El principio del desplazamiento
"Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo" (Apocalipsis 12:7-8).
Observe la frase, "ni se halló ya lugar...para ellos en el cielo." La guerra contra principados involucra desplazamiento: Cristo llenando los territorios espirituales que una vez fueron mantenidos por Satanás.
Esta guerra en el Cielo es un hecho difícil de comprender para muchos de nosotros. ¿Cómo pueden los ángeles y los demonios, seres que no pueden morir, tener una batalla? ¿Con qué luchan? ¿Y cómo se conquistan unos a otros? Sin exceder los límites de nuestro conocimiento, podremos decir con toda seguridad: Toda batalla espiritual se centra sobre un hecho básico. ¿Quién controlará la realidad en la tierra? ¿El cielo o el infierno?
Cuando se trata de la batalla entre ángeles y demonios, la lucha descansa no tanto en el armamento físico, sino en el poder de acuerdo entre la humanidad y el ámbito espiritual. Leemos en Efesios 6 que las "potestades" y los "principados" ocupan las "regiones celestes" (v.12). Pero también leemos en Efesios 1:10 que el expreso propósito del Padre es reunir en Cristo todas las cosas, "las que están en los cielos y las que están en la tierra". Efesios 1:10 nos revela el glorioso plan de Dios: que "por medio de la iglesia", Dios se ha propuesto hacer conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y a las potestades "en los lugares celestiales". Vea usted, a medida que el cuerpo de Cristo en la tierra se pone de acuerdo con su Cabeza en los cielos, el Espíritu de Cristo mismo desplaza las potestades de las tinieblas en las regiones celestiales.
En otras palabras, cuando la iglesia en la tierra es agresiva en sus acuerdos con la voluntad y la Palabra de Dios, entonces la presencia de Dios aumenta en el ámbito espiritual, proporcionalmente desplazando la influencia del infierno en la tierra. Inmediatamente después, manifestándose en el mundo de los hombres, vemos avivamientos, sanidades y milagros. Pero cuando la Iglesia es pasiva, indiferente o carnal, las potestades del infierno aumentan su gobierno sobre los asuntos de los seres humanos: los matrimonios se rompen, el crimen aumenta, y la liviandad se desenfrena. ¡Debemos ver que nuestras oraciones, actitudes y acuerdos con Dios, son en el establecimiento de la realidad del reino de Dios en la tierra!
El diablo es mentiroso
Satanás es desenmascarado en las Escrituras como "el mentiroso, y el padre de las mentiras" (Juan 8:44). Su campo de acción es el mundo espiritual que rodea y cubre el rededor de la conciencia de toda la humanidad. Este ámbito se conoce en la Biblia como "las regiones celestes" (Efesios 6:12). Desde este campo espiritual Satanás trabaja para corromper y controlar la mente del hombre por medio de ilusiones que se construyen en la carne a partir de deseos, temores y ambiciones. Pero el poder de la mentira no sólo está en hablar falsedad, ni es solamente que el mundo sea una ilusión. La mentira del enemigo aparece más poderosamente cuando los hombres creen que este mundo, tal como es, es el único mundo donde podemos vivir. Desde luego, ¡la verdad es que Dios está estableciendo Su reino, y que todas las otras realidades muy pronto se someterán y serán gobernadas por ese reino! (Ver Hebreos 12:26-28; Apocalipsis 11:15).
El arma que el Señor nos ha dado para combatir la mentira del enemigo es la Palabra de Dios que en las Escrituras se llama la "espada del espíritu" (Efesios 6:17). Jesús dijo que Sus palabras son: "espíritu y vida" (Juan 6:63), es decir que las palabras de Cristo en su sustancia o significado representan una realidad verdadera: el Espíritu viviente del reino de Dios.
Debemos también reconocer que en griego, el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento, no hay un término para "realidad". En esa lengua "verdad" y "realidad" tenían la misma esencia. Si buscamos experimentar la verdadera obra del Espíritu Santo, debemos comprender que el Espíritu ha sido enviado a establecer la realidad del reino de Dios en la vida de los seguidores de Jesús. Así, cuando nos volvemos uno con el Espíritu de Verdad, y cuando abrazamos completamente la Palabra de Verdad, ¡somos llevados a la realidad de Dios Mismo!
Este punto es esencial: en nuestra batalla sobre quién controla el mundo del hombre, el arma singular que Dios ha dado a su iglesia es Su palabra viviente y llena del poder de su Espíritu. La Palabra viviente del Espíritu es la verdad.
Pablo enseñó que la batalla espiritual lidia específicamente con la "destrucción de fortalezas". ¿Pero, qué son esas fortalezas? Son las mentiras que el diablo ha sembrado en nuestros procesos mentales, las cuales, como las aceptamos y las creemos, se convierten en realidad para nosotros. No caemos tanto en pecado, como somos seducidos por él; todo pecado está cubierto en alguna medida con un manto de mentira o engaño. Pero a medida que tales mentiras salen a la luz y se destruyen, a medida que nuestro proceso de pensamiento es liberado de ilusiones, encontraremos la perfección e inmaculada verdad de Cristo en nosotros, la esperanza de gloria (Ver Colosenses 1:27).
Para tener éxito en la vida, por tanto, debemos conocer la Palabra de Dios. Porque todas las cosas fueron hechas a través de la Palabra. Si, es la Palabra hecha viva en nuestros corazones, germinada por nuestra fe, que gana la guerra sobre la realidad.
Francis Frangipane
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