La gente le da su vida a Jesucristo por muchas razones. Algunos necesitan sanidad física y emocional; otros están en búsca de paz y perdón. Cualquiera que fuera nuestra condición, Dios nos encuentra en el valle de nuestras necesidades. Verdaderamente, el Señor se revela al hombre como la respuesta celestial para nuestras necesidades. Él es el “Padre de huérfanos y defensor de viudas”. Él también “da un hogar a los desamparados” y “conduce a los cautivos a prosperidad” (Salmo 68:5-6 La Biblia de las Américas)
Dios usa nuestras necesidades para atraérnos a Cristo. Sin embargo, el sentido de nuestra necesidad acorta nuestra revelación de Dios, limitando Su actividad en nuestras vidas a los límites de nuestras luchas. Por eso, muchos cristianos nunca se despiertan espiritualmente al profundo llamado de Dios, lo que significa el lograr ser como Cristo. Somos perdonados, sanados y bendecidos, pero experimentamos un límite en nuestro crecimiento espiritual.
Independientemente, el Espíritu de Dios permanece comprometido a nuestra transformación personal. Si despertáramos espiritualente a la visión de ser como Cristo, la atención de Dios se acercará a nosotros de una manera única y poderosa. De hecho, dos cosas sucederán: primero, leeremos las escrituras con revelación; la palabra de Dios nos hablará en una forma más profunda mientras descrubimos la razón por la cual existimos.
La segunda realidad que será revelada es esta: nuestras vidas comenzarán a progresivamente hacerle frente a retos más grandes. Mire, pensamos que solo teniendo un deseo sincero de ser como Jesús es en sí mismo un logro, y lo es. Pero eso es solo el principio. Si somos serios acerca de nuestra transformación, Dios se hace serio en satisfacer nuestra búsqueda. Él nos pondrá en situaciones que estarán diseñadas a matar nuestra vieja naturaleza, a menudo para obligarnos a ser como Cristo con el solo propósito de sobrevivir la batalla.
Considere los héroes que usted ha estudiado en la Biblia; cada uno de ellos enfrentaron conflictos antes de que ellos alcanzáran cierto nivel espiritual, y ellos algunas veces experimentaron grandes conflictos después de disfrutar unos rompimientos importantes. Mire lo que José experimentó antes de que él lográra su destino. O quizás considere lo que David tuvo que conquistar antes de ser rey. Dios no es delicado acerca de poner a prueba nuestro carácter. Su meta es crear en nosotros la misma vida de Jesús.
Considere lo que Jesús enfrentó en el Rio Jordán. Primero, Él fue investido de poder por el Espíritu Santo. Pensaríamos que éste investimiento de poder por el Espíritu Santo lanzaría a Cristo a Su minsterio público, sino que por el contrario Él fué guiado por el Espíritu al desierto. ¿Por qué? La Biblia dice, “para ser tentado (o probado) por el diablo”. Por cuarenta días Jesús ayunó y oró. Al final de este tiempo, hubieramos esperado un gran rompimiento espiritual, pero lo contrario realmente pasó. De hecho, el primer ser sobrenatural que se le apareció a Jesús después de Su ayuno no fue Dios, sino el diablo.
Tres veces el carácter de Jesús fué probado por el mismo Satán. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la historia de Cristo en el desierto (Mat. 4:1-11), pero acuerdensen, Jesús enfrentó las tres tentaciones sin haber comido por cuarenta días. En la debilidad, la prueba creció más intensa. Y aquí está mi punto. Si somos serios acerca de nuestra transformación personal, pronto realizaremos que cuando pasamos la prueba, la vida no llega a ser necesariamente más fácil. De hecho, lo que ocurre es que nos graduamos a algo más difícil. Y es ahí, en las pruebas más difíciles, que nuestra búsqueda de ser como Cristo es contestada.
Quizás estás confrontando conflictos que parecen ser mucho más de lo que puedas entender. Quizás te preguntas, “¿Por qué tengo esta batalla? Será posible que la única razón de tu intensa guerra es que oraste, sinceramente diciendo, "Padre, quiero ser como Jesús." Y Dios te tomó seriamente.
por Francis Frangipane
Len Rodriguez
XP Spanish Department Overseer
lrodriguez@xpmedia.com
Dios usa nuestras necesidades para atraérnos a Cristo. Sin embargo, el sentido de nuestra necesidad acorta nuestra revelación de Dios, limitando Su actividad en nuestras vidas a los límites de nuestras luchas. Por eso, muchos cristianos nunca se despiertan espiritualmente al profundo llamado de Dios, lo que significa el lograr ser como Cristo. Somos perdonados, sanados y bendecidos, pero experimentamos un límite en nuestro crecimiento espiritual.
Independientemente, el Espíritu de Dios permanece comprometido a nuestra transformación personal. Si despertáramos espiritualente a la visión de ser como Cristo, la atención de Dios se acercará a nosotros de una manera única y poderosa. De hecho, dos cosas sucederán: primero, leeremos las escrituras con revelación; la palabra de Dios nos hablará en una forma más profunda mientras descrubimos la razón por la cual existimos.
La segunda realidad que será revelada es esta: nuestras vidas comenzarán a progresivamente hacerle frente a retos más grandes. Mire, pensamos que solo teniendo un deseo sincero de ser como Jesús es en sí mismo un logro, y lo es. Pero eso es solo el principio. Si somos serios acerca de nuestra transformación, Dios se hace serio en satisfacer nuestra búsqueda. Él nos pondrá en situaciones que estarán diseñadas a matar nuestra vieja naturaleza, a menudo para obligarnos a ser como Cristo con el solo propósito de sobrevivir la batalla.
Considere los héroes que usted ha estudiado en la Biblia; cada uno de ellos enfrentaron conflictos antes de que ellos alcanzáran cierto nivel espiritual, y ellos algunas veces experimentaron grandes conflictos después de disfrutar unos rompimientos importantes. Mire lo que José experimentó antes de que él lográra su destino. O quizás considere lo que David tuvo que conquistar antes de ser rey. Dios no es delicado acerca de poner a prueba nuestro carácter. Su meta es crear en nosotros la misma vida de Jesús.
Considere lo que Jesús enfrentó en el Rio Jordán. Primero, Él fue investido de poder por el Espíritu Santo. Pensaríamos que éste investimiento de poder por el Espíritu Santo lanzaría a Cristo a Su minsterio público, sino que por el contrario Él fué guiado por el Espíritu al desierto. ¿Por qué? La Biblia dice, “para ser tentado (o probado) por el diablo”. Por cuarenta días Jesús ayunó y oró. Al final de este tiempo, hubieramos esperado un gran rompimiento espiritual, pero lo contrario realmente pasó. De hecho, el primer ser sobrenatural que se le apareció a Jesús después de Su ayuno no fue Dios, sino el diablo.
Tres veces el carácter de Jesús fué probado por el mismo Satán. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la historia de Cristo en el desierto (Mat. 4:1-11), pero acuerdensen, Jesús enfrentó las tres tentaciones sin haber comido por cuarenta días. En la debilidad, la prueba creció más intensa. Y aquí está mi punto. Si somos serios acerca de nuestra transformación personal, pronto realizaremos que cuando pasamos la prueba, la vida no llega a ser necesariamente más fácil. De hecho, lo que ocurre es que nos graduamos a algo más difícil. Y es ahí, en las pruebas más difíciles, que nuestra búsqueda de ser como Cristo es contestada.
Quizás estás confrontando conflictos que parecen ser mucho más de lo que puedas entender. Quizás te preguntas, “¿Por qué tengo esta batalla? Será posible que la única razón de tu intensa guerra es que oraste, sinceramente diciendo, "Padre, quiero ser como Jesús." Y Dios te tomó seriamente.
por Francis Frangipane
Len Rodriguez
XP Spanish Department Overseer
lrodriguez@xpmedia.com