I. Adoración y guerra, aunque parezcan conceptos contradictorios, siempre están asociados en la Escritura
Este ministerio combinado lo vemos en el Rey David.
La misma mano que tocaba el arpa en adoración, también manejaba el arco y la lanza en la guerra.
a. “Entraré al altar de Dios... y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío”. (Sal. 43:4).
b. “El adiestra mis manos para la batalla, para tensar con mis brazos el arco de bronce” (Sal. 18:34).
II. ¡Adoración y guerra se encuentran juntas ambas en el cielo!
a. En Apocalipsis 19:1-10 leemos acerca de la adoración de la novia y el novio en el gozo de las bodas y la “voz de una gran multitud” que alaba a Dios y dice ¡Aleluya!.
b. En la última parte del capítulo 19, versículos del 11 al 16, leemos entonces: “De los ejércitos celestiales”, montados en caballos blancos y vestidos con “lino finísimo, blanco y limpio”.
III. En la vida nacional de Israel en los días antiguos la doble función de la adoración y guerra era lo que unía a la nación, más allá de sus ciudades locales y tribus.
a. Era en las fiestas de Israel, tres veces al año, que la nación se reunía en Jerusalén para adorar y celebrar delante del Señor (Lev. 23).
b. También en el ejército de Israel era que los guerreros se reunían de todas las tribus y ciudades para sacar al enemigo de sus fronteras.
IV. ¿Cuál es la relación entre la adoración y la guerra que hace que éstas funciones espirituales estén asociadas tan frecuentemente
a. La adoración en la Tierra abre los cielos para permitir que se establezca la Presencia y el Reino de Dios y que la voluntad de Dios sea hecha en la Tierra, así como lo es en el cielo (Mt. 6:10).
· Primero es la adoración “Santificado sea tu nombre” luego el establecimiento del Reino “venga tu Reino. Hágase tu voluntad...”.
· El trono de Dios es establecido en el Tabernáculo de David, y por deducción, su adoración (Isa. 16:5).
· Es el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra lo que el enemigo quiere impedir y por eso se necesita la guerra espiritual.
· Un pueblo adorador traer la Presencia y el poder de Dios en la Tierra para impactar el poder del enemigo y destruirlo.
b. ¡Por eso cuando Dios viene a través de los adoradores en el Santuarios, los enemigos de Dios lo perciben y temen!.
· “Vieron (los enemigos de Dios en el versículo 23) tus caminos, oh Dios; los caminos de mi Dios, de mi Rey en el Santuario” (Sal. 68:24).
· Dios se estaba moviendo a través de los adoradores, para demostrar proféticamente su victoria contra el enemigo: “los cantores iban delante y los músicos detrás; en medio de las doncellas con panderos (Sal. 68:25).
· Dios “cabalga sobre los cielos” en su gran poder, y millares de sus carros se mueven en los cielos en concierto con el mover de sus adoradores en la Tierra, para manifestar a través de ellos su victoria (Sal. 68:4-17).
c. Eliseo, el profeta de la doble porción vio los carros de Dios en los cielos rodeándole, y fue capacitado para capturar a todo el ejército sirio con “una sola mano” (II Rey. 6:13-18).
d. El Rey David, también por revelación del Espíritu, oyó el sonido “de los caminos” de Dios por las copas de las balsameras y al moverse en la Tierra en sincronización con los movimientos de Dios en los lugares celestiales, el derrotó a los filisteos! (1 Crónicas 14:14-17).
Sin duda, David y los salmistas de Israel estaban emocionados por su sincronización con el mover de Dios en los cielos:
“Reinos de la tierra, cantar a Dios, Cantad al Señor; Al que cabalga sobre los cielos de los cielos... he aquí dará su voz, su poderosa... su magnificencia es sobre Israel, y su poder está en los cielos” (Sal. 68:32-34).
V. La Iglesia se mueve ahora en el mismo acuerdo en la Tierra con los poderes de Dios en “los lugares celestiales de Cristo”, donde hemos sido sentados por el Espíritu Santo, “sobre todo principado” y autoridad, poder y señorío...” (Efesios 2:6; 1:21)
a. Hoy en la Iglesia, nuestra guerra es contra esta fuerzas espirituales en los lugares celestiales: “contra principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” para lo cual necesitamos la armadura de Dios (Efesios 6:11-13).
b. Debemos saber que nuestras armas son “poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” y que debemos derribar “todo argumento y altivez que quiera levantarse contra el conocimientote Dios” (II Corintios 10:4-5).
Este ministerio combinado lo vemos en el Rey David.
La misma mano que tocaba el arpa en adoración, también manejaba el arco y la lanza en la guerra.
a. “Entraré al altar de Dios... y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío”. (Sal. 43:4).
b. “El adiestra mis manos para la batalla, para tensar con mis brazos el arco de bronce” (Sal. 18:34).
II. ¡Adoración y guerra se encuentran juntas ambas en el cielo!
a. En Apocalipsis 19:1-10 leemos acerca de la adoración de la novia y el novio en el gozo de las bodas y la “voz de una gran multitud” que alaba a Dios y dice ¡Aleluya!.
b. En la última parte del capítulo 19, versículos del 11 al 16, leemos entonces: “De los ejércitos celestiales”, montados en caballos blancos y vestidos con “lino finísimo, blanco y limpio”.
III. En la vida nacional de Israel en los días antiguos la doble función de la adoración y guerra era lo que unía a la nación, más allá de sus ciudades locales y tribus.
a. Era en las fiestas de Israel, tres veces al año, que la nación se reunía en Jerusalén para adorar y celebrar delante del Señor (Lev. 23).
b. También en el ejército de Israel era que los guerreros se reunían de todas las tribus y ciudades para sacar al enemigo de sus fronteras.
IV. ¿Cuál es la relación entre la adoración y la guerra que hace que éstas funciones espirituales estén asociadas tan frecuentemente
a. La adoración en la Tierra abre los cielos para permitir que se establezca la Presencia y el Reino de Dios y que la voluntad de Dios sea hecha en la Tierra, así como lo es en el cielo (Mt. 6:10).
· Primero es la adoración “Santificado sea tu nombre” luego el establecimiento del Reino “venga tu Reino. Hágase tu voluntad...”.
· El trono de Dios es establecido en el Tabernáculo de David, y por deducción, su adoración (Isa. 16:5).
· Es el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra lo que el enemigo quiere impedir y por eso se necesita la guerra espiritual.
· Un pueblo adorador traer la Presencia y el poder de Dios en la Tierra para impactar el poder del enemigo y destruirlo.
b. ¡Por eso cuando Dios viene a través de los adoradores en el Santuarios, los enemigos de Dios lo perciben y temen!.
· “Vieron (los enemigos de Dios en el versículo 23) tus caminos, oh Dios; los caminos de mi Dios, de mi Rey en el Santuario” (Sal. 68:24).
· Dios se estaba moviendo a través de los adoradores, para demostrar proféticamente su victoria contra el enemigo: “los cantores iban delante y los músicos detrás; en medio de las doncellas con panderos (Sal. 68:25).
· Dios “cabalga sobre los cielos” en su gran poder, y millares de sus carros se mueven en los cielos en concierto con el mover de sus adoradores en la Tierra, para manifestar a través de ellos su victoria (Sal. 68:4-17).
c. Eliseo, el profeta de la doble porción vio los carros de Dios en los cielos rodeándole, y fue capacitado para capturar a todo el ejército sirio con “una sola mano” (II Rey. 6:13-18).
d. El Rey David, también por revelación del Espíritu, oyó el sonido “de los caminos” de Dios por las copas de las balsameras y al moverse en la Tierra en sincronización con los movimientos de Dios en los lugares celestiales, el derrotó a los filisteos! (1 Crónicas 14:14-17).
Sin duda, David y los salmistas de Israel estaban emocionados por su sincronización con el mover de Dios en los cielos:
“Reinos de la tierra, cantar a Dios, Cantad al Señor; Al que cabalga sobre los cielos de los cielos... he aquí dará su voz, su poderosa... su magnificencia es sobre Israel, y su poder está en los cielos” (Sal. 68:32-34).
V. La Iglesia se mueve ahora en el mismo acuerdo en la Tierra con los poderes de Dios en “los lugares celestiales de Cristo”, donde hemos sido sentados por el Espíritu Santo, “sobre todo principado” y autoridad, poder y señorío...” (Efesios 2:6; 1:21)
a. Hoy en la Iglesia, nuestra guerra es contra esta fuerzas espirituales en los lugares celestiales: “contra principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” para lo cual necesitamos la armadura de Dios (Efesios 6:11-13).
b. Debemos saber que nuestras armas son “poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” y que debemos derribar “todo argumento y altivez que quiera levantarse contra el conocimientote Dios” (II Corintios 10:4-5).