miércoles, 7 de mayo de 2008

La llave de David: Adoración Continua-Apostol Rony Chaves


“Escribe al ángel de la Iglesia en Filadelfia: esto dice el Santo, el verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra y cierra y ninguno abre” Apocalipsis 3:7



Mucho se ha escrito sobre el Apocalipsis y mucho sobre la llave de David. Yo sólo daré un enfoque o apreciación particular. Mi opinión personal es que Dios le entregó a David una llave de sabiduría que le abrió puertas enormes de autoridad espiritual.

David fue rey de Israel por aproximadamente 40 años. En este largo reinado, ningún enemigo por numeroso o fuerte que fuera, pudo hacerle frente. David fue sentado en niveles muy altos de autoridad y poder terrenal. Creo que todo esto fue posible sólo porque él como vidente (profeta de Dios), aprendió a influenciar el ámbito espiritual, el cual posteriormente afectaría el mundo natural, las circunstancias que le rodeaban.
David tenía un secreto revelado por Jehová el cual le garantizaba en sus batallas la intervención divina y por ende, la derrota de sus adversarios.
Su secreto movía a Dios; activaba el ejército celestial y destruía la fuerza contraria.

David tenía una llave por gracia, el Padre Dios le había revelado que las batallas las gana Dios. El rey debía afectar el mundo espiritual y sus enemigos caerían. El rey David aprendió a enternecer a Dios y mover Su corazón a favor de Su pueblo. El rey tenía una llave; la llave de David. Esa llave o secreto davídico asentó el trono de Dios por años en Israel y lo envolvió con Su gloria. Esa llave abrió la puerta de la victoria y de la prosperidad. Atrajo hacia él fama, renombre y honor entre los pueblos. En realidad, el Señor le dio todo esto al activar la llave; “la llave de David”.

Cuando el Espíritu de Dios impulsó a Juan a escribir la carta a la Iglesia de Filadelfia, presentó al Señor como el dueño de la llave de David. Desde luego que David sólo fue un receptor de la revelación divina, pero es Dios quien tiene la llave en Su mano santa. Es obvio que con esa llave se abren puertas que nadie puede cerrar. Esa puerta son bendiciones divinas, influencias sobre ciudades y naciones y el poder apostólico para hacer la tarea misionera en los confines de la tierra.

Dios dijo a Filadelfia, a su Iglesia establecida en esa ciudad “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar” (verso 8a).

La Iglesia de Filadelfia recibió de manos del Poseedor de la llave de David; de Aquel que abre y ninguno cierra y cierra y ninguno abre, la protección y unción para las misiones en el mundo. Aunque ésta fue una Iglesia humilde y sin muchos recursos económicos, guardó la Palabra y el testimonio. Esa Iglesia Filadelfia, guardó la Palabra y la practicó, por ello Dios la ungió. Aleluya.

Cada iglesia en las naciones puede recibir incrementos impresionantes en sus niveles de autoridad cuando Dios abra la puerta a través de la llave de David.

Esa bendita llave es la “Alabanza de Alto Nivel” o la “adoración de Excelencia” al Gran Rey.

Como profeta, David fue ministrado profundamente por el “Espíritu de Sabiduría” en lo concerniente a la adoración celestial, la cual activaría la mano de Dios a su favor y atraería Su Presencia.

Dios puso en su mano una llave, si aprendía a usarla, Jehová estaría siempre en su reinado y edificaría su reino.

David fue diestro en usar la llave; de él aprendimos los principios más sencillos pero trascendentes de la exaltación de la Divinidad.

En el tabernáculo de Moisés, se ofrecía cada tarde y cada mañana holocausto a Jehová. Estas ofrendas se conocían como el “Sacrificio continuo”. Era necesario a través de esta práctica ceremonial mantener el fuego y la ofrenda constantemente. Este sería un anuncio profético de la perpetuidad del sacrificio de Cristo y su extraordinaria eficacia.

David bajo “el manto de la revelación profética”, entendió el simbolismo y recibió del Espíritu que estos sacrificios u holocausto continuo (de animales) dejarían de ser para dar paso a otro tipo de sacrificio continuo: el de la alabanza y la adoración al Dios Viviente.

David descubrió que estableciendo una alabanza continua, adoración verdadera al Señor las 24 horas del día, era como levar a la esfera del cumplimiento profético todo lo anunciado en las ofrendas y ceremonias de Moisés. Esa adoración continua, durante todo el día, atraería la Presencia Divina entre el pueblo de Israel.

David estableció turnos sacerdotales para llenar la nación y el santuario de alabanza. Instituyó el servicio de músicos y cantores para ministrar continuamente ante el Arca del Señor.

Este adorar de continuo entronizó a Jehová en el Campamento de Israel. Dios quiso estar allí, David y su pueblo le ganaron el corazón. Jehová gozaba de estar allí ante un pueblo contrito y humillado. La adoración fue la llave de David. Su meta era el Arca del Pacto, sólo anhelaba a Dios en Israel. Aleluya.

Después de 15 años de haber escrito el libro titulado “El Tabernáculo caído de David”, he visto con honda tristeza a miles de creyentes caminar ignorando la verdad de la revelación dada al profeta y rey.

El Tabernáculo de David, lamentablemente ha terminado siendo interpretado como un simple modelo de alabanza, un manual de música y canto.
No y mil veces no; David nunca quiso establecer un molde rígido de alabanza o una única forma de darle canción y música a Dios.

No, la meta de David no eran formas de alabanza o estilo de música o tipo de instrumentos. Su meta era más elevada, era elevadísima. Su meta era Dios mismo.
David sólo escudriñó la Escritura, sólo buscó sabiduría en el secreto del Señor para acercar a Dios y perpetuar Su Presencia en Israel.

Bajo esa búsqueda ferviente de Él y bajo ese anhelar continuo de Su Presencia, el rey se encontró con la llave que desató sobre él la más elevada autoridad delegada.

Esa llave, la adoración en espíritu y verdad, lo llevó a proclamar que hay un sin fin de formas a través de las cuales yo puedo glorificar al Padre. Su intención era practicarlas todas con tal de que Jehová viniera a Sión. Aleluya.

David nos dio el mensaje: lo más importante de todo es tener a Dios con uno; hagan todo lo que deban hacer para atraer Su Presencia y cuando la tengan, no lo dejen irse, denle alabanza continua cada hora del día. Túrnense, organícense y tome cada uno su instrumento y el corazón en la mano y mantengan con su alabanza y ofrendas de adoración, el fuego encendido en el altar. Esa es mi llave, nos enseñó David. Si quieren victoria continua, renombre, bendición, prosperidad y unción, úsenla de inmediato.

Esa es la llave; actívenla. Reconozcan su grandeza entre los pueblos. Amén.