El Aceite de la Unción
II Reyes 4:6
“La unción de Dios se multiplicará en nuestra vida cuando cumplamos con el ministerio que Dios nos ha dado cuando damos a otros lo que hemos recibido.”
La Iglesia es la luz del mundo (Mateo 5.16). Si vivimos para Cristo tenemos que brillar como luces mostrando a otros como es Cristo.
Cuando como cristiano pasas desapercibido, sin hablar de Cristo a aquellos que están a tu alrededor estás:
1. Callando, cuando de Jesús debes de hablar.
2. Negando la luz de Cristo.
3. Dejando que el pecado nuble la luz de Cristo.
4. No dando a conocer que tu eres la luz como Cristo.
5. No comprendiendo que esa luz de Cristo puede salvar una vida de las garras del enemigo.
Debes ser un faro de verdad y no esconder la luz del mundo. El aceite de la viuda cesó cuando ya no hubo vasijas donde ponerlo. Esta viuda junto con sus hijos recogió vasijas de sus vecinos y comenzaron a llenarlas con el aceite de una única vasija que tenían. Ese aceite era de oliva que se usaba para cocinar y para las lámparas. El número de vasijas que consiguieron fue el indicio de su fe. La provisión de Dios fue tan grande como su fe y su disposición a obedecer.
Esta es una buena lección para todos nosotros para no limitar a Dios en sus bendiciones por falta de fe o de obedecer.
Dios puede darte mucho más abundantemente de lo que pedimos (Efesios 3:20).
Mucha gente dice: “no sirvo, no tengo talento, no estoy preparado para esto o para aquello”, pero quiero decirte que Dios dice: “te voy a usar, pon tu vida en mis manos porque la unción está sobre ti”.
No debemos de ser mediocres, ni conformistas. Tú no puedes tener a menos lo que Dios te ha dado. Pon el don que hay en ti. Tu vida entera debe de tener su fuente principal en el Espíritu Santo, para enfrentar al mundo con sus necesidades diarias, como Jesucristo lo hacía. La gente está cansada de palabras huecas, vacías, sin sentido.
Hay una frase importante que dice: “no podemos tocar al mundo si Dios no nos toca primero”. La unción vendrá cuando entras a tu aposento de oración y entras en contacto con Dios.
Necesitamos ser revestidos espiritualmente todos los días de ese aceite de la unción dada por el Espíritu Santo, porque cuando eres un ungido del Señor, todos reconocerán en ti tu autoridad espiritual.
El aceite de la unción te hará resplandecer en este mundo de oscuridad. Estamos en días de tinieblas, el mundo gira hacia algo desastroso, pero tú eres la luz de Cristo y la gente vendrá a ti para recibir la Palabra del Señor.
¿Sabes? el Salmo 89:20-23 dice:
“Hallé a David mi siervo, lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él, mi mano también lo fortalecerá. No lo sorprenderá el enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará; sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a los que le aborrecen” Aleluya, Gloria a Dios.
En Hechos 10:8 dice que “como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazareth y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.
Hechos 2:22 (leerlo)
Tienes que actuar como un siervo de Dios ungido por el Espíritu Santo. Tienes que llevar el mensaje a las naciones, a tu barrio, a tu pueblo, a tus vecinos. La unción debe salir de las 4 paredes de la Iglesia. El mundo nos llama para evangelizar. Todo ese gozo debe de salir para aquellos que no conocen al Señor.
Somos el candelabro de oro que los sacerdotes ponían en el Tabernáculo, para que alumbrase de continuo.
Tenemos que alumbrar porque somos la luz del mundo.
II Reyes 4:6
“La unción de Dios se multiplicará en nuestra vida cuando cumplamos con el ministerio que Dios nos ha dado cuando damos a otros lo que hemos recibido.”
La Iglesia es la luz del mundo (Mateo 5.16). Si vivimos para Cristo tenemos que brillar como luces mostrando a otros como es Cristo.
Cuando como cristiano pasas desapercibido, sin hablar de Cristo a aquellos que están a tu alrededor estás:
1. Callando, cuando de Jesús debes de hablar.
2. Negando la luz de Cristo.
3. Dejando que el pecado nuble la luz de Cristo.
4. No dando a conocer que tu eres la luz como Cristo.
5. No comprendiendo que esa luz de Cristo puede salvar una vida de las garras del enemigo.
Debes ser un faro de verdad y no esconder la luz del mundo. El aceite de la viuda cesó cuando ya no hubo vasijas donde ponerlo. Esta viuda junto con sus hijos recogió vasijas de sus vecinos y comenzaron a llenarlas con el aceite de una única vasija que tenían. Ese aceite era de oliva que se usaba para cocinar y para las lámparas. El número de vasijas que consiguieron fue el indicio de su fe. La provisión de Dios fue tan grande como su fe y su disposición a obedecer.
Esta es una buena lección para todos nosotros para no limitar a Dios en sus bendiciones por falta de fe o de obedecer.
Dios puede darte mucho más abundantemente de lo que pedimos (Efesios 3:20).
Mucha gente dice: “no sirvo, no tengo talento, no estoy preparado para esto o para aquello”, pero quiero decirte que Dios dice: “te voy a usar, pon tu vida en mis manos porque la unción está sobre ti”.
No debemos de ser mediocres, ni conformistas. Tú no puedes tener a menos lo que Dios te ha dado. Pon el don que hay en ti. Tu vida entera debe de tener su fuente principal en el Espíritu Santo, para enfrentar al mundo con sus necesidades diarias, como Jesucristo lo hacía. La gente está cansada de palabras huecas, vacías, sin sentido.
Hay una frase importante que dice: “no podemos tocar al mundo si Dios no nos toca primero”. La unción vendrá cuando entras a tu aposento de oración y entras en contacto con Dios.
Necesitamos ser revestidos espiritualmente todos los días de ese aceite de la unción dada por el Espíritu Santo, porque cuando eres un ungido del Señor, todos reconocerán en ti tu autoridad espiritual.
El aceite de la unción te hará resplandecer en este mundo de oscuridad. Estamos en días de tinieblas, el mundo gira hacia algo desastroso, pero tú eres la luz de Cristo y la gente vendrá a ti para recibir la Palabra del Señor.
¿Sabes? el Salmo 89:20-23 dice:
“Hallé a David mi siervo, lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él, mi mano también lo fortalecerá. No lo sorprenderá el enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará; sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a los que le aborrecen” Aleluya, Gloria a Dios.
En Hechos 10:8 dice que “como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazareth y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.
Hechos 2:22 (leerlo)
Tienes que actuar como un siervo de Dios ungido por el Espíritu Santo. Tienes que llevar el mensaje a las naciones, a tu barrio, a tu pueblo, a tus vecinos. La unción debe salir de las 4 paredes de la Iglesia. El mundo nos llama para evangelizar. Todo ese gozo debe de salir para aquellos que no conocen al Señor.
Somos el candelabro de oro que los sacerdotes ponían en el Tabernáculo, para que alumbrase de continuo.
Tenemos que alumbrar porque somos la luz del mundo.
Parte II
Hechos 10:38, Lucas 4:18; Isaías 49:8-2; II Corintios 6:2
El aceite es tipo del Espíritu Santo porque se le designó divinamente en el Antiguo Testamento. El aceite más puro se obtenía del fruto aún verde en el mes de Noviembre y se echaban en receptáculos, era de gran valor.
Los olivos se exprimían en piedras en forma circular y se sometían a una gran presión. De ahí el nombre de Getsemaní, de la palabra hebrea Gat – Semen, que quiere decir “prensa de aceite”, debe su nombre al hecho de que había algunas prensas de aceite en las cercanías.
El aceite servía para varios ritos de Israel como la consagración de los sacerdotes (Éxodo 29:1-7) en ofrendas, sacrificios (Levítico 2:1; Números 7:19) en la consagración del Tabernáculo (Éxodo 30:22-29; 40:9-10), en las lámparas del Tabernáculo (Éxodo 25:6; Levítico 24:2). En la época del Nuevo Testamento se ungía a los enfermos (Santiago 5:14).
El aceite simboliza alegría (Salmo 4:7; Hebreos 1:9), también prosperidad y abundancia (Deut. 32:13; 33:24), pero también denotaba pobreza cuando escaseaba (Hageo 1:11; Joel 1:10). El poder de Dios venía cuando se ungía con aceite, o sea, la unción del Espíritu Santo.
La necesidad de la obra del Espíritu Santo en la preparación par el Ministerio está señalada en el Antiguo Testamento cuando se ungía con aceite en la instalación de los sacerdotes (Éxodo 40:9-16). Por eso el ministerio del Espíritu Santo es indispensable para un ministerio fructífero por parte del creyente hoy (Hechos 1:8). Aquí el Espíritu Santo no se limita a una energía ordinaria, si no que El da entrega, confianza, conocimiento, habilidad y autoridad, por eso tienes que experimentar el poder del Espíritu Santo.
La única luz del Tabernáculo lo daba el aceite santo donde iluminaba el lugar donde Dios era adorado (Exodo 27:20-21). Hoy es el Espíritu Santo el que proyecta la luz sobre aquel que es la verdad y es El quien glorifica a Cristo ante los ojos del cristiano (Juan 16:13-15; I Juan 2:20). El aceite se empleaba para la purificación y la santificación (Levítico 8:30). Hoy día el Espíritu Santo santifica a los creyentes en el día de hoy.
I Juan 2:20 “Pero vosotros tenéis la unción del santo, y conocéis todas las cosas”
Necesitamos la unción de ese aceite especial. Se ha dado a usted el Espíritu Santo, por el Padre y el Hijo.
Hechos 10:38, Lucas 4:18; Isaías 49:8-2; II Corintios 6:2
El aceite es tipo del Espíritu Santo porque se le designó divinamente en el Antiguo Testamento. El aceite más puro se obtenía del fruto aún verde en el mes de Noviembre y se echaban en receptáculos, era de gran valor.
Los olivos se exprimían en piedras en forma circular y se sometían a una gran presión. De ahí el nombre de Getsemaní, de la palabra hebrea Gat – Semen, que quiere decir “prensa de aceite”, debe su nombre al hecho de que había algunas prensas de aceite en las cercanías.
El aceite servía para varios ritos de Israel como la consagración de los sacerdotes (Éxodo 29:1-7) en ofrendas, sacrificios (Levítico 2:1; Números 7:19) en la consagración del Tabernáculo (Éxodo 30:22-29; 40:9-10), en las lámparas del Tabernáculo (Éxodo 25:6; Levítico 24:2). En la época del Nuevo Testamento se ungía a los enfermos (Santiago 5:14).
El aceite simboliza alegría (Salmo 4:7; Hebreos 1:9), también prosperidad y abundancia (Deut. 32:13; 33:24), pero también denotaba pobreza cuando escaseaba (Hageo 1:11; Joel 1:10). El poder de Dios venía cuando se ungía con aceite, o sea, la unción del Espíritu Santo.
La necesidad de la obra del Espíritu Santo en la preparación par el Ministerio está señalada en el Antiguo Testamento cuando se ungía con aceite en la instalación de los sacerdotes (Éxodo 40:9-16). Por eso el ministerio del Espíritu Santo es indispensable para un ministerio fructífero por parte del creyente hoy (Hechos 1:8). Aquí el Espíritu Santo no se limita a una energía ordinaria, si no que El da entrega, confianza, conocimiento, habilidad y autoridad, por eso tienes que experimentar el poder del Espíritu Santo.
La única luz del Tabernáculo lo daba el aceite santo donde iluminaba el lugar donde Dios era adorado (Exodo 27:20-21). Hoy es el Espíritu Santo el que proyecta la luz sobre aquel que es la verdad y es El quien glorifica a Cristo ante los ojos del cristiano (Juan 16:13-15; I Juan 2:20). El aceite se empleaba para la purificación y la santificación (Levítico 8:30). Hoy día el Espíritu Santo santifica a los creyentes en el día de hoy.
I Juan 2:20 “Pero vosotros tenéis la unción del santo, y conocéis todas las cosas”
Necesitamos la unción de ese aceite especial. Se ha dado a usted el Espíritu Santo, por el Padre y el Hijo.