Pablo advierte de una innovación aun más peligrosa contra la iglesia de Cristo.
Pablo dijo a los Efesios: “Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos” (Hechos 20:30). En el griego la palabra ‘perversa’ significa obstinada persistencia en promover un error.
Pablo estaba advirtiendo: “Algunos de ustedes, que están en autoridad, se levantarán y traerán un evangelio distorsionado. Introducirán una corrupción del evangelio puro.” ¿De qué podría Pablo estar hablando? ¿Cómo podría ser posible que esto ocurriera entre los líderes de su iglesia?
Note usted que Pablo no está hablando ya de lobos rapaces ni de los ladrones de viudas. El no estaba fijando la mira sobre aquellos que desprecian a los pobres. No. Pablo está haciendo alusión a los ministros que se acobardan y prefieren ocultar todo el consejo de Dios en lugar de predicarlo. El apóstol habla aquí de quienes presentan un evangelio liviano, un medio evangelio, solamente una parte de la Palabra de Dios.
Pablo declaró a estos hombres: “porque no he rehuído anunciaros todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27). Por lo tanto les dijo: “yo os declaro en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos” (v.26). En otras palabras: “Soy inocente ante el Señor, debido a que no he retenido nada al predicar a ustedes toda la verdad de Dios.”
Entonces, ¿qué es “todo el consejo de Dios” al que Pablo se refiere? En pocas palabras, todo el consejo de Dios incluye las duras materias de la Escritura, no solamente las bendiciones. Incluye la predicación sobre la excesiva perversidad del pecado. Implica predicar sobre el infierno, la venida de Cristo y el juicio que se aproxima. Significa predicar sobre la tristeza piadosa por el pecado, sobre el arrepentimiento, sobre abandonar el pecado. Es la predicación de un evangelio que no oculta la sangre de Cristo y que resulta ofensivo a muchos. Es un mensaje de tomar la cruz, de negarse a sí mismo, de sacrificio y de morir con Cristo. Es un evangelio de santidad y de separación del mundo.
Ciertos ministerios están dedicados hoy a promover lo que ellos llaman un evangelio “amigable”, uno que no ofenda. El diccionario define “amigable” o “amistoso,” como cálido, confortable, no perturbador. Por supuesto, yo creo que el evangelio de Jesucristo es de consuelo, y sanidad. El Evangelio es, con seguridad, la más grande noticia que el hombre puede haber escuchado. Y como mensajeros del evangelio, estamos ciertamente llamados a predicar ánimo, esperanza y fe.
Pero si atendemos a las exhortaciones de Pablo, entonces, estamos llamados a predicar todo el evangelio. Y “todo el evangelio” incluye un mensaje ofensivo, una palabra que provoque y constriña cualquier corazón lleno de pecado, tanto de creyentes como no creyentes. Según Pedro, el evangelio de Jesucristo es “Piedra de tropiezo y roca que hace caer. Ellos, por su desobediencia, tropiezan en la palabra” (1 Pedro 2:8).
Pero el evangelio “amigable” que es presentado hoy, se niega a hacer eso. Quienes lo predican, rara vez llevan a su gente a una convicción del Espíritu de Dios por el pecado. ¿Puede imaginarse a Pablo predicando un mensaje que excluya el llamado a negarse a sí mismo? ¡Nunca!
El evangelio “amistoso” no es nada más que un mensaje pasado por agua, tibio, que intenta alcanzar las multitudes más grandes que pueda. Trágicamente, nunca trata los asuntos que conducen a los hombres hacia la Cruz: el pecado. En cambio, esconde la verdad, la misma verdad que libera a la gente.