Jim Jones, el padre divino, la diosa Mita, David Koresh, José Oscar Candelario, William Soto Santiago, y ahora José Luis De Jesús Miranda (“la bestia”), son algunos de los falsos cristos que han surgido en la historia contemporánea de la Iglesia.La Bestia, de la secta “Creciendo en Gracia” ha causado, según se informa, una verdadera desgracia en cientos de familias en toda la América Latina.La secta diabólica, “Creciendo en Gracia”, dirigida por “la bestia”, niega todas las doctrinas fundamentales de las Sagradas Escrituras y sus adeptos reflejan una ignorancia abismal de la teología y la hermenéutica bíblica.
¿Por qué hablo sobre las bestias en plural? Porque, además de la bestia puertorriqueña, existen muchas otras que, aunque no tienen tanto protagonismo en los medios de comunicación, están bien activas, pregonando sus bestiales aberraciones doctrinales.Si analizamos la historia de la bestia, de la secta “Creciendo en Gracia”, notamos que pasó por un proceso de evolución. Primero fue Pastor, luego el único Apóstol del tiempo presente; después, fue un “ángel”, luego Jesucristo hombre y, finalmente, al ver que el sayo le quedaba grande, descubrió su identidad verdadera y se auto-proclamó “Bestia”.La historia indica que Jim Jones, al principio, era un buen Pastor Bautista, entregado al ministerio. La diosa Mita, ahora “re-encarnada en Aarón”, comenzó siendo una mujer humilde y consagrada en una iglesia pentecostal de Arecibo, Puerto Rico. Por su parte, José Oscar Candelario, fue el evangelista pentecostal más reconocido en la América Latina, antes de Yiye Ávila.
Pero, ¿qué le pasó a éstos predicadores? ¿Cómo se convirtieron en bestias?
En primer lugar: Todos, por diversas motivaciones, comenzaron a utilizar la Biblia para manipular a la gente.El que suscribe fue evangelista internacional por 16 años y ha sido Pastor de la misma congregación por 18 años. Me convertí a la edad de 15 años en la iglesia Metodista Unida de Comerío, Puerto Rico, bajo el pastorado de Efraín Cotto. En Efraín Cotto, vi una demostración gráfica de lo que es un buen Pastor. De aquel ministerio, en aquella rústica y campesina iglesia metodista, aprendí que la palabra se predica para exhortación, edificación y consolación, pero nunca, para manipulación.
Desde el 1991, cuando comencé a pastorear en Bridgeport, CT., he dicho, una y otra vez, a la congregación que pastoreo: “Todo aquel que en su predicación utiliza la manipulación, posee un espíritu de brujería y no ministra bajo la auténtica unción del Espíritu Santo”.En segundo lugar: las “bestias ministeriales” surgen cuando, el pastor o líder no sabe departamentalizar y no hace una diferenciación clara y precisa, entre lo que es el reconocimiento y la honra que el rebaño le tributa a él, como Pastor, y la gloria que sólo le pertenece a Jesucristo.Es bíblico que una congregación ame y honre a su Pastor.
La Biblia dice en Romanos 13:7:
“...Al que deben honor, ríndanle honor.”
Y a los hermanos de Tesalónica, Pablo les dijo:
“Hermanos, les pedimos que sean considerados con los que trabajan arduamente entre ustedes, y los guían y los amonestan en el Señor. Ténganlos en alta estima y ámenlos por el trabajo que hacen.” - 1 Tesalonicenses 5:12-13a
En el caso de un pastor competente, carismático, creativo y diligente, es lógico que la congregación que dirige lo admire. Un Pastor así, será para su iglesia, el mejor Pastor y el mejor predicador. No puede ser de otra manera.Pero, cuando un pastor permite que “los humos se le suban a la cabeza” y busca, activamente, la adulación de los feligreses; cuando, comienza a tomar para si la gloria que sólo se le debe tributar a Jesucristo, entonces, ¡comenzó el proceso de bestialización!Si por algunas personas fuera, el pastor se convertiría en un dios. Hay personas que, inclusive, cuando saben que el Pastor estará ausente, no asisten al culto. Eso no debe ser así.Es responsabilidad única del pastor romper con la idolatría de sus feligreses y mantener su ministerio Cristo-céntrico. En mi caso, y por 18 años consecutivos, me he parado en el púlpito y he dicho: “Aquí sólo caben los cristianos, no hay lugar para los victorianos”.¿Recuerdas la historia del sapo que deseaba ser como el buey? En su intento por lograrlo, comenzó a tomar agua, hasta que por fin, explotó. Ese es el fin de todas “las bestias”, que desean tomar el lugar único del Jesucristo resucitado.
Me encantan las credenciales del Apóstol Pablo:
“Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para anunciar el evangelio de Dios.” - Romanos 1:1.
El cercado de la egolatría se ha abierto y cada día saldrán más bestias. ¡Cuidado con ellas!
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