http://www.ronychaves.org/srch2/Archivos/Estudios/Proyecto_Apost_Prof_2006_Parte-(51).doc
David, al tener la clara visión de la forma de ministración a Dios en la eternidad, trae a nuestro mundo esos bellos principios espirituales.
La música nunca tuvo su origen ni en el diablo, ni en el hombre, sino en Dios fue creada para honrarle y magnificarle sólo a Él.
Lamentablemente las Iglesias en su gran mayoría desconocen los mismos principios y han colocado para nuestros servicios a músicos que ni siquiera han nacido de nuevo o bien neófitos, que al no conocer aún las profundidades del Espíritu ministran para la carne y no para el espíritu.
Se tiene hoy el triste concepto de que el músico o cantante que desarrolló profesionalmente su talento, al venir a la Iglesia debe dársele el privilegio de hacerlo automáticamente para Cristo. Hay que entender que tal persona debe seguir el camino de todo discípulo de Cristo: oír, nacer de nuevo, santificarse y ser llamado. Esto lleva su tiempo.
En el capítulo 16 de I de Crónicas, la Palabra establece que David, al traer el Arca a la tienda que para ésta se había levantado constituyó ministros de los levitas para que recordasen y loasen a Jehová. Estos ministros ministraban la música al Señor constantemente con sus respectivos instrumentos.
La Palabra nos ha enseñado que David, figura de Cristo, fue quien los puso al servicio, implicando con ello que aún los músicos del Santuario deben ser llamados y puestos por Cristo; es un ministerio.
En el capítulo 15, David nos da otra luz referente a la capacidad del músico, no sólo debía ser llamado y puesto por Él, sino apto y entendido en su trabajo. Hoy se pretende alabar a Dios de cualquier forma, aludiendo a que “como es para el Señor, no importa cómo se haga”, más por el contrario lo que se haga para Dios de hecho o de palabra debe hacerse bien, pues es para Su Gloria. Aleluya.
David aplicó principios musicales que son válidos hoy: melodía, armonía y ritmo.
EL RITMO.
Es la disposición periódica de voces y sonidos. Es la proporción simétrica de los tiempos fuertes y débiles en una frase musical, El ritmo si se marca exageradamente, produce confusión, así como hace mover rápidamente el cuerpo. El ritmo y los instrumentos usados para hacerlo, ministran sobre todo el cuerpo o bien estimulan nuestra carne.
Es necesario recordar que esto no es malo, pues nuestro cuerpo ha sido creado por Dios y para alabanza Suya. Lo malo es el hombre que habita ese cuerpo, pero el ministro debe tener cuidado de establecer para el culto el ritmo balanceado y equilibrado.
Debe tenerse el ritmo necesario para ir conduciendo al pueblo del Atrio al Lugar Santísimo.
Los instrumentos de percusión y ritmo deberían regularse. Estos atraen por su ejecución sonora y sofisticada, la atención el pueblo y su meta debería ser llevarlos a Cristo; sólo en Él debe ponerse la mirada (por ejemplo una batería tocada en exceso).
La música satánica está saturada de ritmo. En ello lo más importante es el ritmo (y a veces la armonía) pues ministra al hombre carnal y estimula sus pasiones desordenadas (hoy el cristiano cree equivocadamente que a mayor ruido y más ritmo en el culto, mayor es la bendición).
La música rock es una de ellas. No creo que Dios se agrade del llamado rock cristiano. ¿Se imagina usted a Cristo adorando al Padre a través de una canción de rock pesado?. Yo no.
La música es importante por ella misma, aún sin palabras en ella hay poder, si la ministra un ungido y atrae la presencia de Dios. La música atrae la presencia de su autor, si viene de Dios le atrae a Él; si viene del diablo le acerca a él y a su influencia negativa.
La música tiene tres fuentes: Dios, satanás y el hombre. La música rock y otras (las cuales deberíamos analizar) es satánica; lo demuestra la influencia que atrae, los resultados que produce y el fruto que da en la vida de sus seguidores.
Hoy erróneamente priva en los líderes de la Iglesia, que para acercar al joven a la Iglesia se debe traer cualquier clase de música, aunque la inspire el diablo. La música no fue creada ni debe ser llevada a la Iglesia por causa del hombre, sino fue creada y debe ser llevada a la Iglesia por causa de Aquél de quien es la gloria, la honra y todo el poder. Amén.
La música no es para atraer al joven, al niño o al anciano, es para atraer en medio de ella al Cristo Poderoso que mora donde se le alaba. Aleluya.
No olvidemos que a Dios le desagradó que David llevara el Arca en carro nuevo (a la manera de los filisteos). Dios no quiere que llevemos Su Presencia bajo métodos humanos y satánicos. Creo totalmente convencido que la Iglesia en este aspecto debe volver a la Palabra. (Jeremías 6:16).
Algunos dicen: bueno ¿y cómo llevaremos al pecador a la Iglesia?. Yo respondo: Cristo no es un producto de comercio. Él es el Rey de Reyes y Señor de Señores. El pecador llegará al Camino cuando oremos y ayunemos, cuando de acuerdo a la Palabra usemos las armas de nuestra milicia, las cuales son espirituales y no carnales (I Corintios 10:3-5; Juan 12:32).
La música rock es la de mayor popularidad en el mundo. Que no nos engañe esto, pues el príncipe de este mundo es el diablo. Lamentablemente la mayoría de los músicos de esta modalidad son ocultistas y hechiceros que, al producirse el disco con su música lo celebran en medio de sesiones del espiritismo, con la intención de que sus grabaciones lleven la influencia del diablo.
LA ARMONÍA.
Es la combinación o arreglo de sonidos agradables. Es la feliz combinación de las sílabas y voces empleadas. Armonía es amistad, unidad y buena correspondencia. Es el arte de formar y enlazar los acordes.
Surge cuando dos, tres o más individuos se unen para cantar o tocar en diferentes tonos a la vez.
La armonía ministra el alma, emociones, mente y voluntad del hombre. En una armonía musical correcta, las emociones son tocadas y afectadas. Por lo tanto, es necesario que al ministrar a Dios, ésta tenga también una manifestación equilibrada; nuestra adoración debe proceder del espíritu que adora y no simplemente de un alma emocionada.
Tenemos la tendencia como los pentecostales, a que si no hubo lágrimas, no hubo bendición en el culto, pero debemos tener cuidado. Si esto ocurre es bueno, pero no basta. Debemos llegar más profundo al espíritu humano (el cantante y músico que tenga oidos para oir que oiga).
Cuando en los albores de la historia humana los hombres se aliaron a las fuerzas de tinieblas y quisieron levantar Babel, la torre de la rebelión directa a Dios, aunque tenían unidad y armonía fracasaron. No los guiaba un buen espíritu. Igual ocurre con la música. No basta un buen ritmo y una buena armonía, hace falta la guianza del Espíritu a través de una buena melodía (Génesis 11).
LA MELODÍA.
Si la música del diablo está basada en exceso de ritmo y a veces de armonía, la música divina se basa en melodía.
Melodía es una serie de sonidos sucesivos que halagan el oido, es también una serie de palabras que agradan el oido (aún existe melodía en los versos de un poema).
Una bonita y dulce melodía, equilibrada con un balanceado ritmo y ejecutada en una correcta armonía y desde luego, creada para Dios será siempre un instrumento donde Él manifestará Su gloria y Su poder.
La música que no trae la unción divina, no puede traer ninguna palabra viva, sino una letra que también mata. La música muerta no puede dar una palabra viva (Rhema). La música sin la unción del Espíritu Santo no llevará cambio a nadie y hoy más que nunca necesitamos que Dios revele Su Palabra, la que cambia y transforma. Amén.
Recordemos que hasta el diablo puede citar la Palabra, para herirnos y dañarnos, pero la Palabra de Dios ungida es la Espada del Espíritu y sólo el espíritu puede vivificarle y desatar Su poderosa unción a través de ella. Necesitamos músicos ungidos.
David músico ungido de Jehová, tan sólo tocaba el arpa y los demonios corrían del lecho de Saúl (I Samuel 16:14-23).
La música sin unción no llega a producir el fruto para lo que fue creada, a lo máximo que aspira es a traer una carta de pura letra muerta.
Que Dios nos ayude a volver a las verdades musicales que David sabía y así tener música y palabra ungida en nuestros púlpitos. Amén.
LOS DIVERSOS TONOS MUSICALES
Sólo voy a mencionar unos principios básicos, pues el tema quizás fuera motivo para escribir largos comentarios y la intención de este trabajo es motivar a ala investigación del mismo en la Palabra.
Después de hacer un análisis del libro de los Salmos y de la vida y obra del cantor y poeta David rey de Israel, podemos recomendar, no a manera de ley sino a manera de norma, que los músicos en la ministración a Dios en congregación y aún en lo secreto usen los siguientes principios sobre los tonos musicales.
I.- Los Tonos mayores.
a) Ministran en forma poderosa el espíritu y nos elevan hacia Dios provocando libertad y gozo. Estos tonos los utilizaban los judíos cuando Israel atravesaba períodos de libertad de sus enemigos. Nosotros hoy somos libres de nuestro adversario. Gloria a Dios.
b) En el Salmo 46, vemos que el tono usado en el canto es alamot y observamos como en I Crónicas 15:20 los músicos del tabernáculo de David, afinaban sus salterios e instrumentos bajo la tonalidad alamot y en la octava para dirigir, verso 21.
c) Analizando el término alamot observamos que es el plural del hebreo almah que significa “virgen o doncella” y al usarse la expresión al-alamot, como ocurre en el Salmo mencionado, se da a entender que se debe entonar “a la manera de las vírgenes” o en soprano (en tonos mayores, con voz de mujer joven o muchacho)
d) La letra de los salmos que se interpretaban en tonos mayores nos hablan de victoria, libertad y júbilo.
II.- Los Tonos Menores (do menor, re menor, etc.).
a) Los tonos así llamados ministran fuertemente las emociones y la voluntad del hombre, es decir su alma.
b) En los Salmos 6 y 12, el tono menor usado es llamado en hebreo seminit (tono menor), empleado mayormente cuando Israel estaba en cautiverio y lloraba.
c) Se usaba mucho en cantos de derrota y aflicción.
Al igual que ocurre con el ritmo, armonía y melodía, una aplicación sabia y equilibrada de este conocimiento antes mencionado puede lograr en nuestras reuniones de alabanza a Dios una preciosa conducción del pueblo del Atrio al Lugar Santo y de éste al Lugar Santísimo en una forma tal que el pueblo se goce y nuestro Dios se agrade. Aleluya.