Cuando una congregación reúne un número variado de personas y personalidades, es necesario aplicar también con referencia a música y canto los principios de la Palabra.
David tenía directores de música y canto, pues no basta con saber ejecutar un instrumento y cantar, o bien ejecutar la música en los más variados tonos. Se hacía necesario quién los dirigiera. Así en la Iglesia se hacen necesarios los directores de alabanza, que en nuestras reuniones sepan dirigir al pueblo.
Si todos cantamos a la vez con diferentes voces aunque sea en tonalidad mayor y a diferente fuerza vocal, el desorden se hará presente en el servicio a Dios.
El Salmo 149:6, nos da la clave que tenía David y la respuesta para evitar el mal. Después de escudriñar en diversas versiones dicho verso y sus raíces del hebreo, el mismo se podría parafrasear así: “Exalten alabando a Dios con música y modulando el canto en sus gargantas”. La Palabra clave aquí es modular. Modular significa sintonizar en una misma frecuencia (tono musical) y a un volumen equilibrado en el sonido.
Se concluye entonces, del párrafo anterior que la congregación cristiana debe dejarse conducir en la alabanza por alguien que preside (de hecho llamado por Dios con el don de presidir), quien al igual que los músicos ejecutará la alabanza en un tono particular y a un volumen vocal ordenado y agradable.
El director de alabanza es una persona importante a la par del pastor o predicador en el culto. Tiene que ser en lo secreto un verdadero adorador para poder hacerlo con agrado en público. Es un ministerio dado por Cristo, no por el hombre. Debe buscar constantemente al Señor para tener su unción personal.
Debe saber orar con responsabilidad para conseguir de Dios los coros o alabanzas que se han de entonar en cada servicio.
Debe saber oír a Dios y pasar tiempo con Él, para ver si el Señor tiene algo para su pueblo (ciencia, milagros, profecía, etc.).
Debe ser lleno del Espíritu y de buen testimonio.
En cuanto a la dirección del culto es bueno recordar:
a) Aunque no es una regla sino una norma, generalmente se ha de ir de los cantos “alegres” a los de adoración, de los niveles de alabanza a los de adoración.
b) Alabar a Dios es decirle Sus verdades, es decirle lo que está escrito de Él en Su Palabra, lo que el Espíritu Santo quiere que digamos (es una práctica).
c) En Hebreos 2:12, se establece que Cristo alaba al Padre a través de nosotros. La adoración es del Espíritu, por Cristo adorando al Padre, por tanto, alabar a Dios es dejarse guiar y ver qué quiere Él que le digamos y cantemos.
d) Debemos cantar los himnos que Él escribió e inspiró (cantemos a Su gusto) y no al nuestro, cantemos salmos.
e) Los coros a entonar que sean en tonalidades mayores, de preferencia para hacer más real la Presencia de Dios.
f) Esos coros preferiblemente para mayor belleza, cantarlos uno tras otro en la misma tonalidad.
g) No hablar mucho entre cantos para no quitar la atención de Cristo.
h) Cada servicio debe ser vivo, no igual para no caer en la rutina.
i) Somos defensores fervientes de la participación activa del cuerpo en la alabanza (del alma y del espíritu), pero también del orden y aunque en el culto es bueno que el pueblo en plena adoración le aplauda, y le aclame a Jehová, debe hacerlo cuando el que preside la alabanza lo motiva. Cuando no es momento de aplaudir, sino de hacer silencio, nadie debe hacerlo, sino sujetarse al que dirige.
ALGO MÁS SOBRE MÚSICA INSTRUMENTOS Y CANTO
David se esforzó mucho por hermosear el culto del Santuario; para ello señaló 288 llevitas para cantar y tocar los instrumentos musicales. Hoy los “levitas” de nuestra congregación deben ser llamados por Dios (nuestro verdadero David).
Entre ellos se hace mención de los hijos de Coré (I Crónicas 9:19), se incluye además a Hemán (I Crónicas 6:33-38), a los hijos de Asaf (I Crónicas 6:39-44) y los hijos de Etán (I Crónicas 6:44-49).
Dios dotó a estos hombres con la inspiración de su Espíritu, de modo que usaran aquellos talentos poéticos que sus relaciones con el arte de la música los habían inspirado a cultivar, en la producción de composiciones parecidas a las de su rey y patrón dado a él por Dios. Igual debe ocurrir con los músicos y poetas llamados por Dios, su composición musical debieran hacerla parecida a la que nuestro rey nos ha dejado en Su Palabra y semejantes al patrón que Él ha instituido por el Espíritu Santo.
A Asaf se le atribuyeron 12 salmos, a los hijos de Coré 11, 1 a Hemán (el 88) y a Etán también 1. El nombre de Salomón aparece delante del Salmo 72 y 127, así como el de Moisés antes del 90., implicando con ello que al ser llenos del Espíritu los hombres, en todos los tiempos, ellos han inspirado a adorar a Dios.
La expresión “al músico principal”, aparecida en gran cantidad de los Salmos, nos indica que había un director de la música de Israel.
El epígrafe “lamnasseah” que aparece 55 veces en los Salmos, es entendido ahora como “al músico principal” o “director del coro”, sugiriendo que en determinado momento un “maestro de música del tabernáculo” hizo una colección de salmos usando las fuentes existentes. Interesante es observar que “el director de música o del coro” tenía el cuidado de acreditarse sus derechos literarios. Lo anterior se desprende de que el título (epígrafe) siempre se encuentra unido a una descripción personal “a David” o “Asaf” o bien “Salmo de David”, etc.
Se desprende de un estudio de los tantos epígrafes contenidos en los Salmos de que existió un editor (Simoriás) que recopiló estos Salmos y los ordenó adecuadamente para el servicio del Santuario.
Una buena enseñanza se puede concluir de lo anterior. Sería de mucha bendición para las congregaciones hoy que músicos llamados y ungidos por Dios, recopilaran los cantos entonados por la Iglesia y los estudiaran, desechando aquellos que nada hacen para la alabanza del Creador y promovieran los que exaltan Su grandeza. Deberían ordenarse por temas y aún por tonos musicales para el uso del Santuario, y aún indicarse que tipos de instrumentos son los que deben usarse en determinados cantos. Después de ir de paso por tantas iglesias del Señor, hemos aprendido que la alabanza en éstas carece de verdadera adoración, y lo que es más peligroso, muchos “coros” que se entonan tienen su centro en el hombre y no en Dios y hasta son totalmente antidoctrinales y se contradicen con las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Debería hoy revisarse la letra de nuestros himnos y alabanzas. Amén.
El músico es de trascendental importancia en la ministración a Dios y es un ardiente deseo el que Dios ha puesto en mi corazón para hacerlo ver con claridad en medio de la Iglesia y de ellos mismos, los músicos, quienes son los que parecen no darse cuenta de su poderoso ministerio.
David tipo de Cristo, puso músicos principales o bien directores de alabanza, música y canto:
a) Asaf o Aspa, uno de los directores de música del templo (I Crónicas 6:39; 15:17; 16:5; 25:1-2) siendo su cargo en apariencia heredado de su familia (Nehemías 7:44; 11:22), de los gersonitas . la importancia de su ministerio musical es que lo hacía también en la dimensión de profeta (II Crónicas 29:30), siendo su nombre como ya apuntamos grabado en 12 Salmos los cuales muy probablemente fueron escritos para que el mismo o su familia los cantaran a Jehová.
b) Hemán también fungió en el tiempo de David como director de música del templo (I Crónicas 6:33; 15:17,19; 16:41-42; 25:1-6; II Crónicas 5:12; 29:14; 35:15),. Era levita del linaje de Coat, quienes en un principio tuvieron el honroso cargo de llevar el Arca, los altares, la mesa del pan de la proposición, etc., durante los viajes de Israel en el desierto (Números 3:31). Era hijo de Joel y nieto de Samuel. El Salmo 88 se le atribuye a él. Es interesante el detalle bíblico Hemán “esrahita”, lo cual equivale a “hijo de Zara”,identificando a este cantor y vidente con Hemán I (de la tribu de Judá), expresando con ello que aunque nació levita está relacionado con la tribu de Judá (alabanza) y reconocido en ella.
c) Etán (Jedutún), uno de los maestros de la música del templo, era levita, hijo de Chisi (I Crónicas 15:17-19; 25:1; II Crónicas 35:15).
Se cree que es el mismo Jedutún o Iditún (significa:quien da alabanza) de los hijos de Meran.
Su cargo principal era “alzar la voz con címbalos de metal” y también profetizaba con el arpa. Esto es algo muy descuidado en la Iglesia y que debe volver a ella; la profecía con la música.
CANTORES
Para cerrar estas ideas de música, instrumentos y cantos, debo añadir que la Biblia en ninguna ocasión habla de artistas cristianos, ni cantantes profesionales (cristianos), sino de ministros de música y canto (cantores). David usó no sólo directores de música, sino también de canto según nos habla la Palabra en I Crónicas 15:16 “Así mismo dijo David a los principales de los levitas que designasen de sus hermanos a cantores con instrumentos de música…”.
Quenanías, quien era principal de los levitas en la música, fue puesto en el honroso cargo de dirigir el canto. Un detalle que debe privar también hoy con respecto a esta responsabilidad y a quien se asigne para el puesto es que era “entendido en ello”. Las Iglesias deberían tener su ministro de música y creo que también de canto (I Crónicas 15:22-27).
Siendo Asaf, Hemán y Jedutún los directores de música en el tabernáculo en este tiempo de David (y aún en el de Salomón), también sus hijos ministraban la música, dándonos una idea la Palabra de la magnitud de aquellas bandas y coros. Asaf tenía 4 hijos, Jedutún 6 y Hemán 14. Estos 24 levitas hijos de los más aptos directores de música de su tiempo estaban al mando d e 24 bandas de músicos que servían por turnos en el tabernáculo. Eran entendidos en su quehacer, pues dedicaban su vida a aprender y a practicar la música, ya fuera vocal o instrumental (II Crónicas 29:25).
Israel hacía gala para la ministración en el templo de maravillosos coros. Según se desprende de II Samuel 6:5 y 19:35 existían cantores y cantoras, es decir se empleaban para la música del santuario a varones y mujeres (Esdras 2:65), en la enumeración que hace de las personas que trajo de la cautividad cuenta entre doscientos cantores y cantoras. Nehemías 7:67, nos menciona entre cantores y cantoras 245 de los que volvieron con Zorobabel. David había ya establecido el principio de los cantores en la alabanza a Dios e Israel lo conservó por años. Debe volver a la Iglesia. ¡Aleluya!
La música judía y sus coros, desde luego varían con respecto a los del mundo. La música se componía d ela unión de varias voces que cantaban juntas la misma melodía, cada una según su fuerza y calidad, sin contrapunto musical, esto es sin esas diferentes partes y combinaciones que constituyen la armonía de la música secular. El canto judío ministraba básicamente el espíritu y no el alma. Probablemente las voces de los coros fueron acompañadas por la música de instrumentos.
El tipo de música y canto judíos era bello y excelente en su género, lo cual se aprecia en sus efectos espirituales, su magnificencia, su majestad y los elevados sentimientos contenidos en sus cantos. Se supone que existía un coro general y dos o más coros separados en los cuales se dividían y ubicaban los músicos. Se cantaba alternativamente una pequeña parte de un salmo, por alguno de los coros con el coro general, respondiéndose uno a otro, es decir, coro a coro.
La estructura de los salmos judíos se adapta en forma admirable a este modo de cantar, produciendo este sistema de música y canto los efectos más deliciosos y solemnes (ejemplos: Salmos 24; 136; 148).
David tenía directores de música y canto, pues no basta con saber ejecutar un instrumento y cantar, o bien ejecutar la música en los más variados tonos. Se hacía necesario quién los dirigiera. Así en la Iglesia se hacen necesarios los directores de alabanza, que en nuestras reuniones sepan dirigir al pueblo.
Si todos cantamos a la vez con diferentes voces aunque sea en tonalidad mayor y a diferente fuerza vocal, el desorden se hará presente en el servicio a Dios.
El Salmo 149:6, nos da la clave que tenía David y la respuesta para evitar el mal. Después de escudriñar en diversas versiones dicho verso y sus raíces del hebreo, el mismo se podría parafrasear así: “Exalten alabando a Dios con música y modulando el canto en sus gargantas”. La Palabra clave aquí es modular. Modular significa sintonizar en una misma frecuencia (tono musical) y a un volumen equilibrado en el sonido.
Se concluye entonces, del párrafo anterior que la congregación cristiana debe dejarse conducir en la alabanza por alguien que preside (de hecho llamado por Dios con el don de presidir), quien al igual que los músicos ejecutará la alabanza en un tono particular y a un volumen vocal ordenado y agradable.
El director de alabanza es una persona importante a la par del pastor o predicador en el culto. Tiene que ser en lo secreto un verdadero adorador para poder hacerlo con agrado en público. Es un ministerio dado por Cristo, no por el hombre. Debe buscar constantemente al Señor para tener su unción personal.
Debe saber orar con responsabilidad para conseguir de Dios los coros o alabanzas que se han de entonar en cada servicio.
Debe saber oír a Dios y pasar tiempo con Él, para ver si el Señor tiene algo para su pueblo (ciencia, milagros, profecía, etc.).
Debe ser lleno del Espíritu y de buen testimonio.
En cuanto a la dirección del culto es bueno recordar:
a) Aunque no es una regla sino una norma, generalmente se ha de ir de los cantos “alegres” a los de adoración, de los niveles de alabanza a los de adoración.
b) Alabar a Dios es decirle Sus verdades, es decirle lo que está escrito de Él en Su Palabra, lo que el Espíritu Santo quiere que digamos (es una práctica).
c) En Hebreos 2:12, se establece que Cristo alaba al Padre a través de nosotros. La adoración es del Espíritu, por Cristo adorando al Padre, por tanto, alabar a Dios es dejarse guiar y ver qué quiere Él que le digamos y cantemos.
d) Debemos cantar los himnos que Él escribió e inspiró (cantemos a Su gusto) y no al nuestro, cantemos salmos.
e) Los coros a entonar que sean en tonalidades mayores, de preferencia para hacer más real la Presencia de Dios.
f) Esos coros preferiblemente para mayor belleza, cantarlos uno tras otro en la misma tonalidad.
g) No hablar mucho entre cantos para no quitar la atención de Cristo.
h) Cada servicio debe ser vivo, no igual para no caer en la rutina.
i) Somos defensores fervientes de la participación activa del cuerpo en la alabanza (del alma y del espíritu), pero también del orden y aunque en el culto es bueno que el pueblo en plena adoración le aplauda, y le aclame a Jehová, debe hacerlo cuando el que preside la alabanza lo motiva. Cuando no es momento de aplaudir, sino de hacer silencio, nadie debe hacerlo, sino sujetarse al que dirige.
ALGO MÁS SOBRE MÚSICA INSTRUMENTOS Y CANTO
David se esforzó mucho por hermosear el culto del Santuario; para ello señaló 288 llevitas para cantar y tocar los instrumentos musicales. Hoy los “levitas” de nuestra congregación deben ser llamados por Dios (nuestro verdadero David).
Entre ellos se hace mención de los hijos de Coré (I Crónicas 9:19), se incluye además a Hemán (I Crónicas 6:33-38), a los hijos de Asaf (I Crónicas 6:39-44) y los hijos de Etán (I Crónicas 6:44-49).
Dios dotó a estos hombres con la inspiración de su Espíritu, de modo que usaran aquellos talentos poéticos que sus relaciones con el arte de la música los habían inspirado a cultivar, en la producción de composiciones parecidas a las de su rey y patrón dado a él por Dios. Igual debe ocurrir con los músicos y poetas llamados por Dios, su composición musical debieran hacerla parecida a la que nuestro rey nos ha dejado en Su Palabra y semejantes al patrón que Él ha instituido por el Espíritu Santo.
A Asaf se le atribuyeron 12 salmos, a los hijos de Coré 11, 1 a Hemán (el 88) y a Etán también 1. El nombre de Salomón aparece delante del Salmo 72 y 127, así como el de Moisés antes del 90., implicando con ello que al ser llenos del Espíritu los hombres, en todos los tiempos, ellos han inspirado a adorar a Dios.
La expresión “al músico principal”, aparecida en gran cantidad de los Salmos, nos indica que había un director de la música de Israel.
El epígrafe “lamnasseah” que aparece 55 veces en los Salmos, es entendido ahora como “al músico principal” o “director del coro”, sugiriendo que en determinado momento un “maestro de música del tabernáculo” hizo una colección de salmos usando las fuentes existentes. Interesante es observar que “el director de música o del coro” tenía el cuidado de acreditarse sus derechos literarios. Lo anterior se desprende de que el título (epígrafe) siempre se encuentra unido a una descripción personal “a David” o “Asaf” o bien “Salmo de David”, etc.
Se desprende de un estudio de los tantos epígrafes contenidos en los Salmos de que existió un editor (Simoriás) que recopiló estos Salmos y los ordenó adecuadamente para el servicio del Santuario.
Una buena enseñanza se puede concluir de lo anterior. Sería de mucha bendición para las congregaciones hoy que músicos llamados y ungidos por Dios, recopilaran los cantos entonados por la Iglesia y los estudiaran, desechando aquellos que nada hacen para la alabanza del Creador y promovieran los que exaltan Su grandeza. Deberían ordenarse por temas y aún por tonos musicales para el uso del Santuario, y aún indicarse que tipos de instrumentos son los que deben usarse en determinados cantos. Después de ir de paso por tantas iglesias del Señor, hemos aprendido que la alabanza en éstas carece de verdadera adoración, y lo que es más peligroso, muchos “coros” que se entonan tienen su centro en el hombre y no en Dios y hasta son totalmente antidoctrinales y se contradicen con las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Debería hoy revisarse la letra de nuestros himnos y alabanzas. Amén.
El músico es de trascendental importancia en la ministración a Dios y es un ardiente deseo el que Dios ha puesto en mi corazón para hacerlo ver con claridad en medio de la Iglesia y de ellos mismos, los músicos, quienes son los que parecen no darse cuenta de su poderoso ministerio.
David tipo de Cristo, puso músicos principales o bien directores de alabanza, música y canto:
a) Asaf o Aspa, uno de los directores de música del templo (I Crónicas 6:39; 15:17; 16:5; 25:1-2) siendo su cargo en apariencia heredado de su familia (Nehemías 7:44; 11:22), de los gersonitas . la importancia de su ministerio musical es que lo hacía también en la dimensión de profeta (II Crónicas 29:30), siendo su nombre como ya apuntamos grabado en 12 Salmos los cuales muy probablemente fueron escritos para que el mismo o su familia los cantaran a Jehová.
b) Hemán también fungió en el tiempo de David como director de música del templo (I Crónicas 6:33; 15:17,19; 16:41-42; 25:1-6; II Crónicas 5:12; 29:14; 35:15),. Era levita del linaje de Coat, quienes en un principio tuvieron el honroso cargo de llevar el Arca, los altares, la mesa del pan de la proposición, etc., durante los viajes de Israel en el desierto (Números 3:31). Era hijo de Joel y nieto de Samuel. El Salmo 88 se le atribuye a él. Es interesante el detalle bíblico Hemán “esrahita”, lo cual equivale a “hijo de Zara”,identificando a este cantor y vidente con Hemán I (de la tribu de Judá), expresando con ello que aunque nació levita está relacionado con la tribu de Judá (alabanza) y reconocido en ella.
c) Etán (Jedutún), uno de los maestros de la música del templo, era levita, hijo de Chisi (I Crónicas 15:17-19; 25:1; II Crónicas 35:15).
Se cree que es el mismo Jedutún o Iditún (significa:quien da alabanza) de los hijos de Meran.
Su cargo principal era “alzar la voz con címbalos de metal” y también profetizaba con el arpa. Esto es algo muy descuidado en la Iglesia y que debe volver a ella; la profecía con la música.
CANTORES
Para cerrar estas ideas de música, instrumentos y cantos, debo añadir que la Biblia en ninguna ocasión habla de artistas cristianos, ni cantantes profesionales (cristianos), sino de ministros de música y canto (cantores). David usó no sólo directores de música, sino también de canto según nos habla la Palabra en I Crónicas 15:16 “Así mismo dijo David a los principales de los levitas que designasen de sus hermanos a cantores con instrumentos de música…”.
Quenanías, quien era principal de los levitas en la música, fue puesto en el honroso cargo de dirigir el canto. Un detalle que debe privar también hoy con respecto a esta responsabilidad y a quien se asigne para el puesto es que era “entendido en ello”. Las Iglesias deberían tener su ministro de música y creo que también de canto (I Crónicas 15:22-27).
Siendo Asaf, Hemán y Jedutún los directores de música en el tabernáculo en este tiempo de David (y aún en el de Salomón), también sus hijos ministraban la música, dándonos una idea la Palabra de la magnitud de aquellas bandas y coros. Asaf tenía 4 hijos, Jedutún 6 y Hemán 14. Estos 24 levitas hijos de los más aptos directores de música de su tiempo estaban al mando d e 24 bandas de músicos que servían por turnos en el tabernáculo. Eran entendidos en su quehacer, pues dedicaban su vida a aprender y a practicar la música, ya fuera vocal o instrumental (II Crónicas 29:25).
Israel hacía gala para la ministración en el templo de maravillosos coros. Según se desprende de II Samuel 6:5 y 19:35 existían cantores y cantoras, es decir se empleaban para la música del santuario a varones y mujeres (Esdras 2:65), en la enumeración que hace de las personas que trajo de la cautividad cuenta entre doscientos cantores y cantoras. Nehemías 7:67, nos menciona entre cantores y cantoras 245 de los que volvieron con Zorobabel. David había ya establecido el principio de los cantores en la alabanza a Dios e Israel lo conservó por años. Debe volver a la Iglesia. ¡Aleluya!
La música judía y sus coros, desde luego varían con respecto a los del mundo. La música se componía d ela unión de varias voces que cantaban juntas la misma melodía, cada una según su fuerza y calidad, sin contrapunto musical, esto es sin esas diferentes partes y combinaciones que constituyen la armonía de la música secular. El canto judío ministraba básicamente el espíritu y no el alma. Probablemente las voces de los coros fueron acompañadas por la música de instrumentos.
El tipo de música y canto judíos era bello y excelente en su género, lo cual se aprecia en sus efectos espirituales, su magnificencia, su majestad y los elevados sentimientos contenidos en sus cantos. Se supone que existía un coro general y dos o más coros separados en los cuales se dividían y ubicaban los músicos. Se cantaba alternativamente una pequeña parte de un salmo, por alguno de los coros con el coro general, respondiéndose uno a otro, es decir, coro a coro.
La estructura de los salmos judíos se adapta en forma admirable a este modo de cantar, produciendo este sistema de música y canto los efectos más deliciosos y solemnes (ejemplos: Salmos 24; 136; 148).