Estoy convencido que si Jeremías o alguno de los profetas fuera miembro de una iglesia pentecostal de las llamadas “de la senda antigua”, este estaría en disciplina, por causa de su mensaje de juicio y rectitud: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos”, Jeremías 6:16. “En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová, diciendo: Así ha dicho Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé hablarles; no retengas palabra. Quizá oigan, y se vuelvan cada uno de su mal camino, y me arrepentiré yo del mal que pienso hacerles por la maldad de sus obras. Les dirás, pues: Así ha dicho Jehová: Si no me oyereis para andar en mi ley, la cual puse ante vosotros, para atender a las palabras de mis siervos los profetas, que yo os envío desde temprano y sin cesar, a los cuales no habéis oído, yo pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por maldición a todas las naciones de la tierra. Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová. Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás… Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos.”, Jeremías, 26:1-8.
Aunque no se podría justificar que un siervo de Dios sea amenazado de muerte o puesto en disciplina por predicar la Palabra de Dios en esta forma, menos se podría justificar que pusieran en disciplina (abiertamente, o silenciosa) a un discípulo como Juan el apóstol, cuyo mensaje mayormente es uno de amor a Cristo y al prójimo. ¿Esto te parece raro o inverosímil? Pues, esto es algo que aparentemente sucede en algunas de nuestras congregaciones. He aquí parte del mensaje de Juan por el cual posiblemente pudiera ser puesto en disciplina en una de las iglesia llamada “de la senda antigua”: “Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos”, 1 Juan 2:7-11. “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: TODO AQUEL QUE NO HACE JUSTICIA, Y QUE NO AMA A SU HERMANO, NO ES DE DIOS. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. NOSOTROS SABEMOS QUE HEMOS PASADO DE MUIERTE A VIDA, EN QUE AMAMOS A LOS HERMANOS. EL QUE NO AMA A SU HERMANO, PERMANECE EN MUERTE. Todo aquel que aborrece a su hermano ES HOMICIDA; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado”, 1 Juan 2:10-23. “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, DEBEMOS TAMBIEN NOSOTROS AMARNOS UNOS A OTROS. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu… SI ALGUNO DICE: YO AMO A DIOS, Y ABORRECE A SU HERMANO, ES MENTIROSO. PUES EL QUE NO AMA A SU HERMANO A QUIEN HA VISTO, ¿Cómo PUEDE AMAR A DIOS A QUIEN NO HA VISTO? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”, 1 Juan 4:7-13, 20,21.
“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”, 1 Juan 5:16,17. Por último, el apóstol Juan nos habla de la posibilidad de librar a alguien en pecado por medio de la oración. Sin embargo, advierte que el que comete injusticia, que es un pecado de muerte, no puede ser libre por medio de la oración. El pecado de muerte (como lo es la injusticia) sólo es quitado cuando el transgresor lo confiesa. Ahora, a la luz de las Escrituras ¿en qué posición estaría una iglesia, si injustamente pusiera a Juan, el discípulo amado en disciplina (abierta o silenciosa), por el simple hecho de predicar un mensaje de amor…?