentirías desprotegido. Ese era el dolor de Nehemías, y el Señor nos habla de ese dolor al ver la ciudad desprotegida.
Buscó una persona que hiciera vallado, es decir, que hiciera un muro de protección alrededor del pueblo (de una ciudad, de un país) y que se pusiera en la brecha, es abrir un hueco en la pared, romper obstáculos, abrir camino, pero el Señor dice: “…no lo hallé”.
Pero tú que estás leyendo esto, Dios cuenta contigo para hacerlo y tú puedes decirle: “Señor cuenta conmigo, en mí puedes encontrar ese intercesor para hacer vallado y ponerme en la brecha a favor de mi generación, de mi ciudad, de mi país, de mi colegio…”
¿Qué es interceder?
Es rogar o mediar por otro.
Es la acción de una persona que toma el lugar de otra, o se pone en su lugar para suplicar defender el caso de ésta, guiado sólo por el amor y la misericordia.
Es buscar el bien del otro, interviniendo a su favor para conseguirle un beneficio.
Es postrarse o reunirse con la intención de hacer una petición a favor o en contra de alguien o de algo.
Es rogar o mediar por otro.
Es la acción de una persona que toma el lugar de otra, o se pone en su lugar para suplicar defender el caso de ésta, guiado sólo por el amor y la misericordia.
Es buscar el bien del otro, interviniendo a su favor para conseguirle un beneficio.
Es postrarse o reunirse con la intención de hacer una petición a favor o en contra de alguien o de algo.
¿Qué nos enseña la Palabra de Dios sobre la Intercesión y los que deben ser intercesores?
Jesús es ejemplo de intercesión, Él es nuestro ejemplo a seguir, Él es nuestro camino, nuestra verdad, Él es nuestra vida. Todo lo que Él hizo podemos hacer, todo lo que Él hace haremos. Él es nuestro ejemplo máximo de intercesión. Él es un modelo de intercesión. Él se dio a sí mismo por nosotros; su vida es un ejemplo de intercesión (Filipenses 2:5-11).
En Marcos 11:17, Jesús dijo: “mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones” (Isaías 56:7). Nosotros somos templo del Espíritu Santo, somos casa de oración, para todos lo pueblos.
Jesús es el intercesor por excelencia: Hebreos 7:25, nos dice:“por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Romanos 8:34 dice: “Cristo es el que murió; más aún el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”.
¿Qué es lo que hace Jesús siempre? Él intercede siempre por nosotros y si Él es nuestro camino ¿Qué es lo que nosotros tenemos que hacer? Debemos imitarlo, Él es nuestro ejemplo. En Juan 14:6 Jesús dijo: “Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida”; al ser Jesús mi camino yo como su discípulo debo hacer lo que Él hizo; y lo que él hace es interceder.
Nosotros debemos interceder. Según el Dr. Peter Wagner: “lo mínimo que puede hacer un cristiano es interceder”. ¿Tu crees que la responsabilidad de interceder por las situaciones y por las familias le corresponde a un grupo de personas particular? En realidad todos estamos llamados a interceder, es una responsabilidad de todos, una responsabilidad de la iglesia. Toda la iglesia está llamada a ser intercesora.
¿Qué hacemos como intercesores?
Jeremías 1: 8-10 lo explica muy bien: “No temas delante de ellos porque Yo estoy contigo para librarte, dice Jehová extendió su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: he aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar, y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” No temas delante de ellos: ¿A quienes se refiere? A los enemigos, se refiere a los demonios, a los poderes satánicos. Jehová Nuestro Poderoso Dios, ha prometido estar siempre con nosotros hasta el fin, su Espíritu Santo mora en nosotros y nos librará de todo mal; ninguna plaga tocará nuestra morada y Él ha prometido defendernos, protegernos y debajo de sus alas estamos seguros.
Él puso su Palabra en mi boca: esto es indispensable en la intercesión, porque ni tu ni yo podemos interceder con nuestras palabras, debemos interceder con sus Palabras; con la Palabra de Dios que es como fuego y como martillo que quebranta la piedra; la palabra de Dios es Poder de Dios para salvar, sanar, liberar, transformar, restaurar. Debemos aprender la Palabra de Dios, para decirla según la guía del Espíritu Santo en el momento en que se intercede. Para hablar su Palabra, para guerrear con su Palabra, para interceder con su Palabra y para decretar, profetizar, sembrar su Palabra.