domingo, 9 de marzo de 2008

La Biblia: Nuestra base de fe


2da. Timoteo 3:16-17:
Toda escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.


Todo grupo con un fin en común tiene unas reglas en específico para llegar a su misión. Y en una comunidad cristiana, sus reglas están escritas en el libro de más venta en el mundo, que se llama la Biblia.
Este nombre, con el cual se le llama a las Sagradas Escrituras desde muchos años, es una exposición de lo que Dios desea para el hombre y son las reglas que el hombre tiene que seguir para alcanzar éxito. Su nombre viene de la palabra latina Biblos y esta significa Los Libros. Estos escritos eran designados como un conjunto concreto y determinado y superiores que cualquier otra obra. Romanos 1:2 las designa como Las Santas Escrituras, de ahí es que viene su nombre. Es una gran cantidad de libros, por eso es que su nombre es un plural. Se cree que la primera persona que uso este termino fue Juan Crisóstomo (347-407 DC), uno de los Obispos de la Iglesia de esa época. La palabra Biblia como tal no aparece en la Biblia.
La Biblia esta dividida en 2 partes:
Antiguo Testamento- compuesto de 39 libros.
Nuevo Testamento- compuesto de 27 libros.
Esto hace un total de 66 libros.

Estas 2 partes a su vez se dividen de varias secciones:
Antiguo Testamento:
Pentateuco o la ley: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
Libros Históricos: Josué, Jueces, Ruth, 1ra. Samuel, 2da. Samuel, 1ra. Reyes, 2da. Reyes, 1ra. Crónicas, 2da. Crónicas, Esdras, Nehemías y Ester.
Libros Poéticos: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares (Algunos incluyen las Lamentaciones de Jeremías aquí, pero los más importantes y reconocidos teólogos y el canon judío no lo hacen).
Profetas Mayores: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel.
Profetas Menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.

Nuevo Testamento:
Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Libro Histórico: Hechos de los Apóstoles.
Epístolas Pastorales:
Paulinas (las escribió el Apóstol Pablo): Romanos, 1ª Corintios, 2da. Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1ª Tesalonicenses, 2ª Tesalonicenses, 1ª Timoteo, 2ª Timoteo, Tito y Filemón.
No-Paulinas: Hebreos, Santiago, 1ª Pedro, 2ª Pedro, 1ª Juan, 2ª Juan, 3ª Juan y Judas.
Profético: Apocalipsis o la Revelación de Juan.

El Antiguo Testamento se escribió en Hebreo y algunas partes en Arameo (Esdras 4:8-7:26; Jeremías 10:11; Daniel 2:4-7:28). El Nuevo Testamento se escribió, con la excepción de pocas palabras (Talita Cumi por ejemplo en Marcos 5:41) escritas en arameo, en griego de la época.
Hay una pregunta: ¿Por qué la Biblia de los evangélicos es diferente a la de los católicos­? Esta es una explicación la cual ha traído algo de controversia a través de la historia. La diferencia ante nada, esta en el Antiguo Testamento, puesto el Nuevo Testamento es igual en ambas. La explicación se basa en que el Antiguo Testamento fue escrito para los judíos, y en lo que se conoce como El Canon de la Escritura (canon no significa otra cosa que vara, regla de medir), ellos no tienen los 7 libros adicionales que tiene la Biblia Católica, por que no los consideran inspirados, debido a que tienen contradicciones serias con el resto de su escritura, que es el Antiguo Testamento de nosotros (no olvides que los judíos tradicionales no creen que Jesús es el Mesías, es decir, el Salvador del mundo). Ellos no aceptan en su canon estos 7 libros:
Baruc
Judith
Eclesiástico
2ª Esdras
Sabiduría de Salomón.
1ª Macabeos
2ª Macabeos

Muchos de estas contradicciones con la doctrina bíblica son la intercesión de los ángeles y los santos (Tobías 12:12, 2ª Macabeos 15:14 y Baruc 3:4), la redención de las almas después de la muerte (2ª Macabeos 12:42,46), y aparte de todo, el soplo profético brilla por su ausencia, y no distinguen en absoluto por su valor espiritual, aparte que Jesucristo ni ninguno de los Apóstoles los citan jamás y algunos autores niegan toda inspiración (ver el Prologo de Eclesiástico, 1ª Macabeos 4:46, 2ª Macabeos 15:38-39). Por esto, nosotros, teniendo nuestro fundamento en la fe hebrea, tenemos que tomar el ejemplo de los judíos para de esta manera tener nuestra fe integra en su fundamento, aparte que no podemos aceptar ninguna contradicción en la Biblia.