Bendiciones:
Llevo varios dias meditando ya en Galatas 2 y 3 cuando varios hermanos
en la fe han comenzado a ponerme escritos en mi cara en torno a esta moda nueva
de tratar de hacerse judio. Uno de ellos es el Apostol Frank Armengot y varios
mas. Resulta que pase un momento desagradable con una pastora que se hace
llamar judia pero que es de mi natal Puerto Rico, algo que no tiene ni pies ni
pisada, pero lamentablemente porque su cobertura cayo en judaismo (rayos, ya el
ha causado 3 divisiones, lo mismo que Dios me mostro de El en el 94 que donde
el pastoreaba en ese entonces iba a ser dividida 3 veces) ahora ellos tratan de
hacerse judios. Creo que esto de utilizar elementos judios en la adoracion en
la iglesia esta pasando a otro extremo algo peligroso y dañino, y nos esta
tratando de llevar al estado de las iglesias de Galacia y Colosenses. Tenemos
que tener cuidado y hablo como persona que tenemos Shofar en nuestra iglesia,
tenemos danzoras con vestimentas, pero que entendemos nuestra identidad como
iglesia de Cristo y no como un pueblo que ya dejo de ser y hoy dia es un mero
reloj profetico. Recuerden que en Cristo ya no hay nacionalidad (Galatas 3:28).
Bendiciones y espero lo disfruten.
Resulta
interesante cómo están reapareciendo las viejas herejías que hace mucho tiempo
amenazaron al cristianismo y fueron en aquellos tiempos contrarrestadas por los
cristianos de entonces. Sin embargo, el pueblo cristiano de hoy no es el mismo
de aquél tiempo. En los primeros siglos de la fe cristiana se levantaron los
apologistas. Eran líderes capaces que enfrentaron aquellas herejías con sólidos
argumentos y un vasto conocimiento de las Sagradas Escrituras.
Desafortunadamente el pueblo cristiano, envuelto más en el misticismo, el
relativismo y el neocarismatismo, carece de las herramientas necesarias
para enfrentar las falsas doctrinas con argumentos sólidos y presentar una
defensa coherente de la fe bíblica. En ocasiones, cristianos de débil fundamento
en la Palabra y pobre compromiso con la verdad, son presa fácil de estos
vientos de doctrina y estratagema de engañadores. Su alimento no es la Palabra,
sino otras fuentes de dudosa confiabilidad, como lo es mucha de la literatura
cristiana actual, una buena parte de la música que se produce y la pobreza
teológica de la mayoría de los predicadores y maestros que aparecen en los
medios masivos.
Una
de las últimas herejías que han surgido es el neo-judaísmo mesiánico. Debemos
distinguir entre éstos y los judíos mesiánicos, que son judíos de nacimiento
que han creído en Jesucristo y en su liturgia conservan sus raíces judías,
manteniendo íntegras las doctrinas esenciales del cristianismo. El neo-judaísmo
mesiánico, también conocido como el movimiento de los nazarenos (no la iglesia
del Nazareno que es una denominación evangélica), es una secta que procura
proselitar a los cristianos evangélicos para que abandonen sus congregaciones
cristianas y adopten las costumbres, ritos y doctrinas judaizantes de este
movimiento. Este grupo parte de la creencia de que las diez tribus perdidas de
Israel están dispersas en América latina y todos esos millones de descendientes
de antepasados judíos deben volver a sus raíces originales. Afirman también que
la iglesia cristiana se gentilizó y abandonó su origen judío, se volvió
anti-semita y hasta adulteró la Biblia para romper con sus raíces judaicas. Y
lo peor aún, rechazan doctrinas claves de la fe cristiana como la Trinidad, la
eternidad de Jesús, y declaran además que las Escrituras en sus traducciones
modernas han sido adulteradas y no son fidedignas.
Antes
de pasar a discutir y refutar bíblicamente las creencias y enseñanzas de esta
secta, deseo hacer el siguiente comentario. Todo esto que ha surgido ha sido en
gran parte causado por la misma iglesia cristiana. Hace un tiempo atrás llegó
la moda de las danzas hebreas, el uso de símbolos judíos, tocar el “shofar” o
cuerno para comenzar los cultos y la celebración de fiestas judías. Sin ser
judíos, y teniendo ya una rica cultura propia en donde celebrar la presencia de
Dios, muchas iglesias comenzaron a copiar esos estilos. Llegó el momento que se
levantó una pasión por lo judío donde algunas iglesias hasta quitaron la cruz
de sus púlpitos para poner el “menorah” o candelabro de los siete brazos,
estrellas de David y cosas por el estilo. ¿Por qué? ¿Qué de malo hay en adorar
en el estilo de nuestra propia cultura? Si no somos judíos y pertenecemos al
pueblo santo de Dios, que es su iglesia, ¿para qué adoptar estas prácticas? El
resultado de todo esto es que muchos pastores y líderes han preparado el camino
para que surja esta nueva forma de apostasía. Lo que están haciendo muchos
cristianos es simplemente dar el próximo paso: ser judíos completos.
Cuando
se abre la puerta a prácticas que no tienen respaldo alguno de la Palabra, en
especial, de la doctrina apostólica contenida en las epístolas, se infiltrarán
toda clase de herejías destructoras y confusión. Nosotros funcionamos bajo un
mejor pacto establecido sobre mejores promesas[1].
¿Cuál es el verdadero pueblo de Dios, Israel o
la Iglesia?
Tanto
los apóstoles como los padres de la iglesia reconocieron que la Iglesia de
Jesucristo es el pueblo de Dios y el nuevo Israel espiritual. Sin embargo, en
el siglo XIX nació el dispensacionalismo trayendo consigo una interpretación
totalmente novel de interpretar la Biblia, estableciendo una dicotomía que
persiste en la actualidad en algunas iglesias cristianas. La teología
dispensacional enseñó que la Iglesia gentil fue un “paréntesis” de Dios ante el
rechazo del pueblo hebreo y que los judíos permanecían como pueblo escogido.
Todo esto en contradicción a la enseñanza de los apóstoles, como vemos en
Efesios 2:11-22:
“Por
tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los
gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la
llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin
Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo
Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis
sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de
ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo
en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados
en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo
hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a
ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las
buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que
estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por
un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni
advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros
de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en
quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo
en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada
de Dios en el Espíritu.”
¿Cómo interpretan este pasaje los judaizantes? En un escrito titulado
“Preguntas más frecuentes” dicen: “Las buenas nuevas (evangelio) es que la
muralla de separación no existe más y que los gentiles están invitados a ser
parte de la República de Israel…” Obviamente el texto para nada afirma
esto. Al contrario, lo que dice es que para Dios hay un solo pueblo, los que se
han acercado a través de la sangre de Cristo, que la ley de mandamientos expresados
en ordenanzas fue abolida y que por un mismo Espíritu tanto judíos como
gentiles tienen entrada al Padre. En Cristo, judíos y gentiles pertenecen a la
misma familia de Dios, que es su Iglesia, que es la única que está edificada
sobre el fundamento de Cristo y los apóstoles. La república de Israel es un
estado completamente secular para nada identificado con la doctrina de Cristo y
los apóstoles. Otros pasajes que apoyan esta verdad son Rom. 9:1-8, y Gál.
4:21-26. Este último pasaje dice:
“Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído
la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la
esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la
carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una
alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno
proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es
Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén
actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de
arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.”
Pablo hace una clara distinción entre la condición de la Jerusalén
actual que produce hijos de esclavitud, y la Jerusalén de arriba, la celestial,
que son los hijos de la promesa, quienes gozan de la libertad en Cristo.
Nosotros los cristianos no somos hijos de la esclava, sino de la libre. Y por
ser de la fe, somos hijos de la promesa, descendientes espirituales de Abraham,
marcados con la circuncisión espiritual de Cristo, hecha no en la carne, sino
en el corazón. La esclava, que Pablo mismo la identifica con la Jerusalén
actual, no produce hijos libres. Es interesante que la carta de Pablo a los
Gálatas precisamente fue escrita con el fin de rebatir las falsas doctrinas de
los judaizantes que pretendían obligar a los cristianos gentiles a vivir bajo
los rudimentos de la ley mosaica.
Nadie se salva por ser judío, ni tampoco es necesario el adoptar la
cultura y las prácticas del judaísmo para ser fieles discípulos de Jesucristo.
Parece ser que los judaizantes modernos no han leído el libro de los Hechos de
los Apóstoles y lo que resolvió el Concilio de Jerusalén ante una amenaza
similar por parte de los judaizantes (Hch. 15:1-21).
“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no
os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.
Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con
ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a
Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a
los ancianos, para tratar esta
cuestión. Ellos, pues, habiendo sido
encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y
Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban
gran gozo a todos los hermanos. Y llegados a
Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los
ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con
ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían
creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y
mandarles que guarden la ley de Moisés. Y se reunieron los apóstoles
y los ancianos para conocer de este asunto. Y después de mucha
discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones
hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió
que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y
creyesen. Y Dios, que conoce los
corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo
lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y
ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por
qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni
nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la
gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. Entonces
toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban
cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los
gentiles. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió
diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo
Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos
pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los
profetas, como está escrito: Después de esto volveré Y reedificaré
el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo
volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos
los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, Dice el Señor,
que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo que no
se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba
que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de
fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos
antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde
es leído cada día de reposo.”
¿Cuál fue el veredicto de los ancianos de Jerusalén? Que dejaran
tranquilos a los gentiles que se convertían a Dios y no se les impusiera otra
carga sino las instrucciones que se mencionaban en la carta que se hizo
circular por las iglesias. Ni el sábado, ni los alimentos, ni la circuncisión,
ni las fiestas judías debían imponerse a los gentiles; cargas que ni los judíos
mismos habían podido sobrellevar en el pasado. El mismo Pedro había entendido
que para Dios no hay diferencia entre ser judío o gentil cuando tuvo la visión
del lienzo y luego vio cómo Cornelio el romano recibió el Espíritu Santo de la
misma manera que ellos al principio. Para efectos de la salvación, ¿cuál es la
importancia que hay entre ser o no ser judío? Realmente ninguna. Y esto lo
confirma el mismo San Pablo cuando declara:“porque en Cristo Jesús ni la
circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.”[2] En otras
palabras, el ser judío (los apóstoles les llamaban los de la circuncisión), o
el no serlo es inmaterial para fines de la herencia de la vida eterna. Sólo la
fe en Cristo es lo que cuenta. Por eso dice también el apóstol en
Romanos: “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En
ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están
bajo pecado.” [3] En términos
espirituales para Dios es lo mismo un judío impío que un gentil impío. No hay
una salvación especial para el pueblo judío. La única puerta para ellos, al
igual que para nosotros es su conversión a Cristo.
Pablo
y su trasfondo israelita
Los mesiánicos judaizantes sostienen que la iglesia cristiana se
prostituyó cuando abandonó sus raíces judías y se tornó una iglesia gentil.
Pero, ¿acaso el testimonio de la Palabra de Dios demandaba que la iglesia
gentil se mantuviera bajo tales rudimentos? Eso no era lo que pensaba el
apóstol Pablo quien se llamaba a sí mismo hebreo de hebreos y un celoso
practicante del judaísmo, aventajando por mucho a sus contemporáneos[4]. Además de los
gálatas, la iglesia de Filipos fue también confundida y afectada por los falsos
maestros judaizantes. A ellos Pablo le escribe esta carta y les habla acerca de
su pasado como judío celoso.
“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a
Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. Aunque
yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué
confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje
de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la
ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto
a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran
para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la
ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.”[5]
Los pertenecientes a la iglesia, por la sangre de Cristo y su
sacrificio expiatorio, somos la verdadera circuncisión, no los israelitas que
llevan la marca física, pero no la espiritual[6].
Y Pablo en el pasaje anterior precisamente muestra cómo ahora que está en
Cristo, su trasfondo y herencia judía que para él eran ganancia y motivo de
orgullo, ahora lo tiene por basura, porque reconoce que su herencia en Cristo
como redimido es superior. Es cierto que Pablo amaba a sus compatriotas
israelitas y oraba para que ellos conocieran la verdad del evangelio, pero a la
misma vez reconocía que Dios es soberano y que no todos los descendientes
físicos de Jacob, por ser descendientes naturales, eran herederos de la
promesa, sino aquellos que Dios en su gracia ha querido llamar para formar
parte de su pueblo. “No que la palabra de Dios haya
fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac
te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son
los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados
como descendientes.”[7]
Pablo prueba fuera de toda duda en este pasaje de Romanos que no por
ser descendientes naturales de Abraham, por eso fueron hijos de Dios, sino por
la promesa. Así como la promesa no fue invalidada cuando Dios decidió escoger a
Isaac y no a Ismael, y a Jacob en lugar de a Esaú (todos ellos siendo hijos
naturales de Abraham), de igual forma Dios continúa llamando a los que quiere,
por su gracia soberana, para formar parte de ese pueblo santo, que es su
Iglesia, verdadera Israel.
¿Cuál
es el remanente fiel?
Pablo trae esta interrogante ante los romanos: “¿Entonces ha
desechado Dios a su pueblo? En Ninguna manera porque yo (Pablo) también soy
israelita…”[8] El hecho de que Pablo, al
igual que muchos otros judíos pertenezcan a la esposa del Cordero, su Iglesia,
es evidencia de que no ha habido un rechazo total hacia los hijos naturales de
Abraham. En aquél entonces, al igual que hoy, muchos judíos nacionales están
viniendo a los pies de Cristo, lo que evidencia que ellos no han sido del todo
desechados. Dice más adelante: “aún así también en este tiempo ha quedado un remanente
escogido por gracia.” [9] Los gentiles, que eran
ramas silvestres, han estado siendo injertados en el tronco, que es Cristo.
Aunque no eran parte natural del olivo (que representa a Israel), por gracia y
por la fe fueron injertados. Muchas ramas han sido desgajadas del tronco porque
no creyeron en el Mesías. Pero de la misma manera: “…aun ellos, si no
permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para
volverlos a injertar.” [10] La fe en
Cristo es lo que le permite al ser humano estar injertado en el tronco santo. Y
queda demostrado que para Dios, un judío incrédulo y un gentil incrédulo son
una misma cosa; y de igual forma, un judío creyente y un gentil creyente son
ramas de un mismo olivo: su santa iglesia.
Algunos creyentes que sostienen la posición de la dicotomía (dos
pueblos de Dios, Israel y la Iglesia), afirman que antes del tiempo del fin,
Israel completa, como nación se volverá a Dios, reconociendo a Jesús como
Mesías. ¿Es eso lo que realmente declara la Palabra? Todo esto proviene de la
creencia de que la iglesia surgió como un “accidente” en el plan de Dios, ante
el rechazo de los judíos al verdadero Mesías. Pero cuando la iglesia gentil sea
levantada en el rapto, entonces Dios volverá a ocuparse de su verdadero pueblo.
Esta interpretación y sus variantes han estado por décadas en el pensamiento de
muchos cristianos, debido a la propagación de las doctrinas dispensacionales.
Pero existen otras interpretaciones que se ajustan mejor al texto bíblico.
¿Cómo podemos interpretar el pasaje que afirma que “todo Israel será salvo,
porque vendrá de Sión el libertador, que apartará de Jacob la impiedad”[11]? ¿Se refiere a
todo Israel como una nación o al número completo de aquellos judíos que han
sido escogidos por gracia; el remanente fiel?
Romanos 11:5 nos contesta esta pregunta: “Aún en este tiempo ha
quedado un remanente escogido por gracia” (subrayado añadido).
Note que el remanente de judíos que habrán de creer en Jesús como Señor y
Mesías proviene de una elección por gracia, al igual que los demás creyentes. Y
el hecho de que aún Dios tenga dentro de ese pueblo a un número de escogidos
para salvación, es prueba de que Israel no ha sido olvidado.
La
historia de la Iglesia, según los judaizantes
Para los judaizantes modernos, la iglesia cristiana que fundaron los
apóstoles, siendo la piedra principal Jesucristo, se contaminó de tal manera
con el paganismo y las costumbres gentiles del imperio romano, que dejó de ser
una verdadera iglesia cristiana. Sostienen que las iglesias cristianas de hoy
tienen muchos elementos del paganismo romano, adoptados por los emperadores
romanos. “El cristianismo es una religión bastante diferente de la fe
original de los apóstoles, como demostraremos más adelante. Las denominaciones,
sectas, iglesias o grupos que componen la cristiandad quieren ser seguidores del
Salvador del mundo, pero la doctrina que vivió, la adoración que practicó, no
son las mismas del cristianismo moderno.”[12]
¿Y en qué estriba la diferencia que tiene el cristianismo actual de la
fe predicada por Cristo y los apóstoles, según los judaizantes? Primero, porque
se eliminó el sábado y se adoptó el domingo como, según ellos, “día de los
paganos romanos”[13]. Rechazaron la
pascua, y la fiesta de los panes sin levadura, igualmente el día de la
expiación y la fiesta de las cabañas o los tabernáculos. Lo primero que debemos
responder a estas erróneas afirmaciones es que mucho de lo que estos
judaizantes señalan como desviaciones del cristianismo solamente se pueden
aplicar a la Iglesia Católica Romana, que ha mezclado muchos elementos
cristianos con tradiciones paganas. Los mesianistas cometen el error de culpar
por asociación a todos los cristianos por las desviaciones de Roma y del
papado. En segundo lugar y con relación al abandono de las mencionadas fiestas
judías, los judaizantes en su deseo de identificarse con las prácticas judías
veterotestamentarias, olvidan e ignoran todas las enseñanzas neotestamentarias
dadas por los apóstoles con relación a la observancia de tales festividades.
Pablo mismo declaró: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en
bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días
de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el
cuerpo es de Cristo.”[14]
Todas estas fiestas y días celebrados por los israelitas en el Viejo
Testamento, o fueron específicamente para la nación de Israel o fueron sombra
de lo que habría de venir con Cristo. Si ya Cristo vino y cumplió lo que estaba
escrito sobre él, y nos ha dejado un mejor pacto establecido sobre mejores
promesas, ¿para qué vivir bajo los viejos rudimentos del pacto de la ley? Por
esto mismo fueron amonestados los gálatas: “Mas
ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo
conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y
pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?
Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años.”[15]
Nos preguntamos, ¿para qué los cristianos debemos celebrar la fiesta de
la expiación, por ejemplo? Si ya Jesús murió en la cruz, cumpliendo así lo que
representaba el sacrificio del cordero en el tabernáculo de reunión. En la
carta a los Hebreos (y sería bueno que nuestros amigos judaizantes leyeran esta
carta y por qué fue escrita), precisamente anuncia el fin de aquello que hacían
los sacerdotes continuamente cada año: “…y diciendo luego: He aquí que
vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para
establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la
ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo
sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos
sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados.” [16]
Los judaizantes modernos acusan a la iglesia cristiana de haberse
desviado de la enseñanza original de los apóstoles, y de la adoración que en
sus comienzos se practicó entre los primeros cristianos. Este tipo de acusación
suele utilizarse por los falsos maestros para así restarle autoridad a la
iglesia e intentar demostrar que se ha apartado de la sana doctrina. Sin
embargo un análisis serio de la historia del cristianismo y las enseñanzas de
la Biblia demostrarán que tales acusaciones representan una farsa. En primer
lugar, durante los primeros tres siglos de la historia de la iglesia, esta se
vio azotada por diversas herejías que intentaron socavar sus mismos cimientos.
Interesantemente la primera de estas herejías fue el intento de los judaizantes
de arrastrar a los creyentes gentiles a los rudimentos de la ley, lo cual fue
duramente combatido por los apóstoles. Y nos llama la atención el hecho de que
estos judaizantes también estén defendiendo la herejía de los arrianos, los
cuales durante el siglo tercero negaron la doctrina bíblica y apostólica de la
Trinidad.
Se valen de medias verdades para acusar a todos los cristianos de
eventos que solo pueden achacarse a lo que eventualmente se convirtió en la
Iglesia Católica Romana. La fusión de la iglesia y el estado bajo Constantino,
solamente afectó a los cristianos que habitaban en la región de Italia y sus
alrededores. No así otras iglesias que se hallaban en las regiones del norte de
África, en Asia Menor y Egipto sobre las cuales Roma no tenía entonces ninguna
autoridad ni ingerencia. Ignoran totalmente que aún en tiempos donde el
cristianismo se vio a punto de ser arropado por las herejías, siempre hubo
cristianos que mantuvieron una doctrina íntegra y fiel al cristianismo
ortodoxo.
En cuanto a la adoración, ningún intérprete serio de la Biblia podrá
encontrar una descripción metódica y clara de cómo se rendía culto a Dios en el
Nuevo Testamento. No hay un solo mandato neotestamentario que indique
de qué forma y manera se debe adorar a Dios; a diferencia de lo que vemos en
Antiguo Testamento. Solamente hallamos principios de la adoración y algunas referencias
vagas. Jesús le indicó a la samaritana que el Padre busca adoradores que le
adoren en espíritu y en verdad[17]. Y en los Hechos
de los Apóstoles se hace referencia a la vida de los primeros cristianos
diciendo que se reunían en las casas y adoraban a Dios con alegría y corazón
sencillo[18]. Los cristianos
judíos iban al templo a orar. Pero ya tan temprano como en los Hechos, se
indica que se reunían el primer día de la semana (domingo) para partir el pan y
adorar juntos[19].
Los mismos apóstoles claramente enseñaron que el asunto de guardar
el shabbath o cualquier otro día era un asunto de la conciencia de
cada creyente. En Romanos nos dice: “Uno hace diferencia entre día y día;
otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su
propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace
caso del día, para el Señor no lo hace”.[20] Los que
hemos creído entramos ya en su reposo[21]. Cristo es
nuestro Shabbath, y en él se cumple lo que la ley anunciaba como sombra de
los bienes venideros.
El Dr. Donald Moore escribe: “El primer día de la semana
es el que conmemora la resurrección de nuestro Señor y el día cuando el Cristo
resucitado se presenta entre los suyos. Nos recuerda el inicio del nuevo pacto
que tiene como base la muerte del Mesías con su significado inigualable y su
victoria sobre la muerte. De manera que es el día predilecto en el cual el
cristiano celebra su libertad de la esclavitud del pecado y conmemora su nueva
creación en unión con Cristo. Es también un día de esperanza para la
pronta venida del Señor. De manera que el día del Señor es tanto memorial de la
resurrección como anticipación de su regreso. Por eso muchos cristianos nos
reunimos voluntariamente para adorar al Dios de la gracia, pues no hay una ley
escrita que nos obligue a reunir, nos encontramos libres del legalismo del
antiguo pacto y sus tradiciones”[22].
Resulta sumamente importante que los verdaderos judíos mesiánicos
rechazan tajantemente lo que pretenden hacer los judaizantes: “Me encanta ser judío. Me encanta el estilo de vida
distintivo que Dios le ha dado a Su pueblo elegido, enraizada en la Torá,
costumbres y tradiciones antiguas. Animo a otros judíos mesiánicos a abrazar
este estilo de vida distintivo. Pero, me preocupan profundamente aquellos que
presionan a nuestros hermanos cristianos gentiles para que vivan como nosotros”[23].
Continúa
diciendo… “Como cristianos, al acercarse más al Mesías, son santos, completos y
rectos. El Rabino Pablo, comunicándose específicamente con los creyentes
gentiles, escribe: "En El (Yeshúa) habita la plenitud de la deidad en
forma corporal, y en El han sido ustedes hechos completos... en El
han sido asimismo circuncidados con una circuncisión hecha sin manos, al ser
removido el cuerpo de la carne por la circuncisión del Mesías... El los ha
hecho vivir junto con El, habiéndonos perdonado todas nuestras
transgresiones... Por lo tanto nadie podrá juzgarlos respecto a comidas o
bebidas o respecto a una festividad o una luna nueva o el día del Sábado, cosas
que son una mera sombra de lo que ha de venir; pero la sustancia pertenece al
Mesías” (Colosenses 2:9-17). ¿Quiere usted decir que un gentil que se ha
unido al Mesías judío por haber creído en El, ha sido hecho completo en un
100%? ¿No le falta nada? ¡Exactamente eso es lo que significa! Dios lo
considera espiritualmente circuncidado y por lo tanto un participante completo
del Nuevo Pacto. Está lleno de vida espiritual y todos sus pecados han sido
perdonados. Tiene libertad acerca de lo que come o bebe y acerca de celebrar o
no las festividades judías y el Sábado. Ellas son, después de todo, solo sombras,
y él está unido a la Realidad, que es mayor que las sombras. Pero tiene la
libertad de celebrar el Sábado y observar las festividades y
guardar kosher si lo escoge. Si un cristiano desea observar una
festividad o costumbre bíblica, hay libertad para hacerlo, pero no hay
obligación. Si un cristiano dice, “Sé que el Mesías es mi pascua y no necesito
celebrar un Seder de Pascua”, está en lo correcto. Si otro dice,
“Deseo celebrar la pascua porque me ayuda a acercarme más a mi maravilloso
Mesías Judío, mi Cordero pascual”, también está en lo correcto. Si un cristiano
dice, “Se que Yeshúa es mi Sábado y me da reposo, pero quiero adorar
a Dios el Domingo, como lo han hecho los cristianos durante siglos”, también
está bien. Tampoco debemos centrarnos en la comida ya que "el reino
de Dios no es comida ni bebida, sino la rectitud y la paz y la alegría en el
Espíritu Santo” (Romanos 14:17). Aunque este gran embajador judío a los
gentiles guardaba kosher, Pablo entendió que lo que come y bebe un cristiano
no es lo esencial”[24].
Este rabino cristiano ha entendido claramente la enseñanza bíblica y él
al igual que muchos otros judíos convertidos ha elegido voluntariamente
practicar su fe dentro de las costumbres y tradiciones de su pueblo. Pero
claramente afirma que los gentiles no están obligados a hacerlo pues el que ha
creído en Él ya está completo. De hecho no hay nada malo en que un cristiano
gentil desee por voluntad y convicción propia practicar algunas de las
costumbres judías. Pienso que no hay necesidad de ello, teniendo en Cristo el
cumplimiento de lo que los rudimentos de la ley anunciaban. Pero si deseara
hacerlo, no peca contra Dios. El problema está cuando se procede a menospreciar
y a condenar a aquellos que bajo la libertad de la gracia de Dios no desean
hacerlo. El problema de los judaizantes contra los cuales Pablo combatió no era
que ellos como judíos querían seguir circuncidando a sus hijos y guardando el
sábado. Lo que fue condenado por los apóstoles fue el intento de inquietar y
perturbar a los cristianos que no deseaban hacerlo.
Y ese ha sido siempre el problema del legalismo: pretender hacer
superior a unos por ciertas cosas que practican, sea por la comida, por los
días o por el vestido, cuando ya los redimidos hemos sido hechos aceptos en el
Amado; ya estamos completos en Cristo por medio de la justicia perfecta que nos
ha imputado. Ningún cristiano que de verdad ha gustado la gloriosa libertad que
tenemos en Cristo, y el maravilloso pacto cuyas promesas son superiores, querrá
en su sano juicio volverse a pobres y débiles rudimentos. Debemos concluir que
los que lo hacen realmente no han gustado o no han conocido realmente lo que
Cristo nos ha concedido. Esa gracia que los profetas del Antiguo Testamento
hablaron y diligentemente indagaron acerca de ella, y que entendieron que no
era para ellos, sino para nosotros[25].
Otro argumento con los cuales acusan los judaizantes a los cristianos
es que el Dios que adoramos es una deidad falsa pagana, y no el verdadero Dios
de la Biblia. Así lo afirman en uno de sus escritos: “El dios del noventa y
nueve por ciento del mundo cristianos es simplemente Bel, Moloc, Zeus, o
cuando mucho Osiris, Mitra, o Adonis, aunque con otros nombres modernos, a
quienes la gente adora con las antiguas ceremonias paganas y fórmulas
ritualistas… Yahweh no es el Ser Supremo del cristianismo… la
religión moderna ignora el nombre de Yahweh”[26].
Esta acusación no es verdadera. El Dios de la cristiandad es el
mismo Yahweh/Jehová, de la Biblia y así lo confirman los credos y las
confesiones más antiguas de la teología cristiana ortodoxa. Basta hacer un
examen al Credo Apostólico, a la Confesión Belga, la Helvética, el Catecismo
Menor y Mayor, Westminster, las Confesiones de Londres y otras, para darse
cuenta de la fidelidad de las mismas al cristianismo histórico.
Alegan además que los griegos se apartaron de la verdadera fe al
cambiar el nombre hebreo inspirado
de Yeshúa ha Mashah (Jesús el Mesías) por el título de
Cristo. Al hacer esto, el cristianismo moderno se apartó de la senda antigua, del
camino de la dedicación y de la adoración pura. Nuevamente esta acusación
carece totalmente de fundamento. Estos judaizantes cometen el mismo error de
los romanistas cuando rechazaban el que las Escrituras se tradujeran del latín
de la Vulgata a las lenguas más modernas. Con la Reforma, Martín Lucero tradujo
la Biblia al Alemán, poniendo así la Palabra de Dios en las manos del pueblo
común. En segundo lugar, dan la impresión de que no han leído el Nuevo
Testamento. Cristo es una traducción griega del vocablo hebreo Mesías. Es un
título que los mismos apóstoles utilizaron cuando escribieron en
griego koiné a las iglesias gentiles: “…y Jacob engendró a José,
marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo”[27]. El Evangelio de
Mateo claramente afirma que Jesús es llamado “el Cristo” o el Ungido, lo mismo
que otros pasajes como Mateo 11:2, Marcos 9:41, Lucas 2:11, Romanos 5:6, 6:8,
etc.
Resultan extraños estos argumentos cuando los mismos judíos, temiendo
utilizar en vano el nombre santo de Dios, YHWH, empleaban en sustitución el
nombre “Adonai” que se traduce como el Señor. ¿Acusaremos por ello a los judíos
de haber abandonado o haberse desviado de la Torah? Por supuesto que no.
Así como Dios se reveló con muchos nombres en el Antiguo
Testamento: Nisi, Jireh, Rafá, etc., el Nuevo Testamento nos
provee diversos nombres para referirnos a Jesús, el Mesías. Todos estos nombres
bíblicos son legítimos y podemos emplearlos para adorar a Dios y a Jesucristo,
pues manifiestan sus diversos atributos. Estos argumentos representan una forma
más de legalismo innecesario.
Los
judaizantes y la herejía arriana
El arrianismo, como hemos indicado, fue una herejía que se propagó ampliamente
durante el segundo y parte del tercer siglo de la era cristiana. Negaban la
doctrina de la Trinidad, alegando que Jesús no era coeterno y consustancial con
el Padre, sino el primer ser creado por él. Básicamente lo mismo que enseñan
hoy día los Testigos de Jehová. Los mesiánicos judaizantes o nazarenos como se
denominan algunos, adoptan esta interpretación, negando así una esencial y
fundamental doctrina cristiana. El argumento es que esta doctrina no tiene
realmente base en las Escrituras. Sin embargo, al citar varios pasajes
bíblicos, deliberadamente excluyen ciertos textos claves que hacen a Jesucristo
igual a Dios, copiando la estrategia de los Testigos de Jehová.
Pasajes como Isaías 9:6, donde se le llama al Mesías que nacerá con los
títulos de Dios fuerte y Padre eterno; Romanos 9:5, Filipenses 2:6, y otros más
son pasados por alto. Además, ¿por qué causa los sacerdotes y escribas
condenaron a Jesucristo bajo el cargo de blasfemia? ¿En qué consistía esa
blasfemia? La Escritura nos lo muestra con claridad en Juan 5:18 nos dice que
más que quebrantar el día de reposo, lo que más le molestaba a ellos era que
Jesús se estaba haciendo igual a Dios mismo.
Hallamos otros pasajes en el Antiguo Testamento que utilizan el plural
al referirse a Dios. Por ejemplo, Génesis 1:26 “Hagamos al hombre a nuestra
imagen…”. También Génesis 3:22, “He aquí que el hombre ha llegado a ser como
uno de nosotros, conociendo el bien y el mal. Génesis 11:7, “Vamos, pues,
descendamos y confundamos allí su lenguaje…”. Y también Isaías 6:8, “¿A
quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?”
Según progresa la revelación acerca de Dios, en el Nuevo Testamento
hallamos suficientes referencias que presentan al Mesías como divino e igual al
Padre. La doctrina bíblica del Dios Triuno establece que aunque Jesús
es igual a Dios, es a la misma vez una Persona distinta. Por eso podía hablar
con el Padre y este le respondía. Esta doctrina representa uno de los más
grandes misterios que no pueden ser entendidos por la mente humana finita. Estos
judaizantes hacen el intento de pretender racionalizar el misterio de la
Trinidad y como encuentran que no se ajusta a la lógica humana, entonces
proceden a rechazarlo y ridiculizarlo. Dicen: “SiYahweh es un ser
inmortal, no puede morir; entonces no fue Yahweh quien murió en el
Gólgota, tuvo que haber sido un ser mortal. Ese fue el hombreYeshúa…”[28]
Pasan por alto el pasaje que dice: “el cual, siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó
hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el
nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre”[29]. Jesús se despojó
de su gloria y se hizo hombre y se humilló hasta la muerte de la cruz. Por eso
dice que fue exaltado y se le dio un nombre que es sobre todo nombre. ¿Y cuál
es ese nombre? Lo dice el texto mismo, que toda lengua declare que Jesús es
“Adonai”, “kurios”, el Señor. El título que solamente puede utilizar Dios, cuyo
nombre es sobre todo nombre, es el mismo que posee Jesús.
Históricamente los que niegan la Trinidad se agrupan principalmente
bajo dos tendencias: los arrianos y los modalistas[30]. Los primeros
declaran que Jesús es un ser creado y aparte de Dios, mientras que los segundos
afirman que las tres personas de la Trinidad son únicamente manifestaciones o
modalidades de Dios. Ambos fallan en expresar la verdadera doctrina de la Santa
Trinidad, la cual sostiene que Dios, dentro de la unidad y la perfección de su
ser eterno, es tres además de ser uno, estando los divinos tres relacionados el
uno con el otro mutua y personalmente[31]. Otro error que
cometen los judaizantes consiste en afirmar que la doctrina cristiana de la
Trinidad ha sido copiada de otras religiones no cristianas, y por ende es una
enseñanza de origen pagano. No es la primera vez que los enemigos de la
doctrina de la Trinidad hacen esta clase de acusación que carece totalmente de
fundamento alguno. Se ha citado el ejemplo de la triada egipcia
de Osiris (el padre),Isis (la madre) y Horus (el
hijo). Otro ejemplo se puede observar en el hinduismo: Brama (la realidad
última), Siva (el destructor) y Visnú (el restaurador). Sin
embargo, estos ejemplos en nada constituyen una trinidad pagana, sino que son
esencialmente triteístas (tres dioses). La doctrina cristiana de la
Trinidad es una exclusiva del cristianismo histórico. De hecho, los rechazos de
esta doctrina tienden a repetir los puntos de vista heréticos que se
establecieron durante los períodos patrístico, medieval o de la reforma con la
herejía de Miguel Servet.
Hay aspectos de la naturaleza divina, que los seres humanos jamás
llegaremos a comprender por nuestra capacidad limitada. Nuestro
Dios, Yahvéh es tan trascendente y glorioso, que va por encima de
cualquier ejercicio humano de raciocinio. En palabras del Dr. Donald Moore,
“Podemos concluir que este aspecto de la pluralidad entre la unidad de Dios
solo refleja para nosotros parte de su misterio impenetrable por la mente
finita del ser humano. Siempre hay algo de Dios inexplicable, que el ser humano
es capaz de recibir como una revelación de una realidad inalcanzable a través
de su mente racional o sus sentidos”[32].
Conclusión
Como expresé al inicio de este escrito, practicar las costumbres y
tradiciones judías cuando se es judío, y a la vez reconocer a Jesús como
verdadero Mesías es algo positivo y aceptable. Existen en la actualidad muchos
grupos mesiánicos que se mantienen fieles a las doctrinas esenciales del
cristianismo y a la misma vez celebran sus festividades bajo su contexto
cultural. Lo que es totalmente inaceptable, antibíblico y nocivo para
la fe cristiana es pretender judaizar a gentiles, bajo la excusa de rescatar una
fe que supuestamente fue adulterada después de los apóstoles, cosa que no
aguanta un análisis bíblico e histórico serio. Hay evidencia de sobra en las
epístolas apostólicas para condenar y censurar esta práctica. Pero más nocivo y
peligroso aún que lo anterior, es el rechazo a las doctrinas más fundamentales
de la fe cristiana histórica, como la divinidad de Cristo, la suficiencia de su
sacrificio expiatorio para presentar perfecto (a parte de la ley) a todo el que
cree y la inerrancia de las Escrituras. Esto indudablemente convierte a este
grupo de pseudo mesiánicos en una secta falsa y una herejía blasfema.